#25. - Cortina de humo - I

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El efecto de estar tantos años encerrado en su cápsula de cristal, lo mantenía desorientado y claramente atrapado en su propia red de mentiras. Durante la mitad de su vida se había concentrado en construir una armadura cuya principal función sería convertirlo en un ser apático.

Involucraba una guerra silenciosa entre su corazón, la razón y la voz de su consciencia.

Su debate mental siempre giraba en torno a enmudecer su corazón que imploraba por el regreso de la mujer que amaba; la razón que decía que debería odiarla; y su consciencia que lo declaraba culpable por haber elegido el camino fácil.

Ahora que los deseos ocultos se materializaban de a poco y el moreno sentía el tan anhelado cansancio después de hacerle el amor a su esposa múltiples veces, sabía que el músculo que descansaba en el lado izquierdo de su torax iba a insistir a muerte. Saldría ileso de ese mar de tristeza en el que estaba sumergido y gritaría tan fuerte, hasta que finalmente alguien se digne a escucharlo.

Insistiría en ese amor que era poco menos que imposible.

La disonancia cognitiva que atacaba sus pensamientos sacaba a colación un severo conflicto entre sus viejas y bien arraigadas creencias y los ojos dormidos de la mujer que yacía a su lado. Su cabeza parecía que iba a estallar por tanta telaraña y decidió salir cuidadosamente de la cama en busca de algo que calmara sus nervios. Al hacerlo, se percató de la existencia de un objeto en particular que no había visto antes:

El espejo cubierto de post-it que reunía todas las piezas de la actual investigación.

Alternó la vista entre cada pequeño pedazo de papel cuyo contenido estaba relacionado con los nombres de sus supuestos amigos, sus hermanas y el suyo propio, como también un par de apodos circunstanciales que no era capaz de entender.

Era ilógico que la pelirroja arme tremendo circo y lo esconda en donde nadie lo vería si era culpable. O se había vuelto una ezquizofrénica que se creía sus propias mentiras o de verdad era inocente. Aunque sus entrañas empezaban a arder y quería despertarla a gritos para que le diera una explicación, prefirió vestirse lo más rápido posible y actuar como un hombre sensato.

Buscaría la verdad por sus propios medios y si el precio por pagar era volver a estrellarse contra una pared o tener que arrastrarse como gusano ante los pies de la mujer a la que le había destruido la vida, lo pagaría.

¿Toda su agonía era producto de una cortina de humo?

[.....]

Tocó el timbre con premura, consciente de que su plan sería difícil de ejecutar, pero estaba decidido a destaparlo todo

- ¿Esteban? - cuestionó el chico visiblemente confundido por la visita tan inesperada de su padrino, últimamente se llevaban peor que perros y gatos.

- Omar, ¿puedo pasar? Es urgente - pronunció con dificultad, estaba agitado por haber subido las escaleras tan de prisa, no tenía paciencia para esperar el ascensor.

- Eh, sí - respondió dubitativo, haciéndole un ademán para que entrara y cerrando la puerta detrás del moreno.

- Mira, sé que nuestra relación esta bastante deteriorada y lo que te voy a pedir te va a tomar por sorpresa, pero lo necesito - siguió presionando su pecho, intentando agarrar una bocanada de aire y calmar su leve taquicardia. - ¡Es de vida o muerte!

- ¿De qué hablas? - preguntó el joven, viéndolo totalmente extrañado, estaba pálido y era evidente que algo muy grave le estaba pasando. - ¿Qué necesitas?

Colección de historias: La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora