diez.

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Estaba bastante anonadado, tanto que se alejó del lugar a inspeccionar aquella voz que demostraba un cierto pánico en su timbre ¿Qué demonios era esto? Había especulado todo perfectamente, nunca nadie se paseó por ahí en esos últimos diez días a esa hora.

¿Cuántas probabilidades habían de que sus planes se vengan abajo? El mundo daba vueltas, veía todo oscuro ante sus ojos inyectados en sangre y su respiración agitada al punto que sentía el corazón en la boca. Oía los latidos acelerados y un nudo en la garganta por la ansiedad que deslizaba su erizada piel.

Se estaba volviendo loco. Le quitaba la cordura también el escuchar a Rubius tratar de gritar entre lágrimas a metros suyos, quien había acabado con sus muñecas atadas a la cuerda de la pólvora dentro de su cavidad bucal. Luzu jugueteaba impacientemente con el fósforo que ansiaba encender y acabar con este espectáculo sangriento.

Al no encontrar pistas de nadie, se dignó a volver confundido. ¿Acaso había huido? En el peor de los casos, si alguien le acusaba de estos crímenes, podría pudrirse en la cárcel, pero en calma, pues se sentiría sin remordimiento de haber asesinado lentamente al rubio.

Con una mueca de confusión inició su caminata de vuelta a aquel espacio agonizante y caluroso gracias al fuego que los acompañaba. Incluso sacudía de su hoodie para que entrase aire frío que quitase del sudor que recorría su pecho.

─Bien, puedo seguir con esto.─ Observó el fósforo con detenimiento, sonriente al observar el cuerpo ajeno frente suyo, moviéndose con desespero en el suelo. Los gritos agonizantes de Rubius le divertían, se sentía extasiado y deseoso de escucharle gritar unos momentos más, lamer sus lágrimas y rasguñar sus heridas punzantes.

Por eso, cuando el fósforo estaba encendido, comenzó aquel juego siniestro, mostrándole al tembloroso cuerpo ajeno aquella cerilla deshaciéndose por la llama, cuando su áspera lengua acariciaba las mejillas ajenas y probaba el salado sabor de aquellas lágrimas que exclamaban miedo. Disfrutaba sentir aquel manojo de emociones, disfrutaba enterrar sus puntiagudas uñas en la carne viva ajena, llenar estas de sangre tibia, incluso se dignó a acariciar el cuello ajeno con la llama danzante, provocando leves quemaduras sobre su piel tensa.

Pero su sonrisa llena de alegría y satisfacción desapareció cuando alzó su mirada y vio una figura llorando frente suyo.

Pestañeó incrédulo, sintiendo como su alrededor se tornaba negro de a poco. Incluso mantuvo sus párpados cerrados por una brevedad, sintiendo una energía subir por su columna vertebral cuando su alrededor era inconcluso, no veía nada. Sentía su cuerpo, sentía el calor de las llamas, incluso si no las veía, sólo presenciaba a su víctima bajo su cuerpo y a unos metros, un ser divino.

─Por favor, suéltalo, Luzu. Rubius es nuestro amigo.─ Estaba perplejo cuando su mirada se encontró con la ajena, incluso si sólo poseía un ojo, pues en su órbita derecha, se encontraba una dulce peonía blanca con sus pétalos bañados en sangre seca.

El fósforo se apagó cuando sus miradas se encontraron, cuando vio aquel brillo del rostro ajeno empapado en dolor. Dejó de arañar al chico bajo suyo, incluso si este seguía llorando y tratando de defenderse en el suelo.

Luzu examinó al chico metros suyos. Sin darle muchas vueltas, era igual a él, a diferencia que el tono de sus orbes eran marrones. Se sintió confundido, cuando vio las pocas zonas de su piel visibles llenas de hematomas y enredaderas con brotes florales. Ese chico se encontraba con el rostro rojo por las lágrimas, de la misma manera que a él se le colocaba cada que se guiaba por el dolor.

Incluso descifró que eran las mismas flores que él vomitaba cada noche.

─¿Quién eres tú? ¿Eres... Yo? ─Eso fue extraño de digerir como de preguntar. Se levantó del suelo, tratando de comprender la situación. Sostuvo su cabeza, incrédulo ¿Acaso su cabeza lo había llevado a estos extremos? La locura lo estaba consumiendo lentamente, como un trozo de papel en fuego.

not him﹆ luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora