La noche anterior no había querido decirle nada a nadie sobre el drama en el restaurante. Un montón de millonarios ingleses habían visto mi verdadera cara: la de una chica que se tomaba muy en serio un comentario de internet. Ni siquiera había leído el comentario. ¿Qué habrá pasado con Chris después de eso?
Quizá no vuelva a llevar chicas a ese sitio.
Estaba en el sofá de la mansión de nuevo. Los de producción no iban a venir ese día, así que teníamos la libertad de hacer lo que quisiéramos. Sophie y yo nos sentamos a ver una maratón de Sex and the city. Al parecer ella amaba verlas. Yo seguía pensando en él.
—Carrie es un poco tonta —dije.
—¿Por qué lo dices?
—Lleva una vida entera siendo humillada por el millonario Mr.Big y sigue babeando por él. Yo daría lo que fuera por tener un Aidan en mi vida.
—Pues Chris tiene pinta de ser tu Aidan —me sugirió ella, sin despegar la vista de la pantalla—. ¿No me vas a decir nada de lo que pasó anoche?
Estaban pasando comerciales.
—El muy perro ni siquiera se disculpó —le dije, recostándome en su hombro—. Dijo que era solo un comentario. ¿Cree en serio que soy una exagerada?
—No, amiga. Él es un idiota. Debió disculparse.
—Lo sé. Pensé que iba a pedir perdón, iba a llevarme a su casa y luego nos acostaríamos para solucionar todo.
—Esta ciudad está llena de patanes.
—Él es el mayor patán.
—¿No fueron tus amigas las que publicaron esas fotos primero? Deberías estar enojadas con ellas.
—En primer lugar, no son mis amigas. En segundo lugar, con ellas no quiero acostarme. Es distinto.
—Sí que es un dilema —dijo.
—¿Qué tal tu noche sola? —le pregunté.
—Ni tan sola —dijo ella—. Estuve con un chico.
—¿Un chico? ¿Quién?
—Alguien de producción. Un camarógrafo. Se olvidó su cámara y regresó aquí para buscarla.
—¿De Vitore? Sophie, si Sabine se entera...
Sabine bajó por las escaleras con su traje, lista para salir. Fue como haberla invocado. Desde que la conocí, nunca la había visto con vestido. Parecía más una abogada que la gerente comercial de una agencia de modelaje.
—¿Qué están haciendo? —preguntó.
Comenzó a toser ligeramente. Esperaba que no tuviera alguna gripe contagiosa.
—Viendo sex and the city —dijo Sophie.
Sonó mi teléfono. Estaba vibrando en un costado del sofá. Revisé y era Chris. Empezaba a ser molesto. Rechacé la llamada. Ya era la tercera vez que me llamaba en ese día.
—¿Por qué no atiendes? —preguntó la jefa.
—No es nadie —dije, ruborizada.
—¿Problema con hombres? —insistió.
—Los hombres siempre son un problema.
—Querida —dijo—. Una mujer debe decidir si un problema es relevante o no. Si te afecta o no depende de si quieres que te afecte.
—No le doy mucha importancia —contesté. Sabine era como mi segunda madre; siempre daba buenos consejos. Irradiaba sabiduría.
—Más te vale —dijo—. Céntrate en tu carrera y te comerás al mundo, Jean. Estamos en Londres por trabajo, no para romances. No te tomes esto a la ligera.
Luego agarró su cartera y salió por la puerta. No pude dormir toda la noche por las cosas que me había dicho. Sabine, en parte tenía razón: estaba tomado todo a la ligera, siendo que mi carrera dependía de este contrato.
En cuanto a Christopher, supuse que no tendría nada de malo darle una oportunidad. Aunque esperaba luego no arrepentirme. Desde luego no le había dado chance de explicar lo ocurrido. Su punto de vista también era válido, aunque no quería escuchar una excusa.
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El Modelo Británico (Romance)
Ficção AdolescenteJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...