Saludé al público y luego comencé a hablar del producto. Dije que eran envases coleccionables, de edición limitada y que estaban hechos para ser decorativos y para darle un toco sofisticado a los hogares u oficinas. Aquello llamó la atención del público, que no habían oído una idea similar antes. Tal vez no eran retornables, pero reduciría el daño al ambiente de igual manera.
La gente me aplaudió y luego volvimos a nuestros asientos. Vimos cómo algunos hombres y mujeres, que de seguro eran representantes, anotaban algo en sus libretas.
—¿Perfumes coleccionables, en serio? —preguntó Sabine, sentada a mi lado—. Fue una gran idea.
Oír eso de Sabine era satisfactorio.
—Gracias —le respondí, luego volteé y le sonreí a Christopher, sentado atrás con su representante.
—Mañana vas a grabar un comercial —me dijo la jefa—. Será mejor que no bebas ni una gota de alcohol, niña. O yo misma te meteré en la ducha por la mañana.
—¿Vendrá Jaime? —preguntó Sophie.
—¿Por qué te interesa tanto el camarógrafo?
—Es..., hace mejor la toma —se justificó. Se puso nerviosa y volteó para ver de nuevo el escenario.
—Sabine —llamó Chris, detrás, susurrando bajito para que no le oyesen—. ¿Puedo robarte a su modelo estrella unos instantes?
La jefa volteó a verlo.
—Nada de toqueteos en lugares públicos —advirtió ella, con las piernas cruzadas y la mirada dura.
Me puse roja.
—Sabine —musité—. No haremos eso...
—Más te vale, niña.
Seguí a Chris por el salón hasta unas mesas un poco alejadas de la gente. Era un lugar en la esquina misma del evento, donde solo los meceros pasaban.
—¿De qué quieres hablar? —le pregunté.
Él se acercó a mí. Era ligeramente más alto y tuve que inclinar un poco mi cabeza para poder ver sus ojos. Sus pupilas eran oscuras, un abismo infinito. Eran seductores y tenían la chispa para encenderme.
—Sé que vas a estar ocupada mañana, así que no tengo muchas esperanzas —dijo. Con una mano agarró mi muñeca derecha—. ¿Quieres salir de nuevo?
—¿No tienes miedo de que vuelva a hacerte pasar vergüenza? —le pregunté. Me ponía nerviosa.
—Estoy dispuesto a correr ese riesgo.
«Ya, bésame», dije en mi mente. Cuando estaba cerca de mí sentía un extraño cosquilleo en mi estómago. Si continuaba hablándome con ese acento británico, mancharía mi ropa interior de seguro.
—Entonces saldremos —dije en cambio.
—Sería genial...
Una mujer se nos acercó. Era una de las gemelas que habían hecho publicidad a la crema retornable de la competencia. Pelo lacio, figura perfecta. Era una muñeca Barbie con tacones altos y vestido muy ajustado.
—¿Chris? —dijo—. ¡Ha pasado mucho! No sabía que trabajabas con Vitore.
Me ignoró. ¿A caso no me veía? Estaba parada a un lado, tomada de la mano con el tipo al que hablaba.
—Ana —dijo él—. Ella es mi compañera. Jean, ella es Ana. Una antigua amiga...
—Soy su exnovia —corrigió ella, sonriendo.
¡Su... EX! Sentí nauseas. ¿Iba a vomitar? No podía hacer eso ahí, aunque si hubiera vomitado, seguramente lo hubiera echado todo sobre el vestido de doña perfecta.
—Soy Jean —dije forzando una sonrisa.
—¿Eres la chica del balcón? —me preguntó Ana.
Chris puso los ojos en blanco.
Por un segundo sentí muchos celos e ira. ¿Dije por un segundo? Mentira, los estaba sintiendo subir desde mis talones hasta llegar a mi garganta, como miles de arañas trepándome. Quería patearla para que dejara de molestarnos.
Ella me miró.
—Chris. ¿Estás saliendo con la chica del balcón? —preguntó ella como si fuera una burla.
—Ana, por favor —dijo él—. Podrías...
Agarré el rostro de Chris suavemente y le giré la cabeza para estamparle un beso en toda la boca. Ya me había aguantado por mucho tiempo la tentación de hacerlo, y aquel era un momento excelente, en una situación que lo ameritaba. Y fue una sensación única.
Un beso largo, apasionado y sin miedo.
Me detuve. Nos alejamos hasta quedar a centímetros de nuestros rostros. Él estaba con cara de tonto confundido, pero que cambió a una sonrisa de victoria segundos después. Había un silencio a nuestro alrededor que me hizo darme cuenta de que nos estaban observando.
—Estamos saliendo —dije.
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El Modelo Británico (Romance)
Genç KurguJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...