[5] Los sueños no son reales

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Los decorativos de su fiesta llenaban la casa de la familia Pusset por la conmemoración a la joven de veinte años.

Elizabeth caminaba por los jardines observando cada detalle a su alrededor, no le gustaban mucho las reuniones en las que asistía mucha gente «aunque fuera su cumpleaños» prefería mucho más un momento sola.

— Cariño — la llamó su padre llegando a su lado repentinamente interrumpiendo sus pensamientos — ¿Por qué no te acercas a los invitados y les das la oportunidad de conocerlos?

Aunque parecía una propuesta el tono de voz que usó y la expresión en su rostro decían que era una orden.
Elizabeth suspiró y puso su mejor sonrisa para después avanzar al salón dentro de su casa para darse la oportunidad de rodearse de gente, gente que sólo ha visto una vez y eso cuando usaba pañales pero no tenia otra cosa que hacer para no aburrirse, además no quería meterse el problemas con su progenitor.

Al entrar lo primero que llenaron sus oídos fueron los murmullos de la gente que en cuanto la vió la rodeo de abrazos y felicitaciones.

"¡Que grande estás!" "¡Cuanto tiempo!" "¡Yo te conocí cuando estabas en el vientre de tu madre!"
Eran algunos de los comentarios que le mandaban generandole una pequeña carcajada a la joven, tal vez había olvidado lo que era rodearse de gente real por soñar despierta durante muchos años.

— Gracias a todos por venir — exclamó con una sonrisa amigable.

Se escabulló entre las personas y llegó al otro lado de la sala en donde tomó un panquesillo para llevarselo a su boca y darle un mordisco.

— Elizabeth — escuchó una voz masculina detrás de ella y volteó aún con el bocado en la boca — Tres horas de viaje pero al fin puedo conocer a la joven soñadora.

Un joven que parecía de su misma edad o tal vez un poco mayor estaba parado frente a ella con una copa de vino en sus manos y bien vestido de saco.

— Disculpa — contestó limpiandose los labios y dejando el pastelito nuevamente en la mesa sobre una servilleta para prestarle atención al desconocido que se la hacia bastante familiar — ¿Nos conocemos? — preguntó con curiosidad.

— Sí pero sólo eramos unos niños cuando jugabamos en el jardín — respondió señalando su jardín a través de la ventana.

Fué cuando recordó de quien se trataba.

— ¡Randall Burgess! — dijo señalándolo con su dedo índice dibujando una enorme sonrisa en sus labios.

Randall sonrió de igual forma — Me alegra que me reconocieras — Admitió — Si no hubiera sido un fracaso haber viajado casi cuatro horas en carruaje para venir a tu fiesta sin invitación — agregó sonriendo apenado.

Randall y ella habían sido amigos desde que nacieron gracias a la cercanía de sus padres, hasta que la familia Pusset tuvo que mudarse a Gran Bretaña dejando atrás su vida en Witch Cross, el pequeño condado en Hertfordshire.

— ¿Tu padre también vino? — cuestionó buscando al monarca de los Burgess.

Él borró su sonrisa inmediatamente — No, sabes que no le gusta salir a menudo.

— Ya había olvidado cuan aterrador era — dijo fingiendo un escalofrío recorrerle su espalda sacándole una risa a Randall.

Ambos comenzaron a hablar animadamente sobre sus años de niños pequeños jugando de aquí para allá, mientras un cuervo observaba todo desde la ventana de la casa.

Elizabeth sintió una mirada sobre ella pero no del animal, si no de su madre que se encaminó al dúo con alegría.

— Ay no — se quejó susurrandole a Randall el cuál confundido le iba a preguntar la razón de su cambio repentino pero su pregunta tuvo respuesta al ver a la señora Pusset parada frente a ellos con una sonrisa que delataba mucho sus pensamientos.

— Pero miren que tenemos aquí

— Mamá — alegó antes de que soltara algún comentario fuera de lugar pero no lo logró.

— Estas muy grande cariño — habló con tono maternal al joven — ¿Que ha sido tu vida? ¿Alguna chica ya conquistó tu corazón?

Y con eso bastó para que Elizabeth quisiera salir corriendo de allí, cuando sus padres le hablaron sobre conseguirle un buen marido creyó que estaban jugando pero ahora que veía la determinación con la que su madre se esforzaba por querer manejar la situación se dió cuenta que no, hablaban muy enserio.

— Aún no — respondió aguantandose la risa por ver a su amiga de la niñez querer ser tragada por la tierra — Pero estoy bien así madame.

— ¡Tonterias! — regañó en un tono bromista pero internamente sentía que sus planes no saldrían bien — Desde que ustedes nacieron creímos que estaban destinados el uno con el otro — prosiguió tomando la mano de su hija para juntarla con la de Randall pero ambos la apartaron apenas sintieron el rose.

La mujer frunció el entrecejo pero no se iba a rendir, continuaría con sus intentos de unirlos pero para su lamentar su marido llegó al rescate de su hija.

— Ya dejalos en paz, ¿No ves que los incomodas? — comentó sonriendo por amabilidad ante los invitados — Lo lamento joven Burgges — se disculpó en nombre de su esposa.

— No hay problema — contestó con amabilidad — Debo aclarar que a Elizabeth no la veo como algo más que no sea lo que es ahora, una amiga — agregó.

— Y igual yo — añadió Elizabeth sintiendose ligeramente excluida de la conversación del tema de algo que implicaba su futuro, se acercó a su madre y le susurró: — No necesito que tu escogas a mi pareja madre.

La monarca se mantuvo serena pero al ver que la oji-miel se iba a dar la vuelta para marcharse la tomó del brazo para susurrarle de igual forma.
— Los sueños no son reales Elizabeth.

Su madre había husmeando nuevamente en sus escrituras y describió su amorio por alguien de sus sueños, claramente ese hecho no le gustó a ninguna de las dos.































✔ 𝗥𝗢𝗠𝗔𝗡𝗧𝗜𝗖 𝗗𝗥𝗘𝗔𝗠𝗦 ━━━━ The SandmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora