Capítulo 15

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Momento del desastre...

Bastian.

Alena era tan perfecta, delicada y la mujer más dulce que en mi vida pude conocer. Quería protegerla a toda costa y me resultaba por primera vez en mi vida, hacer mi trabajo correctamente. Mis pensamientos y mi vida entera pertenecían a esa hermosa pelirroja.

En estos momentos estoy rompiendo miles de reglas, años de profesionalismo y un sinfín de manuales de ética militar. Estoy cruzando la línea entre mi jefa y yo. Podría perder mi trabajo en cuestión de segundos y en este momento es lo menos que me importa...

Veo como sus ojos están llenos de miedo mientras dejamos de besarnos. Estábamos en un lugar público y eso a ella podría traerle más problemas de lo que podría imaginar alguna vez.

Acarició mi mejilla y me dio una cálida sonrisa.

La volví a besar, pero esta vez con desespero, con temor a que esto terminara en lo que saliéramos de aquí. La abrazaba cada vez más porque sentía como la distancia entre nuestros cuerpos me quemaba. Bajé el ritmo del beso al notar como su piel estaba erizada y eso hizo que mi buen amigo quisiera salir de mis pantalones.

—Puedo detenerme si así lo desea, princesa —digo ronco, sentándola en el lavamanos.

—No... no quiero eso —responde con voz agitada.

Dejo un camino de besos que iban desde su mejilla hasta su cuello, ella al sentirme ahí, estiró su cabeza hacia atrás para darme un mejor acceso. Mi respiración se iba descontrolando cada vez que la escuchaba gemir.

—Es una buena manera de perder tu empleo, supongo —la escucho burlarse, su voz estaba ronca y la hacía jodidamente sexy.

Volvemos a vernos fijamente, ambos estábamos llenos de deseo y mi jodido corazón no podía estar más tranquilo y en paz, como ahora.

—Te tocará mantenerme —beso su nariz.

—Sabes hacer bromas, Zervas —besa la comisura de mi labio.

—Sé hacer muchas cosas, princesa —admito, ella muerde su labio provocándome—. Y te lo voy a enseñar.

Estampo nuevamente mis labios en su boca, la quería devorar, ella tocaba mi cuerpo mientras yo acariciaba su pecho y sentía los latidos de su corazón.

No supe cómo, cuándo o donde, pero la amaba.

Sinceramente, Alena para mí era todo.

Acaricié con delicadeza sus piernas y todo de ella, antes de meter mi mano bajo su vestido y acariciar sus bragas. Podía sentir el calor que desprendía su interior, ella desabrochó los botones de mi esmoquin, mientras intentaba meter su pequeña mano en mis pantalones.

—¿Tienes una cerradura? —pregunta, dejando de besarme.

—Me estoy guardando para ti —sonríe pícara, desatando mi correa.

Vuelve a besarme y abro mis piernas un poco para que pueda tocar con gusto... solo que solté un suspiro cuando sentí su mano dentro. El sonido de mi celular me recuerda que la realidad es otra y por más que no quiera hacerlo, nos detenemos.

»*Sé que estás muy cachondo en este momento y vas a odiarme porque interrumpí, pero me lo agradecerás cuando crezcas, bambino. He recibido la información sobre lo que quieres. Le daremos una visita a Camelia. Solo te aconsejo como tu amado mejor amigo de los bajos fondos, que mires bien donde vas a meter tu amigo. Hay paparazis en el restaurante. Un amigo va a ayudarte de salir de ese aprieto.

Leí el mensaje de Fabrizio y sentí que por primera vez desde que empezaron los problemas con la mafia, todo se arreglaría sin problema.

Le doy un casto beso y niego con la cabeza, ella me mira decepcionada y la ayudo a bajarse del lavamanos. Respondo el mensaje después de ver sonreír a Alena y darse la vuelta para arreglarse.

La Princesa y su Guardián #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora