Capítulo 4

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Podía oler su decepción desde aquí y puedo asegurar que me lo merezco. Soy un imbécil que jode todo y realmente no importa cuál sea la situación, siempre, siempre lo voy a joder. Me siento completamente incompetente desde que no pude controlar la situación con Camelia y voy a tratar de seguir ignorando lo que ella hace por mí, pero es que me resulta imposible.

Estoy completamente confundido y más que todo porque no quiero que salga lastimada. La vi crecer y fuimos por un momento algo especial, pero no sé cuándo cambio todo. No sé cuándo fue que ella quiso cambiar su manera de ver la vida conmigo y sí, estoy seguro de que Alena tiene que ver mucho en esto, pero... joder, estoy confundido.

—¿Qué te pasa ahora? —pregunta mi amigo mientras nos tomamos una taza de café—. Esta mañana estabas idiota y ahora en la tarde estás más idiota. ¿Sabes que si sigues así lo más probable es que la princesa que custodias sea reemplazada? No quieren a ningún guardaespaldas con problemas para una tarea como esta.

Suspiro con resignación porque sé que tiene razón.

—Soy el puto de Alena —murmuro, ya que estamos en un lugar público y bueno... no quiero que nadie se entere de esto.

No por mí, todo es por ella.

—¿Dime algo que no sepa, Bastian? —se burla—. ¿Seguro que estás molesto por eso? Mira que tú tienes el don de cambiar drásticamente la situación y ponerlo en tu contra.

—Digamos que le dije que solo estaba con ella porque soy un tipo necesitado de sexo, porque es mi jefa y jamás podría negarme a nada —tomo un sorbo de café cuando lo veo ponerse serio.

—Tú de verdad que eres idiota —me mira con vergüenza—. Ella te gusta, Bastian. ¿Qué te costaba decir que aceptaste eso únicamente porque te gustaba?

—Me llamó su perro guardián, Kyle —lo miro indignado.

—¡Es que eres su perro guardián! ¿Qué te sorprende? Bien merecido tienes todo lo que te haga desde hoy —me da un golpe en la parte de atrás de la cabeza.

Lo sé, realmente sé que soy un imbécil y no debí decir nada de eso, pero ella también me buscó, al herirme con sus palabras frías. No sé lo que estoy esperando de ella, pero me estoy empezando a cabrear sin razón.

Nada de lo que he dicho desde que empezó este capítulo, tiene sentido o lógica.

—Vi a Camelia —mi amigo me saca de mis pensamientos—. Me estuvo haciendo preguntas extrañas y quiere conocer a la princesa.

—Ella no puede simplemente querer verla —lo interrumpo—. Nadie tiene derecho de hablar con ella solo porque le apetece.

—Lo sé, pero fue lo que me dijo hace un rato. La noté bastante extraña, parecía un poco enferma, pero solamente apareció para preguntarme cosas sobre la princesa.

—Únicamente yo tengo esas respuestas —admito.

—Lo sé, se lo dije y se fue hecha furia del entrenamiento —su celular vibró, lo sacó y sonrió cuando leyó lo que decía—. Uno quisiera mandar en el corazón de las personas, pero por más que lo intentemos, no se puede.

En eso le doy la razón. Yo quisiera tener el poder para decidir, quien me gusta y quien no. También quisiera tener la oportunidad de poder sentir lo que otros sienten por mí. Una mañana al despertar en vez de apagar el despertador, solo obligarme a sentir algo por alguien a quien no quiero. La vida me enseñó que por más que luches y pidas auxilio, por más que tú llores y ruegues a los cielos por el amor de esa persona, por más que lo intentes... no podemos obligar a nadie a querernos.

No voy a hablar de la obsesión de Camelia hacia mí, pero honestamente nadie me quiere y ni siquiera por error. Nadie lucha por mí como yo lucho por ellos. Soy bueno en mi trabajo y haciendo reír a todos, pero nadie sabe realmente como me siento. Tengo mil demonios luchando en mi cabeza.

La realidad y la fantasía, pero me gana siempre la realidad.

