#1. Los declaro marido y mujer

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Suena la marcha nupcial.

Supuestamente debería anunciar un camino hacia la eternidad. Algo puro, limpio y sin manchas.

Deberíamos colgarnos de una liana que nos transporte al mundo que construimos solamente para estar tú y yo. Condimentar el ambiente con nuestro amor que estuvo condenado a cadena perpetua.

Pero.. No sobrevivió.

Los sueños están rotos, al igual que mi alma que habita estancada entre las rejas de mi celda. Me recuerda tanto a la frialdad de tu adiós, mismo que me diste antes de clavar, por última vez, tus ojos en mi mirada que ya estaba siendo ultrajada.

Perpetras una ternura violenta sobre mi mano para guiarme hacia el altar. No quieres soltarme, pero tampoco sabes cómo duele dar el primer paso. Tus zapatos de marca fina empiezan a arder cuando entras en mi circulo del infierno, ahí donde te tengo guardado un lugar muy especial.

Caminas pero no avanzas, sangras pero no te sale líquido rojo, te aferras a mí, pero sabes que ya no soy tu tabla de salvación.

De la complicidad que alguna vez fue nuestra característica principal, ahora solo quedan las cenizas profundas que taladraron nuestra historia.

Vibramos en un déjà vu.

Quisiera borrar las huellas invisibles que me dejó aquel anillo que portaba con tanto orgullo veintitrés años atrás. Ahora lo sustituyes con lamentos en las que no creo.

Le damos una segunda oportunidad a nuestra propia desgracia, solo para que nos termine de hundir en otro episodio de las ganas locas que tenemos para volver a tenernos.

- Te ves hermosa - sentenció él, mirándola con cierta mezcla de lascivia y agobio.
- Gracias, pero no hace falta que finjas que estamos aquí por voluntad propia cuando te dirijas a mí. Los únicos que deben creer a fuerzas en nuestra unión amorosa son las dos personitas que están allá - señaló con disimulo en dirección a sus hijos. - Hugo y Lucía están extremadamente atentos a cada uno de nuestros movimientos, así que armemos el teatro como si solo ellos fueran los expectantes de nuestro hermoso desenlace - sonrió a duras penas, como si todas sus venas estarían a punto de reventar de dolor.
- Me desconcierta lo fácil que es mentir, porque eso es lo que estamos haciendo, ¿verdad? - preguntó sin querer escuchar la respuesta, ya que muy en el fondo sabía que él estaba siendo sincero.
- Yo estoy haciendo justicia y tú.. - hizo una corta pausa, para atrapar una gran bocanada de aire dentro de su garganta seca. - Tú estás limando asperezas con tu consciencia y pagándome todo lo que me robaste.

Deslizas tus dedos sobre mi espalda cubierta con un traje blanco. Un día te regalé esa inocencia representada por este color, para que la utilizaras a tu antojo. El resultado fue fatal, me repito a mí misma, por si acaso mis pupilas aún dudan de que mentiste.

Mientes cuando dices que aceptas terminar tus días en este círculo vicioso.
Miento cuando digo que acepto ser parte de esta herida que me provocan los que un día salieron de mis entrañas.
Hasta el juez miente cuando dice que somos marido y mujer.

Ahora solo somos dos extraños jurándose una guerra sin precedentes.

- ¿Está todo listo? - cuestiona un señor de sesenta años aproximadamente, cuyo cuerpo decaído está atrapado en un traje gris, elegante y refinado como si quisiera representar que está a la altura de un evento como estos. - Perdón, señor Lombardo, un gusto volver a verlo - extiende su brazo y estrecha manos con el empresario.
- Juez Ruiz-Palacios, el placer es mío - termina el gesto, volviendo a poner su mano en la cintura de la rubia. - Le presento a Marcia Cisneros, mi futura esposa.
- Hola - suelta ella tímidamente, cuando de repente una ansiedad inquietante empieza a llenar sus sentidos. - No puede ser, no puede ser.. - murmulla casi en un susurro, negándose a creer que esos rasgos faciales ya las ha visto antes y en las mismas condiciones.
- Señora, qué gusto verla de nuevo a usted también - respondió el juez con voz amigable, pero visiblemente confundido.

¿Acaso, después de casarlos la primera vez, el matrimonio Lombardo se ha desintegrado y se vuelve a unir de nuevo, otra vez con él como testigo?

- Por favor, prosiga con el casamiento señor - interrumpió Lucrecia, con obvia mueca de desagrado, mientras su hermano daba gracias al cielo por su rápida intervención.
- Ah, sí.. - suspiró el licenciado, aún sin entender nada.

Oficialmente, la ceremonia había empezado y todos los presentes denotaban todo, menos felicidad. Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, mientras Marcia todavía no caía en cuenta de la estupidez de acababa de cometer su, ahora, futuro marido. Lo veía de reojo, maldiciendo lo despistado que se ha vuelto en su ausencia.

Esa sensación pronto se vio reemplazada por otra más terrible.
Aquello por lo que estaba insistiendo con tanto fervor desde que había pisado tierras mexicanas otra vez, se estaba haciendo realidad a pasos agigantados.

La sola idea de volver a dormir en esa mansión que un día llamaba "hogar", le parecía insensiblemente absurda.

Volver a apoderarse de lo que ya estaba caducado se asemejaba mucho a tener una pesadilla infantil, pero el monstruo ya llevaba veinte años persiguiéndola y era hora de ponerle fin a ese miedo.

Su turno de responder a esa pregunta tan difícil se estaba aproximando y aunque con esto firmará otra sentencia, estaba dispuesta a correr el riesgo en nombre del odio que sentían sus hijos por ella.

- Sí, acepto - pronunció la novia en un hilo de voz, mientras sentía como todo en su interior se despedazaba.
- Señor Esteban Lombardo, ¿acepta usted a la señora Marcia Cisneros como su legítima esposa?

Un silencio atroz reinó en el ambiente ya tenso. Pasaron dos segundos, tres, cinco. Hasta que el juez repitió la pregunta varias veces.

- Sí, acepto. El destino me trajo otra vez a tus pies por algo - susurró Esteban y sin esperar más le planto un beso avasallador.

Un beso que llevaba muchas noches de desvelo consigo. Tantas represiones del deseo y un anhelado:

"Los declaro marido y mujer".



Volví. Espero esta vez terminar de escribir la historia ✨

Colección de historias: La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora