#40. Espejo torcido

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Contemplar a alguien en silencio, a escondidas, podría interpretarse de múltiples maneras. Varía desde una simple y quisquillosa curiosidad, viajando gradualmente hasta bajar a lo más macabro: el acecho.

Confundir una inocente observación desde un punto lejano con un acoso descarado es más fácil de lo que uno creería, por eso el moreno se sentía un poco abrumado de que ella podría siquiera pensar que él tenía la intención de vulnerar su intimidad en un momento tan complejo y adverso de su vida.

La contrariedad entre sus pensamientos y sus acciones quedaba reflejada justamente en ese preciso instante, cuando hacía todo lo que por dentro pensaba que la lastimaría.

Pero no podía detenerse hasta averiguar qué era lo que ella se traía entre manos.

- Señorita, ¿puede darme un boleto para el mismo vuelo en el que viajará esa mujer? - señaló con el dedo índice en dirección a la pelirroja, luego de haber esperado un tiempo prudente en la fila con tal de que ella no lo descubra.

- Discúlpeme, pero es estrictamente prohibido revelar información sobre los pasajeros, así que dígame a qué vino o tendré que pedir que las autoridades lo saquen del aeropuerto - aseveró la trabajadora, cuya belleza dejó un poco descolocado al moreno, por ende tuvo que pasar saliva varias veces para poder concentrarse.

- Mire, con todo respeto, usted es una mujer muy hermosa. - volvió a tragar grueso, extendiendo las pausas entre las palabras para intentar pensar rápido en una mentira creíble. - Que supongo que en algún momento de su vida se ha enamorado profundamente - entrelazó su mirada con la de la rubia que lo observaba completamente confundida, y, al notar que ella asentía levemente con la cabeza, continuó. - A lo que voy es que esa mujer que acaba de irse es el amor de mi vida.

La adrenalina que durante breves segundos había palpitado en sus venas al mentir tan descaradamente, de repente, se disipó.

Pronunciar aquel conjunto de palabras lo impactó sobremanera, a tal grado que su estómago parecía revolverse.

¿Realmente estaba mintiendo?

- Ha sido mi esposa durante más de veinte años y es la primera vez que se enoja así de feo conmigo - hizo un mohín tratando de causar una reacción empática en la chica. - Lo que sucede es que lo único que me dijo antes de abandonar la casa es que quería estar lejos de mí, pero todo fue un malentendido, lo juro - junta sus dedos imitando una cruz, para después besarlos. - Usted no está dispuesta a ser la causante de un divorcio, ¿cierto? - Cambia su expresión de tristeza a una pícara y le extiende su pasaporte, a lo que la rubia se ríe en voz alta.

- Mmm... - agarró el documento y se dispuso a teclear sus datos personales en la computadora para poder finalmente imprimir el pasaje. - Debe ser bastante complicado para su mujer tener un esposo tan... - hizo una corta pausa, masticando las palabras, para acto seguido darle una ínfima mirada. - Terco.

- Y, ¿a dónde viajo?

- Apúrese a leer su boleto y pasar los controles de seguridad, porque su esposa ya está en la mira de alguien más - carraspeó, visualizando cómo el cuerpo de la pelirroja se alejaba cada vez más, pero ahora estaba acompañada de un misterioso hombre. - Las playas paradisíacas de Cancún son el lugar ideal para una reconciliación, pero también un sitio peligroso para una mujer sola y vulnerable.

- Gracias por tus consejos, linda - le guiñó un ojo, disimulando el enojo creciente que se adueñaba rápidamente de su mente. - Tendrás un buen ascenso; yo me encargo de hablar con tus jefes.

- Me halaga saber que mis clientes le hablen bien a mi padre de mi trabajo - le devuelve el gesto del guiño y le da los papeles. - Suerte - ambos se despiden con un ademán y el pelinegro se retira a seguir con el protocolo de seguridad.

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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