No tengo fe en mí, solamente en mi trabajo. Por eso me siento culpable a las muestras de amor obsesivo que me mostró Camelia. En su tiempo lo acepté y estoy seguro de que todo lo que me dio ella, de mi parte nada más recibió la mitad y diría que es mucho.

Si pudiera desaparecer, lo haría. Más que todo porque estoy luchando por imposibles y la vida lo único que hace es pagarme con dolor y sufrimiento.

Y sin querer, estoy arrastrando a las personas que están a mi alrededor.

***

La había ido a buscar, me encontraba en la puerta de su departamento esperando a que abriera, ya que antes de venir, recibí órdenes de mi jefe que decían claramente que la princesa, no quería tenerme dentro de su casa porque le resultaba incómodo. Así que los 6 custodios que cuidan el piso de ella, estaban vigilando a que yo no irrumpiera en la morada de dicha princesa.

Supongo que esta vez la embarré hasta el próximo mes.

—Buenos días, princesa Alena —la saludo al ver que abre la puerta—. ¿Está lista para irnos?

—¿Qué tienen de buenos? —la miro con confusión—. ¿Acaso no vistes las noticias? —niego con la cabeza rápidamente sin entender—. Debo ir de viaje a mi país porque mi padre me está esperando.

—¿Qué tiene eso de malo? Está bien ver a la familia de vez en cuando —y me doy un golpe mental al recordar que ella fue sacada de Grecia.

—Mi padre está mal de salud y si eso sigue así, como son de la época antigua, me van a obligar a casarme con algún príncipe para poder reinar —se cruza de brazos en el lumbral de la puerta.

¿Casarse? La mujer que me trae loco es posible que se case...

—¿Qué pasará conmigo y mi trabajo? —otro golpe agregado para el día de hoy.

Ella se empieza a reír como si el chiste más divertido, hubiera salido de mi boca.

—Solo te importa el trabajo —me mira con decepción, otra vez—. Tranquilo, serías el nuevo guardián de mi futuro marido. También deberíamos terminar nuestra relación de amigos con derecho porque lo más probable es que me pidan descendientes y no podré estarme acostando con dos personas a la vez. No sabría quién es el padre y eso sería bastante vergonzoso.

—Tú no eres así.

—¿Quién lo dice, Bastian?

—Yo.

—Que equivocado estas. Porque si me puedo acostar con muchos hombres al mismo tiempo. Así como haces tú con tu novia y conmigo —hago una mueca de desagrado—. Entonces... ¿viniste a pedirme disculpas por lo de ayer?

La miro como si esa mujer tuviera dos cabezas.

—No.

—Entonces tienes el día libre. No voy a andar con una persona que hace lo que dé la gana y no me pide disculpas por sus actos vergonzosos hacia mí —frunzo el ceño por lo que dijo.

—También debes pedirme una disculpa por lo de ayer, Alena.

—No.

—Entonces tomaré mi día libre —nos miramos por unos segundos, hasta que sus ojos mostraron completamente la ira que tenía guardada.

—Soy una princesa. Jamás pediré disculpas por algo que dije cuando quería y lo sentía —se acomoda y toma el picaporte de la puerta.

—Yo pediré disculpas y me retractaré, únicamente si tú lo haces. Esto fue un problema de los dos, yo no metí la pata únicamente —hablo con sinceridad.

—Ten un bonito día, Bastian —y con eso, cerró la puerta.

Recibí otro mensaje de mi jefe donde me explicaba que Alena, había solicitado otro custodio temporal porque conmigo se sentía asfixiada. Supuestamente, la estaba obligando a salirse de su zona de confort. Así que mi jefe decidió darme unos días libres por exigencias de la princesa.

Lo que siento por Alena me está quemando y la culpabilidad de no poder corresponderle los sentimientos a Camelia, me están haciendo venir abajo.

Sí, soy hombre y cometo errores, pero en estos momentos no sé qué hacer, además de sentirme como un bastardo jugador.

Algo importante, Alena se ve hermosa molesta y moría por besar su boca.

La Princesa y su Guardián #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora