4: Fácil de convencer

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Faltan exactamente cuarenta minutos para que el gimnasio cierre. No me he cruzado a nadie en toda la tarde más que a personas que venían a entrenar y a dos mujeres que tenían cita con Janeth: encargadas del servicio de camareros para el festejo del sábado por la noche. 

Pese a la poca interacción que tuve con las personas no fue para nada tedioso; además, saber que no volveré a tener que mudarme ni buscar empleo otra vez, era y sigue siendo una muy buena razón para sonreír y estar de buen humor. 

Continúo resaltando algunos números de teléfono a los cuales debo llamar mañana. Debo corroborar que los adornos, bebidas y algunos presentes lleguen a tiempo el fin de semana. Continúo hasta que un golpeteo de nudillos en la barra de recepción me hace levantar la vista. 

Un chico de unos veinte años clava su curiosa y descarada mirada pigmentada de marrón claro sobre los míos. Lo saludo con una media sonrisa debido a que su cabello azul encendido, casi rapado por completo me parece adorable y divertido. Tal vez esto ocasione que él ensanche sus labios a la par mía. 

—Bethany, ¿No?

—Que rápido corren los rumores aquí dentro. 

Deja caer su codo sobre lo que nos separa y me estrecha la otra mano. 

—Creo que desataste un caos —me confiesa con diversión —Estuve en medio de una discusión entre Janeth y Jeff hacia Alec por ser tan... Alec. —suspiro con fuerza. Sabía que tarde o temprano oiría algo como esto. —O bueno, eso fue lo que oí. Así que la curiosidad me estaba volviendo loco.

—Me nombraron. 

—Así es. 

—¿Fue muy malo? —indago. 

—No tanto... Pero... 

—¿Interrumpo? —cuestionan detrás de él. El rubio que anhelaba no volver a cruzarme hoy yace inmóvil casi pegado a su cuerpo.

—Estamos conociéndonos. 

—Cierto, —prosigue el de cabello azul —Soy Greg. Greg Sullivan.

—No hace falta que repita mi nombre, ¿no? —tanteo esbozando una sonrisa cómplice—¿También boxeas?

—Sabía que me delatarían los músculos.

No lo noto tan fuerte como Desmond o Alec, pero ¿Debería decir que si para que no se sienta mal?

Se pone a reír espontáneamente. De seguro lo causa mi expresión de indecisión.

—Tranquila, solo quería ver la cara que ponías.

—¿No lo eres? —le pregunto casi en medio de una carcajada.

Niega con la cabeza y levanta el cinturón color negro que tiene en sus manos. 

—Entreno un poco, pero en verdad soy la mano derecha de Alec. Ya sabes, hago los conteos, le sostengo la bolsa y recibo sus golpes cuando practica o se pone insufrible. Que por cierto es muy a menudo. —me cuenta con un entusiasmo para nada exagerado —muy amigos fuera y dentro de todo esto que ves aquí.

—Entiendo... Ya me estaba sintiendo en la obligación de mentirte por lo de los músculos. 

Se une a mi risa antes de que nos volteemos a ver a Desmond. 

—¿Tu también fuiste sacudido por el caos? —le pregunta a él. Des le mantiene la mirada ansiosa. De brazos cruzados, ¿Cómo no?

Por más que mi respuesta no haya sido la que de seguro esperaba oír, no se movió del lugar en el que se plantó al llegar. Aclara que necesita hablar en serio conmigo. 

I KNEW YOU WERE TROUBLE | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora