Mientras terminaba de beber mi café, sonó el teléfono. Bajé la tasita sobre la mesa. A mi alrededor sonaban los autos pasar. Era Freddy, mi representante. Me había enviado un mensaje diciéndome que el auto estaba listo para ir a la fiesta. A parte de ser mi representante, se comportaba como si fuera una niñera. No pensaba perderse esa fiesta.
Era una tarde ajetreada donde ya hacían las 6 pm y seguía en la cafetería. El cielo estaba amarillento con el sol a punto de esconderse. Tenía exactamente dos horas para pasar a mi departamento y cambiarme para la fiesta. Me había puesto aquel vestido azul con bolados a la que Sophie le gustaba tanto. Aunque no sabía cómo los demás reaccionarían cuando me vuelvan a ver luego de todos los rumores que se decían sobre mí. No todos eran mentira, ciertamente.
Así era como funcionaba el mundo de la farándula, de la moda, del dinero y el chisme fácil de consumir. Y yo era nueva en ese mundo. Crecí en una familia promedio con vidas extravagantes. Mi padre era un conocido comentarista de deportes en la televisión y mi madre era una conocida escritora rebelde. Mi hermana y yo no habíamos tenido una vida llena de lujos, pero sí de comodidades. No podíamos quejarnos. Me había metido allí para no salir.
Salí fuera de la cafetería y subí al auto de Fredd. Luego nos dirigimos a la celebración. Eran de esas fiestas en las que tienes que pretender que conoces a todos y que conoces sus grandes trabajos, aunque, en el fondo, ni sus nombres sabías. Siempre van a haber personas sobrevaloradas en esta sociedad superficial.
Al llegar vi a mis ex supuestas mejores amigas mirándome mientras susurraban entre ellas. Jenny, Silvia y Mary vestían con ropas caras y tenían una enorme cifra en sus cuentas de banco. Ellas sí venían de familias adineradas, así que, en algún momento, había creído que era una buena idea juntarme con ellas. Sin embargo, y luego de varios malos tratos, terminé por alejarme.
Ellas siempre fueron unas serpientes.
—No les hagas caso —dictó Fredd, caminando a mi lado—. Mantente recta y sonríe.
—Lo sé —le respondí, en voz baja—. Ya aprendí todas tus leyes, Fredd.
—Entonces estás lista para quedarte sola —dijo.
—¿Me vas a dejar con estos tiburones?
—¿Desde cuando eres tan condescendiente?
Me giré para verlo a la cara.
—Mira quien habla.
Él era el mayor de los condescendientes.
—Te vendré a buscar más tarde —me aseguró él. Hablaba en serio—. Compórtate, ¿sí?
Yo asentí y él se marchó. La ceremonia estaba por comenzar y tenía que buscar un lugar para sentarme, pero solo había un asiento disponible en frente mismo. Era la inauguración de una nueva línea de perfumes para los que fui modelo en los comerciales que estaban haciendo como promoción a la nueva línea. Junto a mí, estaban sentados los más importantes diseñadores.
La agencia había organizado el evento.
Sophia, mi mejor amiga, fue la que me reservó el asiento justamente para que pueda conocer a mis futuros colaboradores si es que llegase a tener éxito la presentación de aquel día. Ella estaba muy emocionada; desde mi lugar podía verla con los ojos iluminados de tanta emoción.
Las luces se apagaron y comenzó la función; el presentador dio las gracias a todos por asistir aun siendo que estábamos en pleno invierno y el frío era insoportable en aquella época del año. Pidió silencio mientras el telón subió y comenzó los videos de publicidad que protagonizaba yo. Habíamos tardado un mes en terminarlo. No era por presumir, pero tenía un perfil para hacer ese tipo de cosas.
Mientras pasaba el video en la pantalla, el grupo de mis ex amigas comenzaron a reírse y decir en voz baja cosas ofensivas.
—¿Qué tuviste que hacer para conseguir todo eso, Jean? —preguntó una. Era Mary, que estaba sentada detrás de mí.
Me di la vuelta para mirarlas con todo el desprecio posible, pero me encontré con que todos me estaban observando de forma extraña. Según decían sobre mí, yo era una mujer interesada que hacía favores a millonarios para conseguir lo que quería.
«Son solo rumores, no les hagas caso».
Siempre estaban juzgándome, mirándome como si fuera la peor clase de mujer, como si me vendiera por dinero. Una ofrecida. Traté de hacer caso omiso a eso, como era costumbre, y seguí viendo el video mientras estaba a punto de terminar. Era ya mi última toma con un vestido blanco y el cabello recogido. Y, todavía sin poder creer lo orgullosa que estaba de haber llegado tan lejos, me salieron algunas lágrimas de emoción.
Al término de la ceremonia, varías agencias conocidas vinieron a entregarme sus respectivas tarjetas por si me interesaba trabajar para ellos. Las tomé con mucha determinación mientras agradecía con una sonrisa. A mí solo me importaba una: Vitore. Era una prestigiosa marca de perfumes que había catapultado las carreras de varias mujeres en el modelaje.
Luego de despedirme de la queridísima Sophie con un abrazo, me dirigí hacia la puerta ya que, como habíamos acordado, Freddy estaba esperándome para llevarme a la clásica cena de la gala. Fredd solía vestir con ropas más casuales y por ello me pareció extraño verlo con un traje. Estaba segura que no era alquilado. Él tenía un buen gusto por los detalles. No podía negar que se veía guapo.
Me acerqué a él y me saludó con una sonrisa.
—Ya está listo tu vestido —dijo. Su rostro denotaba relajación, pero siempre estaba cansado en realidad.
—Eres un amor, Fredd —le dije—. ¿Qué sería de mí sin que estés haciendo tu magia tras bambalinas?
—Probablemente estarías haciendo comerciales de marcas de segunda —confesó él. Era muy sincero—. Pero no hablemos de lo importante que soy, ni de lo guapo e inteligente. Debemos irnos.
—Siempre tan arrogante.
—Solo tengo amor propio, princesita —contestó—. Deberías practicarlo un poco.
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El Modelo Británico (Romance)
Fiksi RemajaJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...