treinta y dos.

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Su cuerpo tembló levemente cuando cerró la puerta de acero de dicha celda, mordiendo sus labios con suavidad, cuando la mirada de Quackity penetraba su cuerpo, aquella que estaba inundada en lágrimas.

Dejó las llaves de la celda en uno de los bolsillos delanteros de su pantalón, anhelando que su pelinegro no haga un escándalo por querer huir tratando de inspeccionar su ropa.

No podía mentir, sentía su corazón dar brincos ansiosos en su anatomía, le dificultaba respirar por lo mismo, pues la sensación de picazón en sus vías respiratorias le hacía doler, sin embargo, se sentó al lado del chico, en el frío suelo, no sabiendo cómo iniciar la platica al encontrar el desastre contrario.

—Luzu, ¿Qué haces aquí? — Al parecer no era necesario que él inicie la conversación, pues Quackity estaba en un estado impaciente, aun entre lágrimas, temblando y con frío. El castaño no sabía cómo sentirse, le dolía el pecho simplemente por ver a su amor de esa manera. Estaba tan molesto con él, se sentía tan engañado como pisoteado, pero aún así, aquella mirada sin esperanza le hacía pensar que su chico se sentía vulnerable.

Pudo ver las manos heridas de Quackity, tenía sus nudillos ensangrentados y sus uñas enterradas en las palmas de sus manos. Un nudo en su garganta le hizo suspirar, a la vez que con cuidado, no tardó en acortar los centímetros entre ambos, tomando con cuidado de su espalda para acercarlo a él, en un abrazo donde el menor no demoró en enredarse alrededor del cuello del chico, dejando caer las lágrimas ansiosas que atacaban su sistema.

— Vegetta hizo esto, ¿verdad? — Murmuró en su cuello, con su voz desgarrada y un tanto ronca por los gritos que anteriormente había expulsado de su anatomía. Estaba tan adolorido y tan aterrado, que apretujaba con sus pocas fuerzas el cuerpo ajeno contra sí mismo. —Él quiere alejarte de mi, Luzu, pero déjame explicarte, por favor, no me dejes-

— Vegetta hizo lo que yo le pedí que hiciera. Esto es culpa mía. — Habló con claridad, alejando a Quackity quien, al escuchar las palabras del chico, deshizo su agarre alrededor de su cuello. No podía ignorar que sintió su corazón quebrarse en múltiples trozos cuando observó la mirada incrédula del pelinegro. —Me dijiste que confíe en ti, ¿cómo se te ocurrió si quiera charlar con los dioses? ¿En qué estabas pensando?

Quackity solo jadeaba con pena, sintiéndose un tanto molesto porque le dificultaba secarse las lágrimas que nublaban su visión gracias a las cadenas pesadas. No quería responderle a Luzu, no quería discutir con la única persona que amaba, sin embargo, se sentía tan dañado como traicionado. Vegetta tenía razón, el castaño lo había llevado hasta allí.

Aun así, entendía la posición de Luzu, su conciencia le había advertido cuando tomó las riendas del asunto y decidió confrontar sus planes. Quizás, si hubiese seguido aquel mensaje de su pecho y cabeza, las cosas no habrían llegado a esta situación, la mirada de Luzu no estaría llena de desaprobación como en aquel instante.

Luzu estaba esperando una respuesta, pero la mirada perdida de Quackity que seguía derramando lágrimas confundidas lo hizo suspirar, tomando una de las temblorosas y lastimadas manos del chico.

— Tenía miedo, luego de aquella conversación sentí que no podía confiar en ti. Me hiciste daño, Quackity, y tus justificaciones fueron por alguien más. — Murmuró, tratando de explicar su punto de vista para calmar el ambiente que se había tensado. —Aquella noche, cuando decidiste viajar aquí, a Karmaland, llamé a Vegetta para contarle lo ocurrido. Le pedí que, si hacías algo cuestionable, me llamase de inmediato y viajaría lo más rápido posible, de lo contrario, si no me habías mentido, te hubiese esperado en casa... ¿Cómo crees que me sentí cuando Vegetta me llamó esta mañana para decirme que estabas encarcelado por haber intentado matarlo?

not him﹆ luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora