8: Atrae tanto como fastidia

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Alec.

Todo se ha sentido muy diferente ultimamente. Aún no encuentro nombre para ponerle al sentimiento que tengo. Como si fuese completamente nuevo. Como si jamás hubiera sentido algo parecido.

Podría decirse que estoy confundido; inquieto. Pero no puedo asegurarlo con completa franqueza aún.

Son las tres de la mañana y la adrenalina es tanta que se me ha ido todo cansancio o sueño que tenía. Empezando por haber perdido las llaves de Bethany, siguiendo por nuestro intercambio de palabras que trajo consigo sensaciones irritantes y terminando en la pelea completamente extraña que tuve con Des. Se que eso es lo que más lamento. Nunca peleamos. No así.

El ruido de la puerta corrediza que da al patio me saca de mis pensamientos. Desmond irrumpe serio, pero decidido a darme su punto de vista en algo. Sin embargo, tan pronto apago la televisión y fijo mis ojos de lleno en él, parece acobardarse y querer largarse de la sala.

—No dudaste en partirme la cara, no dudes ahora tampoco.  

—Hubieses hecho lo mismo en mi lugar.

"Sin duda alguna", pienso automáticamente.

—El celoso de la familia eres tú —digo en cambio. Lo acecho de brazos cruzados, tan tranquilo como puedo.

Rechista su lengua contra su paladar antes de sentarse a unos pasos de mi. El silencio que le sigue es sepulcral, casi tan largo e incómodo como el que presencié con Bethany en el auto al repetir la misma oración.

Que idiota me sentí.

—Me dejé llevar. No debí hacerlo.

—¿Qué tal si te digo que disfruté mucho ese beso? —le pregunto solo para molestarlo.

—Pedazo de idiota... —Sus cejas se relajan. Claro que sabe que lo estoy fastidiando. Soy experto en el tema—. Quieras o no, me debes una buena charla de cómo llegaron a eso.

—¿Ahora? Ni lo pienses.

Pese a su casi inexistente sonrisa y mirada clavada en un punto fijo, puedo notar que su mente está ideando algo. Es más que evidente que me va a salir con otra cosa.

—Necesito que me ayudes con algo —suelta por fin.

Sonrío sin mostrar mis dientes. Apuesto mi vida a que se trata de la chica que no ha parado de manifestar la parte más insufrible de su carácter.

—Ya, escupelo.

—Es sobre Bethany.

—¿Sobre quién más sino? —murmuro sin tragarme el orgullo—. ¿Qué con ella?

—Quiero que vuelva conmigo.

Una carcajada limpia brota desde mi garganta. Sin embargo, ya no percibo tanta indiferencia de mi parte. Concibo una molestia acrecentándose y aturdiéndome por completo.

—Es una jodida broma, ¿No?

—¿Qué tiene de gracioso? —me interroga dudoso.

—Cualquiera te diría que estás mal de la cabeza —menciono, tanteando la herida que me dejó en el labio—. Le acabas de insinuar que se ha acostado conmigo enfrente de Jeff. —continúo sin poder evitar una sensación particular en mi estómago de solo imaginarlo. Que mierda...

No soy el mejor para hablar de mujeres, pero cualquiera en su sano juicio se daría cuenta de la expresión de vergüenza que puso. Claro que se sintió incómoda.

—Lo puedo remediar. Para eso te necesito.

—Ah, ¿Si? —pregunto irónico—. Suerte con eso.

Sus grandes ojos me visualizan con ansiedad. Los golpes que genera con sus pies empiezan a molestarme por demás. Y contrario de lo que él espera, la primera respuesta que se me viene a la cabeza es un rotundo no.

I KNEW YOU WERE TROUBLE | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora