cinco.

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Ciertas gotas de sudor desprendían de su blanquecina piel, con sus labios entreabiertos ante el bochorno que sentía en sus rosadas mejillas. Quackity trataba de mantenerse de pie cuando sobre sus brazos llevaba una pila de troncos en dirección a casa de Merlon.

Todo el pueblo se encontraba aquel Viernes por la mañana trabajando en la recolección de materiales para la reconstrucción del hogar, el cual había sufrido severos daños por un incendio repentino.

Habían pasado tres días desde aquel hecho tan feo de presenciar, sobre todo para el anciano, quien se había sentado con lágrimas en sus ojos aquella noche, observando como su hogar de décadas era exterminada por las flameantes llamas.

Aquel viernes era el primer día que Merlon se había dignado a salir de su vivienda, incluso si se sentía la presencia de dióxido de carbono que atacaba los pulmones de cualquiera, incluso si casi el 50% de su hogar había desaparecido aquella estrenada noche.

Sin embargo, aquellos días grises habían sido de trabajo entre los pueblerinos, talando árboles y buscando los utensilios necesarios para arreglar las pertenencias más importantes del señor: sus libros.

El día estaba bastante cálido gracias al caliente sol, Luzu se encontraba caminando dirección al hogar de Merlon, encontrando la cómica situación de Quackity respirando desesperado por el peso y cansancio.

—Hey, Quackity, tío, déjame ayudarte con esos troncos.— Luzu quien cargaba con herramientas, extendió sus manos, recibiendo un par de palos que admitía pesaban bastante, había infravalorado la fuerza del menor.

—Gracias, Luzu. ¿Conseguiste las herramientas que pidió Fargan? — Caminaba a la par de su mejor amigo, ya más aliviado ante la perdida de peso sobre sus delgados brazos.

—Estás en lo correcto, Quacks. ¿Has trabajado mucho?

El menor negó con la cabeza, dedicándole una pequeña sonrisa a su mejor amigo.— Rubius hizo mi jornada ayer, así que estoy bien... ¿Tú tampoco habías venido?

Quackity analizó con la mirada al castaño, relamiendo sus labios ante la duda. Luzu mantenía ese semblante de un agotamiento mayor al de costumbre desde la feria, pero aquella situación ya había ocurrido hace unos días. ¿Es posible que siguiese enfermo? Y es que aquellas ojeras y piel pálida no eran propias de él, incluso había enflaquecido.

—No, pero me sentí mal por no haber venido a ayudar, Merlon ha hecho mucho por nosotros siempre. Vegetta ha ocupado mis cargos estos días, pero hoy le pedí que descanse, espero lo haga, ya sabes, él y Merlon tienen un mayor vínculo que todos nosotros con el viejo.

"Vegetta" El nombre del joven se quedó en la mente del menor. Se sentía muy perdido en toda la situación, de la nada su mejor amigo sólo hablaba del de orbes lilas, ya no le contaba sus problemas a él, ni siquiera dejaba que lo cuide, pero Vegetta debía estar al tanto de la salud de Luzu, había visto al chico llegar a casa del otro en más de una ocasión.

Sentía celos, sentía miedo de perder a su mejor amigo.

No supo porqué de la nada Luzu tomó distancia. ¿Acaso en la feria había hecho algo que dañase a su mejor amigo? Hasta llegó a pensar que el castaño era homófobo y estaba en contra de su romance con Rubius, pero eso no tenía sentido si recordaba los besos y caricias bajo la luz de las estrellas en su cama.

— Oye, Luzu, Estás mejorando, ¿verdad? ¿Ya no vomitas tanto? Podríamos ir a dejar estas cosas y almorzar cerca del lago, traje bastante comida, pero no sé si el picante te hará daño...— El castaño sonrió sin mostrar su dentadura. ¿Cómo le decía a su pequeño que el vomito se mantenía cada noche? ¿Qué aumentaba cada que escuchaba las risas de Quackity y Rubius fuera de su casa? El picante era lo de menos, el chico le provocaba nauseas.

not him﹆ luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora