[23] Nuestra creación

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Los llantos de Lyta eran como un taladro para el corazón de Elizabeth, estaba a punto de derramar lágrimas al igual que ella y unirse en su dolor pero un suspiro escapó de sus labios al ver que la mujer se llevaba ambas manos a su vientre.

Volteó a ver a Sueño el cuál de igual forma entendió lo que se les presentaba.

— Tu esposo murió hace mucho tiempo, esto en un sueño y él era un fantasma — exclamó Morfeo sin tanta delicadeza como la que tuvo Elizabeth al hablar — El bebé es tuyo, por ahora.

Lyta dejó sus lágrimas a un lado — ¿De que habla? — preguntó un poco a la defensiva.

— Ese niño fue concebido en la ensoñación por el amor que yo no pude romper — explicó la oji-miel reflejando la lástima en su mirada — Es la creación del Amor y el Sueño.

— Así que es nuestro — finalizó el eterno quien no reflejaba alguna emoción en su mirada.

Nunca creyó que iría tan lejos en su experimento, no quería hacer un bebé que fuera la creación de ambos pero ahora estaba allí creciendo en el vientre de la mortal.

Elizabeth no podía evitar sentir cierta alegría al saber que ese bebé era de Sueño y ella «no literalmente» pero, era su creación.

Era suyo y de nadie más.

— ¿Qué? — la voz de Rose molesta hizo que volviera a prestar atención al presente.

— Un día iremos por él — agregó Sueño, ganándose una mala mirada de parte de Elizabeth. ¿Como que un día? No, ella ya lo quería.

La condesa del amor dio un ligero paso hacía Lyta con intensiones de tener el primer acercamiento a su hijo pero fue detenida por las palabras de Rose.

— No claro que no, no le harán nada — cuando la joven avanzó molesta hacía su amada Morfeo finalizó el sueño, despertando a Lyta y transportando a él y a Elizabeth a su sala del trono.

Pero nuevamente la voz enojada de Rose hizo que ambos giraran para verla parada detrás de ellos.

— ¡Mataste a mi amigo frente a su esposa! ¡¿y luego le dices que le quitarás a su bebé?!

— ¿Como llegaste aquí? — preguntó con confusión el rey.

El temperamento de Elizabeth cayó como un rayo sobre un árbol, encendiendo las llamas del fuego sobre este mismo.

No iba a permitir que nadie les dirigiera la voz así y menos en un reino al que no le pertenecía, sin mencionar que le impidió acercarse al niño.

Deseo había tenido bastante influencia sobre ella durante varios años, aunque después de todo el amor puede ser intenso si es cegado por el deseo y la lujuria.

— ¡¿Como te atreves?! — la condesa dio un paso al frente pero enseguida Sueño la sostuvo de su mano para impedirle hacer algo.

— ¿Tienes idea de por qué pasó? — preguntó Sueño con un tono severo en su voz, sin soltar la mano de Elizabeth — Un vórtice que gana fuerza debilita las paredes entre los reinos.

— ¡Yo no pedí que nada de esto pasara! — gritó Rose haciendo que Sueño también elevara su tono.

— ¡Aún así!

— ¡No! Y no quiero que ninguno de ustedes se me acerque ni a mis amigos jamás.

La condesa estaba llegando a su límite, sus ojos destellaban la furia en un tono rojo y alrededor de su vestido crecían tallos secos que casi podrían parecer ramas con espinas puntiagudas.

Sueño notó esto y prefirió calmarse, uno de los dos tenia que estarlo si querían que las cosas mejoraran así que habló un poco más relajado.

— Rose... Escuchame.

— Si te escuché — lo interrumpió, en parte tenia todo el derecho de enojarse ya que se había metido con alguien cercano pero su actitud sólo empeoraría las cosas — Dijiste que un vórtice puede crear universos o destruirlos, entonces te sugiero que dejes mi universo en paz.

— Rose — la llamó Elizabeth en el mismo tono de advertencia que la joven había usado.

— Este sueño se acabó — sentenció rompiendo la conexión que había formado.

Despertando en el auto en donde se dirigía a recoger a su hermano.

— Esto no debería... — suspiró con pesadez Sueño, lo que acababa de pasar le cayó como un balde de agua helada.

Elizabeth bufó bajo y se dio media vuelta para marcharse dejando a Sueño con las palabras en la boca.

"El amor es intenso, ¿No crees?"

En cuestión de segundos volvió a su reino pero con cada paso que daba el césped se marchitaba y las flores caían como la nieve en la primavera.

Cruzó una reja negra con tono escarlata y llegó al reino de Deseo, sus reinos estaban casi juntos ya que el amor y el deseo trabajan a la sintonía.

Como siempre, el eterno estaba frente a su espejo admirando su belleza y elogiandose así mismo pero una ancha sonrisa apareció al ver a la condesa llegar.

— Hace tiempo no te veía querida — comentó girándose para recibirla — Parece que no estás de buen humor.

Elizabeth se pasó las manos por su cabello mientras tomaba asiento en el sofá rojo brillante centro del lugar.

— Ay cariño — Deseo se acercó y sentó junto a ella envolviendola en un cálido abrazo — ¿Que sucede?

El amor era fácil de manipular para el deseo y mas cuando el eterno estaba prácticamente conectado a ella, no de una manera sentimental pero si de una forma en la que uno podía ser fuerte al lado del otro aunque no eran iguales, tenian cierta unión.

— Nada — contestó recargando su cabeza en el pecho de Deseo y daba un largo suspiro — Arreglé las cosas con Sueño...

— ¿Ah sí?

— Sí, pero otra vez tuvimos problemas y es mi culpa, debí haber hecho lo que Muerte me dijo — explicó recordando aquella vez con Lyta y Héctor.

— Nada es tu culpa querida — Deseo se levantó para quedar frente a ella y verla a los ojos — Si tu corazón te dijo que hicieras algo debes escucharlo, no a tu cabeza o a alguien que quiera mandarte.

Elizabeth frunció el entrecejo, no estaba segura pero tampoco estaba en contra de esa idea.

Ella era la que tenia el control ahora, desde pequeña desobedecia a su madre ¿Por qué debería empezar a hacerlo ahora? Quizás Deseo tenía razón, ¿porqué habría de esperar a que Sueño vaya por su hijo "algún día" al mundo de la vigilia?

No, ella misma irá por él cuando nazca.


































✔ 𝗥𝗢𝗠𝗔𝗡𝗧𝗜𝗖 𝗗𝗥𝗘𝗔𝗠𝗦 ━━━━ The SandmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora