Capítulo 19

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Todos vemos las cosas de acuerdo a como nos convenga...

Bastian.

Pude sentir por primera vez el temor de Alena al hablar de su padre. La vi triste al recordar a su madre y lo que le hizo sentir el rey, al tener amantes. Por un microsegundo pude entender a Alena y sus maneras de quererme.

Sus extrañas maneras de quererme.

Fui criado por mis abuelos, con las enseñanzas y valores antiguos. No diré que soy la mejor persona del mundo porque honestamente me siento basura la mayor parte del tiempo. Soy respetuoso y sí, quiero tener un amor para toda la vida.

Quiero amar a la misma persona para siempre y quiero estar con ella hasta el último momento de mis días. Mi mente eligió a Alena desde que mis ojos la vieron y mi cerebro, hasta hace semanas, se rehusaba rotundamente a admitirlo.

Hoy puedo decir libremente que la amo sin obstáculos, pero también me voy a dar mi puesto y no mendingaré amor por más enamorado que me encuentre de ella. La había visto de lejos y sé qué estaba buscando privacidad, pero sentía que no podía dejarla irse con esos pensamientos que no puedo descifrar.

—¿Todo bien con ella? —me pregunta Kyle cuando llego a su lado.

—Por alguna extraña razón siento que siempre preguntas lo mismo cuando me ves —me quejo.

—Bueno, eso te ganas por ser tan cristalito en la vida —se burla, me indigno por como me llamó—. Quita esa cara porque sabes que es verdad. Me parece extraña tu sorpresa.

—Las personas maduran con los daños, no con los años —digo serio—. Pero tú no estás preparado para esa conversación.

—Ya se te metió la idea del hombre sufrido y maltratado —me ve serio—. ¿Por eso es por lo que Alena no te quiere?

—Tú fuiste el espermatozoide más rápido, pero me pregunto todos los días como es posible que seas tan imbécil en la tierra —me empiezo a reír al verle la cara—. A ti te hacen falta daños para que madurez porque los años te resbalan.

Nos empezamos a carcajear y a echar bromas por lo viejo que estamos. El miércoles es su cumpleaños y no somos de celebrar un año menos de vida, pero supongo que, como ahora está Hilary, querrá hacerlo.

Además, ese día también trabajamos.

—¿Qué se siente llegar a los 40, viejo, solo y sin familia? —me ve con diversión ante mi pregunta.

—Son 35, Bastian. Pero se siente bien. Estoy crocante y me duele ya la espalda —me río—. El tercer piso me llega a la perfección con los males de la edad.

—Las deudas, las canas, el órgano reproductor masculino caído, la viagra...

—Las ojeras, el sueño extremo, la caída del cabello, el metabolismo loco, la falta de ganas de sexo, la resaca después de dos cervezas —sigue enumerando lo que dije.

—Es divertido escuchar las quejas de dos viejos en descomposición —el acento italiano de alguien muy familiar a nosotros, nos hace girarnos—. Tengo rato escuchando sus bobadas. Les faltó agregar viejos verdes y adinerados.

Alessandra se une a nosotros mientras nos reímos.

—Las cosas son como son —le digo.

—O simplemente no son —termina la oración, Kyle.

—Los idiotas de mi vida están de vuelta —nos abraza a los dos—. Aunque Zervas será mi guardaespaldas, estoy segura de que al vejestorio de Kyle lo veré hasta en la sopa.

La Princesa y su Guardián #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora