15: El chico malo no es tan malo

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—Gracias al cielo eres tú.

Él me mira cómplice.

—¿Mis chicos te están molestando? —me cuestiona con lentitud mientras que sus labios se extienden y sus ojos se achinan en consecuencia a su sonrisa—. ¿Cuál de los dos es peor?

—Tuve una conversación con Desmond —menciono con tranquilidad—. Intento ser más flexible con él.

—¿Qué hay de Alec? —me pregunta, casi como si no le importara lo que le cuento de su hijo. Estira un poco su brazo y me vuelve a acercar mediante un giro. Uno más tranquilo que el de Keegan—. Lo vi hablando contigo hace un rato.

—Es muy impredecible —le respondo y al instante huyo de sus ojos curiosos. Pensar que Jeff nos haya vislumbrado a la distancia me llena de preguntas. ¿Qué habrá pensado?, ¿Habrá malinterpretado nuestra cercanía?, ¿Alguien más habrá estado pendiente de nosotros dos? A esta altura ya no sé qué punto mirar, solo estoy segura de que no quiero hacer contacto visual con su mirada color mar—. A veces parece odiarme, pero otras tantas es amigable y hace lo imposible por intercambiar mi cigarrillo a cambio de un chocolate —agrego sin darle más detalles al respecto.

Su mirada es de completa sorpresa. Sin embargo, parece entender a la perfección lo que le digo por lo que me relaja un poco para seguir danzando con normalidad. Hay un silencio entre ambos que sé que tiene que permanecer. Aún así, siento que mis pensamientos y los suyos están haciendo tanto ruido que en cualquier momento van a lograr que me responda al fin.

Una parte de mi anhela con fervor saber más acerca del chico tan cambiante de humor. Mi otra parte solo quiere dejar las cosas como están: sabiendo que tenemos algún que otro sentimiento de atracción reprimido y mirarnos como si no soportaramos la presencia del otro bajo ningún término. Aún cuando ambos sabemos —sin lugar a dudas—, que eso no es tan así.

—¿Te contó algo sobre él?

Su pregunta me desencaja en cierta manera, ya que no son las palabras que esperaba. Así y todo me las rebusco para no parecer tan desconcertada ni bien termina de hablar.

—Solo que su mal humor cotidiano no es nada personal —le comento, empeñandome de manera considerable en no darle tanta importancia al asunto. Él asiente pensativo con el fin de mi oración—. ¿Le sucedió algo?

Separa sus labios para contestar, pero los cierra tan rápido que no llega ni a expulsar su aliento. Parece arrepentirse.

—Creo que van a tener tiempo de conocerse —alega—. Él podrá contarte.

Quiero contradecirlo con ironía, sarcasmo; reírme por lo que acaba de decir, pero no me parece lugar, momento ni tampoco la persona indicada para hacerlo. Lo único que puedo hacer más parecido a eso es rodar un poco los ojos.

—Jeff, ¿En serio crees que voy a tener conversaciones de ese estilo con Alec? —me sumerjo en sus claras pupilas. Está serio, aunque levemente ansioso por nuestra charla—. Si su temperamento se combina con mi carácter, no duramos mucho tiempo en buenos términos. Que por cierto, quiero disculparme por lo del otro día en tu casa. Estoy muy avergonzada por...

—Beth, ni lo menciones —nuestros cuerpos se detienen—, he conocido gran parte de ti tan solo con quince minutos que hablábamos en tu antiguo trabajo. Sé que has tenido complicaciones y que todo esto es un cambio muy abrupto.

—¿Más la noticia de que podríamos habernos conocido mucho antes gracias a Des? —lo interrumpo irónica.

—Si, eso aún me es difícil de creer —responde, correspondiendo de igual forma a mi sonrisa tímida—. Pero en fin, contestando a tu pregunta: si. Creo que puedes tener charlas profundas con él. Incluso más que conmigo.

I KNEW YOU WERE TROUBLE | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora