not him﹆ luckity

veinte y dos.

Sentía que su mundo se venía abajo con cada movimiento que Rubius hacía. El corazón le brincaba como loco, sobre todo cuando veía aquella mirada petrificada de su castaño, quien estaba a centímetros suyos.

Le ardía la sangre al ver cómo Luzu estaba sufriendo en su lugar, incluso como sus ojos estaban llenos de lágrimas. La mirada que se compartieron en aquel instante, demostró que ambos sabían qué es lo que ocurría y se avecinaba.

Debió seguir sus instintos y no caer en este problema, sin embargo, allí se encontraba, sintiéndose como un imbecil por aceptar por la ilusión ajena. Su molestia con Rubius ya no sólo era por haber tratado de manipularlo anteriormente, también era por haberlo traicionado, en parte. Él no necesitaba ser protegido por nadie, tenía la certeza que era amigo de un monstruo.

Pero aquella faceta era tan preciosa a sus ojos como todas. Por razones como esas, estaba enamorado de Luzu.

No lo quería admitir, muy dentro de él seguía aquella voz que le rechazaba el derretirse en los encantos de aquel chico que le había traído más problemas que beneficios, incluso si ese no era el plan inicial.

Pero vamos, ¿Quién no caería en esos dulces ojos carmín y en esa risa tan atrapante y estruendosa? Le llenaba el corazón de miel. Toda esta ridícula faceta de rechazar sus emociones había llegado a su cúspide, sin embargo, no le convenía salvar a su mejor amigo.

Realmente necesitaba que muera para cumplir su cometido. No quería acabar con él con sus propias manos.

¿Luzu sería capaz de traicionar a todo el pueblo por él? ¿Su amor sería tan desquiciado para acabar con todos sus amigos por él? La respuesta es: no.

Por eso detestaba tanto a Vegetta, porque sabía que Luzu no sería capaz de traicionar al chico de orbes lilas. No sólo le tenía rencor por eso, sino por traerle el mísero problema de la resurrección. Necesitaba saber cómo deshacerse de ese percance o acabaría encerrando y torturando a sus queridos amigos por el resto de sus días. Vaya que ese plan no le convencía. Su crueldad no llegaba a esos límites.

Escapó de sus pensamientos cuando sintió los pasos de Rubius alejarse de él y esta vez, acercarse a Luzu. Su corazón se volteó al notarlos tan cerca, simplemente no podía permitir que le hagan daño a su mejor amigo. No en su cara.

Y es por eso que, si bien necesitaba que Luzu muera, él no ansiaba eso. Claro que la simple idea de perder al chico le hacía perder la cabeza y escapar de sus casillas, sin embargo, era por un bien mayor ¿verdad? Sus sentimientos eran un desastre.

—El día siguiente cuando la tienda explotó, Luzu me dio unas grandes palabras de ánimo y un abrazo poco propio de él. —Volvió su atención al par, notando como el rubio palmeó el hombro ajeno, con una sonrisa un tanto tenebrosa. — Ese día no dejé de pensar en lo dulce que es y lo agradecido que era de tener un amigo como él.

Luzu tenía su cabeza gacha, no queriendo observar al público que hablaba entre sí un tanto confusa. Por parte de Rubius, estaba gozando el espectáculo. Quería ver al chico pudrirse en la cárcel como se lo merecía, esperando saber si lo mataba antes el hambre o su falta de amor.

—Pensé "Oh, Luzu es tan buen amigo, puedo confiar en él". —Rio, burlándose de su comentario, a la vez que soltaba al chico y daba pasos lentos con seguridad, hacia su laptop. — Aquella misma tarde, sintiéndome mucho más tranquilo gracias a sus dulces palabras, me dirigí a la tienda. Siempre he sido muy precavido con las cámaras de seguridad para tener todos los ángulos posibles, y para mi felicidad, las que estaban ocultas se encontraban en perfecto estado.

Su corazón iba realmente a escapar de su pecho. No quería oír más. No podía seguir viendo a Luzu, quien mordía su inferioridad y temblaba en su lugar. Tenía que hacer algo, sin embargo, sabía que sería lo peor. Rubius estaba actuando bajo su criterio de justicia, no podía meterse contra eso.