Estaba enfurecida y confundida.
—Estás en mi sitio —le dije, tratando de no echarlo con una patada. Cosa que nunca había hecho, pero que en ese momento no me vendría mal hacer.
—También es mi sitio —respondió él.
Quedé atónita.
—¿También?
—¿No te lo dijeron?
—Ah, ¿en serio? —fingí una sonrisa y me aparté de él para regresar a hablar con la jefa.
Ella tenía los brazos cruzados y la mirada ruda.
—¿Por qué no estás en el set? —preguntó.
—Ese hombre de allí... —Apunté con la mirada—. Dime si es en serio que trabajaremos juntos.
—Saldrá una línea de perfumes para hombres y para mujeres, Jean —contestó—. ¿Pensabas hacer ambas publicidades? Es solo temporal. Compartirás escenas con él en alguna toma y es todo. Es mejor que vayas conociéndolo, ya que va a ser tu compañero por un mes o más.
—Es sexi —agregó Sophie.
—Va a ser un maldito dolor de cabeza —dije yo—. Lo presiento con todo mí ser.
Luego de estar horas allí grabando una sola toma, al fin se marcharon. El equipo de producción desarmó el set tan rápido como lo armó.
—Al fin se fue tu dolor de cabeza —bromeó Sophie cuando nos habían dejado solas.
—No comiences con tus chistes.
—Leí su página en Wikipedia.
—¿Tiene hasta una página en Wikipedia?
—Tiene una carrera impecable como modelo y hasta actuó como un personaje de fondo en una película de James Bond. Deberías hablarle.
—Es gracioso —dije—: primero Freddy trata de juntarme con un millonario y ahora mi mismísima mejor amiga trata de juntarme con mi enemigo.
—No exageres —dijo Sophie—. Lo que pasa en Londres se queda en Londres
—¿Por qué no le coqueteas tú?
—Me lo estoy replanteando, amiga.
Nos fuimos al sofá de la sala. Recordé a Freddy y su intensa capacidad de molestarme. Aún me lamentaba porque no había venido a Londres con nosotras. También extrañaba a mi hermana Luisa, que de seguro estaba haciendo la cena que iba a comer mientras veía alguna serie.
Pasamos la semana entera repitiendo esa rutina. Un día grabábamos por horas, posábamos para fotos, editaban todo en producción y luego de ver cómo iba quedando, nos dejaban descansar. Trataba de no hablar con Christopher, pues me caía mal. Solo hacíamos alguna toma juntos al día y era todo. Me la pasaba ignorándolo.
En mis ratos libres salía con Sophie. Había muchas cosas buenas en Inglaterra. Las vistas, el té, la gente. Todo menos Christopher, el molesto modelo que opacaba la atención. Se suponía que yo iba a ser la estrella de la marca, no él. ¿Por qué estaba pensando en ese hombre?
Uno de esos días, justo cuando iba a subir a mi cuarto a darme un baño, sonó el timbre de la casona. Lo ignoré un segundo, pensando que alguien más iba a atenderlo, pero recordé que Sabine fue a otra cena de gala y que Sophie había subido hace unos momentos a su cuarto.
Me acerqué a la puerta y la abrí.
—Hola, Jean —saludó Christopher.
—Ah, eres tú —musité—, ¿a qué se debe la visita? ¿Vienes a ver a Sabine? Acaba de salir...
—Vine por ti —corrigió él.
—¿Y eso qué quiere decir?
—Voy a llevarte a cenar.
—Lo tienes todo claro —dije—. ¿Las chicas caen rendidas a tus pies? ¿Solo vienes y dices eso y te funciona? Ni siquiera me conoces bien.
«Eso no impidió que me besuquee con Vítor», pensé.
—Quiero conocerte, Jean —respondió. Su actitud segura me recordaba un poco al tipo que besé en el balcón. No quería ser tendencia por algo así de nuevo.
No podía negarme aunque quisiera. No habíamos hablado mucho, pero era lindo y, cada vez que hacíamos fotos, juntos, mi corazón parecía una batidora enloquecida. Me temblaban las piernas como una tímida adolecente. Odiaba sentirme así.
Malditas hormonas.
Esa noche podía terminar de dos formas: yo en mi cama llorando porque estoy lejos de casa y rechacé al hombre más sexi de Londres, o yo teniendo un buen polvo con alguien que había actuado en James Bond y tenía su propia página de Wikipedia.
Era difícil no tentarse.
—Pasa por mí a las ocho —le respondí decidida.
—Sin falta —dijo él.
Él asintió y se marchó.
—Te odio —susurré, cerrando la puerta.
Sophie, como toda una solterona chismosa, había escuchado toda la conversación desde las escaleras.
—¿Y qué te pondrás? —me dijo.
—Estoy dudando si irme —dije—. ¿Quieres que me emborrache de nuevo hasta besar al mesero?
—No exageres, anímate.
—Está bien lo haré.
—A Sabine le encantará —dijo.
—Supongo que ella lo planeó ya que no nos llevamos tan bien —le dije—. Saldré con el tipo que odio y que va a robarme mi estrellato.
—Al menos saldrás —argumentó ella—, mientras yo aquí seguiré viendo tus próximos atuendos para toda la semana. No será difícil porque todo te queda bien.
—Ay, te amo —le dije.
Subí a tomar una ducha mientras ella elegía el vestido. Me puse lo más sencillo posible para que no crea que soy una persona a la que le encantaba mostrarse en las calles. A Sophie le gustó la forma que me quedaba aquel vestido blanco con tiros largos en las mangas.
Eran ya casi las 8 P.M.
Estaba más emocionada que en mi primera vez frente a las cámaras. Se podría decir no solía sentir este tipo de reacciones cuando alguien me invitaba a salir. Lo cierto es que era un hombre realmente atractivo.
El timbre sonó de nuevo.
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El Modelo Británico (Romance)
Teen FictionJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...