13: Maldito y sexy boxeador de cuarta

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—No, no, no —habla rápidamente y me toma de la muñeca antes de dar un segundo paso lejos de él—, no vas a volver a dejarme con la palabra en la boca.

—Lamento el sabor amargo, amigo, pero ya no quiero hablar contigo —le sonrío con falsedad.

—Tú sola no puedes decidir cuando se termina esta conversación —replica—. Sin una gota de alcohol encima estarías muerta de vergüenza por la forma en la que te estás comportando.

—¡Increíble! ¿Vas a darme lecciones de moral ahora? ¿Justamente tú —exclamo con incredulidad, estrechando mi dedo en la piel descubierta de su pecho—, el que no ha parado de fastidiarme desde que llegue aquí? Cierto, eres todo un caballero.

De sus ojos salen chispas. Justo ahora me hace pensar en el Alec que entró echando humo el primer día que llegué al gimnasio. El que estaba empapado y no se detuvo un segundo en echarme más y más basura encima con sus palabras.

—Y tú eres pura simpatía, ¿No? —me critica y visualiza con displicencia—. No haces más que quejarte y ponerte histérica por todo.

—Oigan, si siguen así van a matarse —interrumpe Thomas en un tono rígido, pero sereno—. Hablo en serio, todos los de su mesa ya están en la pista y ustedes ni lo notaron. Ya déjense de ser infantiles...

—Infantil éste boxeador de cuarta.

Alec se me acerca con ímpetu. Acabo de avivar este incendio. 

—¿Qué acabas de decir?

—Encima eres sordo... —espeto sin detenerme a meditar mis pensamientos.

—Bethany, cálmate —mi amigo le quita la mano a Alexander de mi muñeca y alterna su mirada en nosotros. Sin embargo ninguno de los dos le da un vistazo. Ni siquiera de un segundo—. Estamos en una maldita fiesta, después siguen con su rivalidad de niños.

Mi pecho sube y baja.

¿Por qué estoy tan enojada? ¿Por qué se precipitaron estas ganas de huir de aquí? Se suponía que iba a disfrutar el demostrarle que podía ser igual de jodida que él, pero no me gusta esto. No me gusta discutir. Esta forma de ser tan maleducada no es la que me han estado enseñando estos últimos años.

Me reprendo a mi misma entretanto bajo los ojos. He quedado como una tonta.

Necesito aire y un cigarrillo.

—Saldré a fumar.

Me deslizo por el costado de Alec. Tomo mi bolso y no puedo evitar darle una ojeada rápida a la pista. Lily me está mirando intrigante. Yo le asiento con la cabeza para que se quede tranquila.

Me giro rápidamente sin percatarme de nada y en un atropello me choco con el susodicho...

«¿En qué momento se puso detrás de mi?»

Thomas me mira atento insinuando una sonrisa. Me está indicando algo en Alexander con sus cejas.

—Mi chocolate a cambio de tu cigarrillo  —es lo que me dice ni bien vuelvo a conectar con su expresión. En parte entiendo, pero surge en mi la gran necesidad de que me diga algo más al respecto. Así que inhalo, miro la pequeña barra que tiene entre sus dedos y regreso al verde profundo que habita detrás de sus espesas y largas pestañas—. La oferta no durará toda la noche.

Indiscutiblemente solo él puede hacer que pase de enojada a tímida en dos segundos.

—¿Por qué? —le pregunto.

Mi amigo se aproxima hasta nosotros. Algo que agradezco ya que empiezo a pensar que podrían hacernos demasiadas preguntas luego de tanta cercanía y conversaciones a solas. Coloca su mano sobre mi hombro y se posiciona igual que yo. Alexander no quita su mirada de la mía ni cuando esto sucede. Me estremece.

I KNEW YOU WERE TROUBLE | En CursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora