Capítulo 31

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Quisiera regresar el tiempo y empezar de nuevo...

Princesa Alena.

Recordé que mi vida no había sido mala, tuve mis altos y bajos, pero mi vida, como tal, no fue mala. Mi padre no sé qué estaba haciendo con su vida, desde que dejé el palacio. Muchas veces quise llamarlo, pero mi orgullo no me dejó. Mi hermano me estaba encargando a Nueva Zelanda, todos me querían allá, pero no me animaba todavía, hasta que mi hermano tomara su lugar como rey. Con Bastian no pude más que meter la pata. Desconfié tanto de él, tuve tanto miedo de Camelia y terminé en sus garras, con Bastian aquí.

Hacía tanto frío, que se calaba en mis huesos y me temblaba todo el cuerpo sin piedad.

Quería ir al baño, quería comer, quería llorar y también me dolía el alma. Estaba sentada en una silla atada sin poder moverme. La habitación debía ser la más fría de todos lados. Necesitaba ver algo que no fuera la oscuridad. Hilary estaba dormida y sabía que ella estaba peor que yo. Ver a Kyle en esa situación, en una donde ellos se habían separado y serían padres. 

Su situación me dolía mucho porque por más que intentara, no podría ayudarla.

Regreso la mirada a mis piernas atadas a la silla, mis pantalones tienen rastros de sangre seca y varios restos de comida. Daba asco porque estaba tan segura de que Bastian estaría tan enojado, al verme así. Él siempre me cuidó y me advirtió de los peligros que podría correr si seguía entrando a los lugares sin antes revisar. Pero resulta ser que no estuve alerta en el palacio... Mis manos habían sido atadas con cadenas tan pesadas, que sentía como la piel se rasgaba con el peso, era un dolor intenso y ya sinceramente, no sabía si me podía doler algo más. 

Mi boca estaba libre de mordazas, no podía respirar correctamente, debido a unos golpes que me dieron. Era tan forzado buscar aire, que me ardían las fosas nasales.

¿Por qué tanto odio hacia mí? De verdad que no hice nada malo... enamorarme como lo hice de Bastian puede que haya sido un error, pero no es mi culpa. Solo me gustó el chico equivocado y no me arrepiento.

Pero me arrepiento de no haber disfrutado más con él y haberlo lastimado menos.

Me doy cuenta de la presencia de alguien más, cuando empiezan a limpiar mi rostro, con un pañuelo húmedo. Sabía quién era por su respectivo aroma, me dolió poder suspirar y buscar más de ese adictivo olor. Cómo puedo voy adaptándome a la linterna que había en el suelo.

—¿Te duele mucho? Joder... esto no puede estar pasando —pregunta con voz ronca y dolida—. Por favor, permite que pueda limpiar un poco tu rostro. Verte así me está matando...

Sonrío, aunque me duela hacerlo. Sentía su sinceridad y sabía cuánto le dolía verme así... para Bastian, mi seguridad lo era todo, pero necesitaba hacerlo sufrir, no podía imaginarlo con Camelia... siendo su aliado... eso me mataba también.

—Eres tan hipócrita... preguntarme si me duele... —le digo con molestia—. No me toques, Bastian. Déjame con mi rostro manchado y lleno de vergüenza para ti. ¿Te duele que esté herida? Qué vil mentira, Bastian.

Suspira y empieza a limpiar mi rostro con tanta delicadeza, que me dolía más. Un par de veces lo aparté, y él, con ojos que rogaban que se lo permitiera, me miraba.

Soy la idiota que aún secuestrada ama a este imbécil... odio amarte tanto.

—Perdóname por no poder ayudarte como lo necesitas —pasa con delicadeza el pañuelo sobre mis heridas—. Juro que voy a vengarme de cada uno de ellos. Estoy tan jodidamente cabreado. Cada lágrima que derramaste, cada golpe, cada respiro de odio que tuvieron para ti... mis manos necesitan la sangre de esos bastardos.

La Princesa y su Guardián #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora