Habíamos pasado del funeral a la presentación.
Esa noche el evento fue todo un éxito. Habían hecho un homenaje a la grandísima Sabine Born y a su carrera, lo que fue muy lindo y me hizo llorar de nuevo. La noche fue especial aunque hubiera deseado que la jefa viera el resultado de tantos meses de trabajo en la filmación del comercial.
Me habían tomado fotos, me habían preguntado por Chris. Yo dije que estaba enfermo y que por eso no pudo asistir. Me abstuve de dar más declaraciones porque, con todo lo que había pasado, estaba segura de que la prensa iba a tergiversar todo lo que decía.
Muchos de los presentes me dieron sus pésames y varios de ellos, en general representantes de marcas, se acercaron a mí para felicitarme y dejarme su tarjeta. Me propusieron trabajos con una cantidad de productos que no podía contar con las manos. Mi carrera había despegado más alto que nunca.
En la salida, nos esperaba el auto de Jaime. Este era diferente al de Chris por obvias razones, un sedán negro mate, más pequeño que el mencionado y con menos estilo. Era el auto que usaba para pasar desapercibido.
Subimos al auto Sophie y yo.
—Pónganse cómodas —dijo Jaime al volante.
Le sonreí con amabilidad.
—Esta noche está llena de estrellas —dijo él mientras ponía en marcha el carro.
—Por todas partes —confirmó Sophie.
Luego de un rato comenzaron a hablar de cosas que no me importaban en absoluto, así que dejé de escucharlos. Hacían una linda pareja.
Miré por la ventana mientras cruzábamos la ciudad. Londres me había parecido una ciudad del sueño cuando llegué, pero en ese momento solo me deprimió por sus colores oscuros, por su cielo nublado, por sus calles vacías.
Cuando llegamos a la mansión, los de producción ya estaban afuera, preparando sus cosas para cuando volvamos a Australia. El vuelo estaba programado para la mañana siguiente. Jaime fue a devolver el auto que había prestado y nosotras entramos a la casa sin saludar a nadie.
Fuimos al fondo, al lago.
—Será lindo volver a este lugar en algún momento —dijo Sophie, sentada en una de las bancas en la orilla.
Los gansos estaban durmiendo y la noche se adueñó del agua, donde se reflejaban las estrellas.
—¿Qué crees que va a pasar con nosotras sin Sabine?
—Su nuera Gloria queda a cargo de la agencia ahora —contesté—. No le caigo especialmente bien, pero ahora soy como el rostro de la empresa, así que no nos va a pasar nada.
—Entonces no van a despedirme —musitó.
Nos quedamos ahí una media hora, mirando el paisaje de Carshalton Ponds, charlando de lo mucho que extrañaríamos ir de compras allí y de lo que habíamos pasado. Sophie era mi mejor amiga por su increíble capacidad de aguantar mi humor y escucharme y por las horas que hablábamos de la vida.
—Éstas son horas de pasear por la noche —dijo una voz.
Me giré. Era Christopher.
—No esperaba verte —dije.
—Sólo estábamos paseando una última vez por el lago —añadió Sophie, levantándose.
Él sonrió con amabilidad, pero tenía la mirada fija solo en mí. Sentí que esperaba que dijera algo.
—¿Ibas a irte sin decirme nada? —preguntó.
Sophie se incomodó.
—Claro —dije—. Estaba a punto de llamarte.
—Yo también —coincidió él—. Tengo buenas noticias. Quería decírtelo en persona mejor.
—¿Qué es? —pregunté.
Me pasó un sobre.
—Sólo léelo.
Cuando abrí el sobre, pude darme cuenta de qué se trataba todo aquello. Era una propuesta de un famoso director de cine diciéndome que si no me interesaba hacer una audición para una futura película de drama. Chris iba a ser el estelar.
—¿Una película? —dudé.
Siempre quise estar en una, pero en ese momento solo pude sentir cierto rechazo.
—Te conseguí la audición, pero seguramente quedas —dijo Chris—. Las cláusulas eran quedarse en Londres por más de dos años y no trabajar en otra cosa durante ese tiempo.
Mientras estaba leyendo el texto pude notar las manos de Cris entre mis hombros esperando una respuesta.
—Son las grandes ligas, Jean —dijo—. Te vas a mudar conmigo, actuaremos juntos. Seremos los Brad Pitt y Angelina Jolie de Londres.
Terminé de leer el texto y lo volví a colocar dentro del sobre, extendiéndole de nuevo.
—¿Qué pasa? —dijo con los ojos en blanco.
—No puedo aceptarlo —dije yo.
—No entiendo, Jean. ¿No era tu sueño?
—No voy a abandonar a mi familia justo ahora que más me necesita, y no puedo creer que tengas cara para venir hasta aquí a proponerme esto.
Él estaba confundido. Sophie me miró y me apoyó meneando la cabeza en signo de aprobación.
—Solo trataba de ayudarte —dijo Christopher—. ¿Estás molesta por algo?
—Sólo estás pensando en ti.
—Esa es la oportunidad que has estado esperando toda tu vida —reprochó él— y, ahora que la tienes, la rechazas como si fuera nada... Aparte no sabes la magnitud de esta oportunidad, es nuestro futuro.
—Tu futuro, Chris. El mío está en Australia.
—Jeanette —dijo mi nombre como si yo estuviera exagerando todo—. Amor, no es momento que te comportes como una niña malcriada.
Lo que decía solo empeoraba mi humor. Tenía mis ojos a punto de estallar como un globo de agua en un jardín de rosas.
—Es momento de que lo sepas —dije—. Busco un amor de verdad, con mayúscula. Con todo lo que implique; dar vergüenza ajena, darse la mano en la calle, ver películas abrazados. Alguien quiera estar conmigo. Lo bueno y lo malo.
—Yo puedo darte todo eso —dijo—. Ven conmigo, Jean. Oportunidades como estas no aparecen muy a menudo.
—¿Qué oportunidad, Chris? —cuestioné—. ¿Quieres que abandone mi sueño y a mi gente en el peor momento para acompañarte a cumplir los tuyos?
—Si te vas mi vida ya no sería la misma —dijo—. No encontraré a otra persona con la cual sentirme tan seguro de mí mismo. Te amo, Jean.
—No es cierto —repliqué—. No veo amor aquí. No veo lo que busco en hoteles de lujo, mansiones, fiestas elegantes y carros del año.
—¿Esto es porque no fui al funeral?
—Hay muchas razones.
Sophie me agarró de la mano. Eso me dio cierta valentía para decir lo que quería decir.
—Fue bonito esto, Chris —solté—, pero no pienso pasar el resto de mi vida con alguien a quien le importa más aparecer en primera plana que yo.
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El Modelo Británico (Romance)
Ficção AdolescenteJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...