Luego de comprar los zapatos, fui a comprarme la biografía de Monroe. Era un libro pequeño, pero estaría genial para leerlo en un vuelo. En el vuelo de regreso a casa. Chris y yo nos separamos para buscar quien envuelva los regalos y para que Sophie no nos pille juntos.
Fui la primera en llegar al punto de encuentro. Era la fuente en medio del centro comercial. Una estatua bastante extraña y abstracta, pero con la que todo el mundo quería sacarse fotos. Para mi gusto era horrenda. Pero no soy muy fan de las esculturas, así que mi opinión era irrelevante.
Sophie llegó, con una bolsa de papel grandota tambaleándose en sus manos, y detrás de ella vino Chris con los zapatos Manolo Ortiz envueltos en regalo. Era un papel bastante de mal gusto, así que me alegré de no haberlo dejado comprarme solo el obsequio. ¿Qué hubiera comprado?
Decidimos buscar un lugar para sentarnos con vista al Tamesis. El cielo estaba nublado, a punto de obscurecer. Afortunadamente había un par de bares con mesas en el exterior que tenían sombrillas negras sobre ellas. Era el Saude Bar, con luces colgando como en una festividad, a la que decidimos ir.
Nos sentamos en un lugar sin mucha gente cerca
—¿Y bien? —dijo Sophie—. ¿Vamos a pedir algo primero o vamos a abrir los regalos?
Chris me miró de reojo.
—Estoy ansiosa —confesé. En serio quería ver lo que me había comprado ella—. Quiero ver los regalos.
—Yo digo que compremos algo primero —sugirió Chris.
Ambas lo miramos.
—Está bien —dijo él—. Veamos los regalos.
Subimos todos los regalos sobre la mesa y fui desenvolviendo mi regalo primero. Obviamente era el libro de Monroe. Lo siguiente fue abrir el regalo de Sophie, que no había que hacer un desorden para revisarlo. Abrí la bolsa y había una hermosa cartera de diseñador. Se veía carísima. Le agradecí a mi mejor amiga y luego seguí con el de Chris.
Lo abrí. Él estaba expectante.
—¡No puede ser! —fingí estar sorprendida—. Chris, esto es hermoso. Te lo agradezco.
—¿Son Manolo Ortiz? —preguntó Sophie.
—Sí —dijo él—. Manolo y yo somos grandes amigos. Lo conocí en la universidad.
—¿Conociste a Manolo Ortiz? —no lo pudo creer ella.
Miré a Chris también con la misma duda. Manolo era para los zapatos lo que Steve Jobs era para las computadoras.
—Es broma —confesó—. Intentaba ser gracioso, pero no pillaron el sarcasmo.
—Creo que no sabes la definición de sarcasmo —le dijo Sophie, incorporándose. Estaba desilusionada.
Yo solo me reí de la situación. En el teléfono me habían llegado mensajes de mi hermana Louisa felicitándome y como unas quince notas de voz de Freddy. Luego iba a contestarles, porque en ese momento la estaba pasando bien.
Pedimos algo para la cena. Aún era temprano, como las seis de la tarde, pero todos coincidimos que era mejor comer algo salado que algo dulce. Pedimos pescado frito con una ración de papas y ensalada. Por fortuna, no lo servían con caviar.
#todoesmejorsincaviar
Pronto, y de una forma bastante sospechosa, nos encontramos con el fotógrafo de producción. Jaime venía vestido casual y traía una mochila consigo, como siempre.
—No les va a molestar si se sienta con nosotros —preguntó Sophie—. No muerde, les prometo.
—Siéntate, Jaime —lo invitó Chris.
—Vaya coincidencia —dije mirando a mi amiga de reojo—. Ella no paraba de hablar de lo bien que se llevan.
—De hecho —dijo Jaime—. Fue Sophie la que insistió con que debía venir con ustedes. Ya saben, es nuestro día libre.
—Lo sospechaba —confesé—. Igual ya tenía ganas de conocerte, Jaime. ¿Cuánto tiempo ya van saliendo a escondidas?
—¡Jeanette! —dijo Sophie. Se puso roja.
—Un par de semanas —contestó él—. Es secreto solo por cuestiones de profesionalismo...
—Sabemos que es por Sabine —interrumpió Chris.
—No es nada de qué avergonzarse —agregó yo.
—¿Entonces ya son pareja? —preguntó Chris.
Jaime no supo contestar y se quedó mirando a Sophie.
—¡Chicos! —dijo Sophie—. Dejemos las entrevistas para otro momento. Vamos a cenar, ¿sí? Me hacen pasar vergüenza.
—Me calmo —dijo Chris.
—Me calmo —repetí, evitando reírme.
Ambos sonreímos y compartimos miradas. En ese momento sentí como si de verdad fuéramos pareja. Sentí como si me complementara de una forma física y espiritual.
—Acabo de recibir un mensaje de mi representante —dijo Chris entre bocados—. En unos días van a tomarme fotos para ser la portada de la revista CoolMen,
—¿Qué? —dije—. Es fabuloso. Es la CoolMen.
—¿No es esa la revista donde solo te llaman si eres una gran influencia de la moda? —preguntó Sophie.
—Sí —contestó—. Debo comer menos si quiero verme en forma ese día. Esta va a ser mi última cena de la semana.
—Te vas a ver bien —lo tranquilicé.
—Mi representante es muy estricta —dijo él—. No como lo es Sabine, pero sigue siendo alguien que presiona mucho para que haga las cosas bien.
—Descuida —dije—, te compren...
Sonó un teléfono que me interrumpió justo cuando iba a dar una charla motivadora. Era el de Sophie. Ella se disculpó, se levantó de la mesa para atender y, unos instantes después de eso, comenzó a llorar y colgó.
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El Modelo Británico (Romance)
Teen FictionJean tiene mala fama. Chris es un sex-simbol. A pesar de su mala fama, Jean Swinch, aspira a ser una modelo mundialmente conocida. Tras firmar un contrato con una famosa marca de perfumes, deberá viajar a Londres, pero, a pesar de que era una...