La memoria nos tiende enormes traiciones. Es selectiva, indomable y a veces inevitable. Te pone trampas para que vuelvas una y otra vez a ese recuerdo que te forzó a cambiar o adormeció una buena parte de ti. La memoria, tal como lo hizo hoy, sabotea nuestros días.
Noté dos cosas: que mis recuerdos por más viejos que sean siguen ardiendo y amargando con fatalidad y que tanto como lo anterior, pasar tiempo con Desmond y su familia podría ocasionarme muchos problemas.
Los conocimientos de mi psicólogo le harían decirme que me esfuerce en mirar hacia adelante, que no me canse de darle oportunidades a las personas y que perdonar sería una gran decisión para un gran cambio personal. Por lo que todo esto podría tomarlo como un exámen; un proceso que me va a ayudar con todas estas cuestiones si pongo en práctica sus consejos.
—Beth, linda —mantengo mi sonrisa que no llega a mostrar los dientes. —no quise venir a molestarte antes...
En un súbito, una oleada de esperanza me invade cuando la veo a Janeth acercarse a mi.
—Estoy bien, por favor no te preocupes.
Se acerca a darme un leve apretón en el hombro antes de decirme:
—Voy a hablar con Desmond para que no vuelva a suceder algo así.—Ambos nos debemos una conversación. —le aseguro con un leve pesar en mis palabras. — Yo me encargo.
Ella se limita a sonreír a medias.
—No teníamos idea de que habían estado juntos.
—Si, es una larga historia, pero ya no hay mucho que contar.
—Sabes que aquí me tienes cuando gustes hablar —es lo que me dice con el semblante relajado.
Tan pronto veo que un grupo de niños corre hasta el ring con la vestimenta deportiva del club, me genera curiosidad. Alec va detrás de ellos con una carpeta y un bolígrafo en mano. Alza la cabeza en dirección a nosotras y nos saca la lengua a modo de burla. Sin más, sonríe con naturalidad.
—No puedo creer que Alec te haya hecho reír —bromea Janeth con picardía.
—¿Qué? No, en lo absoluto. —afirmo con rapidez.
—Es un avance.
—Es un tonto —le aseguro susurrante mientras me encojo de hombros. La oigo reír un poco —en fin, ¿Qué está haciendo? Pensé que solo entrenaba.
—También es el instructor de los niños. —me siento sonrojada. —Te resulta raro, ¿No?
—Si no lo veo, no lo creo... —desviamos juntamente nuestros ojos al ring dónde todos están riendo y molestándolo con golpes y abrazos que parecen más golpes. —Y... ¿Se le da bien?
—Si, ama lo que hace. Siempre está muy animado en sus clases. —me cuenta y noto por el rabillo de mi ojo que ahora habla en mi dirección. —cuando descubrimos con Jeff que lo ayuda tanto como una terapia, creímos que era lo mejor agregarle más grupos y él no se opuso ante nuestro consejo.
—¿Y con los niños qué tal es?
Un cosquilleo en las comisuras de mis labios hace que termine sonriendo de genuina ternura. Quedo con la vista fija en la forma en la que ata los cordones de las zapatillas de una niña.
—Si quieres conocer su lado dulce y sensible, solo observa como los trata.
¿Tenía lado dulce y sensible?
No sé si hablamos del mismo chico.—Ya veo —menciono ante su silencio. Observo que los hace hacer grupos y empiezan a hacer un calentamiento que parece divertido.
—Cualquier otra pregunta que tengas, puedes hacersela a él directamente. —el tono inquisitivo que utiliza me hace volver mi atención a ella. La miro curiosa ante su comentario. —solo digo, teniendo en cuenta de que ya eres parte del club y se verán todo el tiempo... —prosigue.
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I KNEW YOU WERE TROUBLE | En Curso
Romance"No existe ni la más remota posibilidad de que sobreviva al caos que es él" "Soy demasiado egoísta como para dejarte ir" ----------------- Bethany Sanders está atravesando sus veinticuatro años y aún no puede despegarse de su pasado. Alec Kershaw e...