Enero 1915
Las cosas marchaban perfectamente, o al menos para Elizabeth, la cuál estaba leyendo su poesía en voz alta al bosque encantado, la tierra húmeda tocaba sus pies descalzos y el viento soplaba su cabello.
"Señor salvame, mi droga es mi amado y la estaré usando por el resto de mi vida"
"Por ti, yo cruzaría la linea, perdería mi tiempo, perdería la cabeza y dirán:..."
— Has ido demasiado lejos esta vez — al escuchar una voz masculina detrás de ella volteó para toparse con Randall.
— No puedes culparme — le apuntó con su dedo índice acusadoramente — El amor puede volver loco a cualquiera — dijo caminando devuelta a su casa con Randall al lado.
— ¿Puedo saber quien es el afortunado?
— Ya lo conoces — contestó con una sonrisa a la vez que se mordía el labio inferior.
El joven Burgges soltó una pequeña risa mientras bajaba la mirada y negaba lentamente por el comportamiento de su amiga enamorada.
— Y ¿a que se debe tu visita? — cuestionó con la mirada baja en sus pies sucios, si su madre la viera ahora le daría un infarto por ensuciarse de esa forma.
— Tus padres me enviaron — respondió siguiendo su andar y jugando con su sombrero — Están preocupados porqué no les has escrito.
— Seguro mamá es la que está ansiosa por leer lo que escriba — el sarcasmo en su voz demostró su desinterés por contactarse con sus padres.
Siempre le molestó que la monarca la vigilara y juzgara por cada pequeño paso que daba.
Randall torció los labios eh inclinaba la cabeza hacia un costado.— Parece que nuestros padres se esmeran por torturarnos cada día — bromeó pensando en el señor Roderick Burgess y la monarca Pusset.
— No — lo contradijo — Tu padre es quien realmente te tortura, ¿Alex está bien? — preguntó interesada por el menor.
— No mucho, papá parece negarlo ante la sociedad — respondió frutrado y levemente molesto.
Al llegar a casa Elizabeth se puso sus zapatos para no meterse con tierra, ya los lavaría después, y caminó al baño para lavarse dejando que su amigo tomara asiento.
Después de un par de minutos Elizabeth volvió a su sala de estar ya cambiada y arreglada para salir como todos los días.
Randall se levantó del sofá y le extendió el brazo para que ella lo tomara y ambos caminaran por el pueblo.— Entonces — comenzó a hablar el pelinegro — ¿Sigues con ese tal Morfeo?
— Sí — la sonrisa que se embozó en sus labios confirmaron las sospechas del hombre, ella estaba realmente enamorada de su amor platónico.
Resopló inconsientemte haciendo que Elizabeth frunciera el entrecejo.
— ¿Sucede algo? — preguntó mirando a su alrededor y al ver el puesto de rosas no dudó en acercarse para comprar una.
— Bueno.... — sin soltarla la siguió hasta la venta — Hablando de nuestros padres malvados...
— Ajá.... — lo impulsó a hablar mientras escogía una flor hasta que sus ojos se posaron en una rosa azul cielo.
— Mi padre quiere que me case lo más pronto posible — explicó moviendo su pie de arriba a abajo ansioso.
Elizabeth parecía no prestarle atención pero escuchaba cada palabra que salía de su boca, tomó la rosa y justo cuando la iba a pagar Randall se adelantó.
— Con alguien de una familia noble — continuó explicando buscando la mirada de su amiga pero ella estaba bastante atenta a su flor.
— ¿Y ya pensaste en quien? — soltó un suspiro al ver que no le estaba hablando al aire.
— Bueno....
La oji-miel se giró para verlo pero al notar su tensión y nerviosismo dedujo el porqué estaba diciéndole eso.
Ya había descubierto el punto de su conversación y su visita.— No — dijo gesticulando excesivamente sus labios y con los ojos bien abiertos, recalcandole su respuesta.
Se soltó de su brazo y avanzó entre las personas con mayor velocidad.
— Lizzi — la llamó Randall siguiéndole el paso.
Elizabeth detuvo su andar al llegar a la acera y se giró sobre sus talones para encararlo, Randall estuvo a punto de chocar con ella.
— No voy a casarme contigo — exclamó señalándolo con su rosa acusadoramente.
— Por favor — insistió dando un ligero paso hacía atrás — Sólo confío en ti para pedirte esto y te prometo que nuestro matrimonio se romperá en cuanto mi padre deje de molestarme, ¡Nos divorciaremos en cuanto podamos! — gritó con un sonrisa convincente en su rostro.
— No — repitió usando un poco más alto su tono de voz — Si me fuí de mi casa fue para escapar de un estúpido matrimonio arreglado, además, no puedo y no quiero.
— ¿Por qué? Somos amigos ¿No? Has esto por mi y yo te devolveré el favor — continuó insistiendo.
— No y es mi última decisión — dicho esto Elizabeth se dio media vuelta y caminó para cruzar la calle con su rosa en su mano izquierda, agitandola con molestia y enfado en cada paso que daba.
Randall se rindió y soltó un bufido, en cuanto se dispuso a irse por el lado contrario escuchó un auto acercarse con exceso de velocidad.
— Elizabeth — la llamó alterado para que se apartara pero ella ni se volteó.
— Ya dije que no — recalcó continuando su andar pero está vez ya mas tranquila, creyendo que le hablaba para seguirle insistiendo sobre el matrimonio.
Ignorando el hecho de que un vehículo se acercaba eh iba a ser atropellada.
— ¡Elizabeth! — volvió a gritar el joven Burgges esta vez asustado en inútil intento de alertarla.
La joven detuvo su andar y giró su mirada sólo para ver un automóvil Mercedes-Benz rojo brillante con el conductor distraído, tratando de agarrar algo que se le había caído en el asiento trasero.
Su pecho se infló porqué jaló aire asustada, se quedó inmóvil en su lugar ya que aunque corriera ya no le iba a dar tiempo de salir de eso y lo último que sintió fué un golpe.
Debes caminar despierta.
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✔ 𝗥𝗢𝗠𝗔𝗡𝗧𝗜𝗖 𝗗𝗥𝗘𝗔𝗠𝗦 ━━━━ The Sandman
RandomAlgunas veces soñar tiene sus ventajas pero todo en exceso también hace daño. Elizabeth era una persona soñadora, tanto que algunas veces era preocupante y se privaba del exterior y el mundo real. Pero lo más interesante de su vida con ensoñación ex...