❥ 00

3K 166 34
                                    

El día era lluvioso pero tranquilo, se sentía el olor a tierra mojada y las gotas de lluvia golpeaban contra las ventanas del apartamento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día era lluvioso pero tranquilo, se sentía el olor a tierra mojada y las gotas de lluvia golpeaban contra las ventanas del apartamento.

El pelinegro de bonitos ojos grises se encontraba bebiendo una taza de chocolate caliente, admirando las gotas que llevaban alrededor de media hora callendo por las calles de Gimpo.

En su regazo se encontraba Soonie, su gato mayor, o como él lo llamaba "su hijo mayor". A su lado derecho estaba Doongie, su hijo de en medio, y en su lado izquierdo, su hijo menor, Dori.

Para Minho, ellos eran su única y perfecta compañia, pues no necesitaba a alguien más para estar en paz, o eso quería creer él.

Desde la muerte de sus padres, Minho se había vuelto un niño reservado en muchos aspectos. Su abuelo lo cuidó hasta los 14 años, pues le reprochó que él era un inútil bueno para nada que no debería de seguir viviendo, y que mucho fueron siete años cuidándolo, pues sólo lo hizo por recordar la memoria de su difunta hija, mas sin embargo, odiaba al primogénito que su hija había engendrado con el hombre que supuestamente él, le " desgració la vida" a su querida heredera.

Desde los catorce años, Minho comenzó a vivir solo. Tuvo que trabajar día y noche en diferentes empleos que su corta edad le permitían, como pasear mascotas, limpiar jardínes, lavar autos, vender dulces, entre otras cosas. Algunas personas a las que Minho les trabajaba, se compadecían de él y aportaban para que el pequeño tuviera una educación y una vivienda. Su último trabajo fue pasear al perro de una mujer millonaria, y esta decidió pagarle a Minho con una gran cantidad de dinero, lo que logró que esté pudiera comprar un apartamento y entrar a una universidad a los 18 años, y sobrevivir por unos meses más.

Después de la universidad, tenía que trabajar todo el día hasta media noche, y al llegar a su casa, comía, limpiaba, hacia sus deberes y apenas lograba dormir unas cuatro horas antes de levantarse y seguir con su rutina. Sus únicos descansos eran los fines de semana, pues aunque también trabajaba, solo era por unas cuantas horas en la mañana, y después de ello, tenía toda la tarde para descansar y pasar tiempo con sus mascotas.

En la universidad no tenía amigos, aparte de serle difícil relacionarse, sus compañeros no ayudaban, pues lamentablemente, él se había convertido en el centro de las burlas de su salón. Siempre sus pómulos y sus labios eran los más afectados, estando siempre heridos por los golpes que recibía, y él, ni siquiera trataba de defenderse, no tenía el valor de hacerlo, pues era él contra 10 chicos que le doblaban el tamaño y la fuerza. Era una total desventaja lo viera por donde lo viera.

Su vida era una mierda, y muchas veces se planteó acabar con ella, aún si tenía que dejar a sus preciados gatos solos, pero ya no soportaba la vida que llevaba.

Odio, golpes, soledad, explotación laboral, física, mental, depresión, y su peor pesadilla, su trauma, su tormento, literalmente hablando.

Las luces de apartamento dejaron de funcionar por un momento, haciendo que Minho alzara una ceja confundido. Dejó la taza en la mesa frente a él y con cuidado levantó a Soonie de su regazo, para levantarse de su lugar y caminar hacia los interruptores de la electricidad, pero su acción fue detenida al notar como el apartamento se iluminaba por una luz violeta, haciéndolo detenerse de golpe, paralizándolo.

El ruido del rayo cayendo hizo que pegara un brinco en su lugar, y comenzara a temblar sin control, sintiendo sus ojos humedecerse conforme los segundos pasaban. Otro rayo volvió a caer, haciendo que finalmente, gruesas y saladas lágrimas cayeran por sus ojos grises, y Minho comenzara a sollozar con fuerza, sintiéndose débil por un segundo.

Un mareo provocó que casi cayera de espaldas al suelo al recordar esas escenas donde sus padres morían frente a sus ojos, a causa de una tormenta eléctrica, justo como la que vivía en esos momentos.

Siempre tenía que pasar las tormentas eléctricas de esa forma, llorando, temblando y sollozando hasta que acabaran. Él lo negaba, pero necesitaba a alguien que lo protegiera, que lo cuidara, que lo sanara, y que lo hiciera feliz mientras su pesadilla acababa, pero estaba solo. Siempre estaría solo.

Otro rayo cayó, haciendo que soltara un sollozo y cayera sentado al suelo. Para ese entonces, sus tres gatitos se habían ido a refugiar a la habitación del chico, y este se encontraba solo en la sala del apartamento.

Sus ojos se cerraron de golpe al escuchar otro rayo caer, pero con más fuerza que los anteriores, y solo deseó que sus padres estuvieran ahí para protegerlo, abrazarlo, y decirle que todo estaría bien.

Abrió los ojos al escuchar un ruido, pero simplemente no salieron palabras de su boca al ver una silueta humana a pocos metros de él, siendo cubierta por la oscuridad del lugar.

La lluvia se había intensificado, y los rayos no paraban. Cuando un rayo más fuerte cayó, fue que Minho vio a la silueta que tenía frente a él.

Una jóven chica, tal vez de su edad, parada frente a él, de cabello negro y ojos cafés, sonriéndole con ternura. Minho parpadeó varias veces, y cuando el último rayo cayó, ella se acercó.

— ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? — Preguntó entrecortadamente, sintiéndose asustado y aliviado a la vez. La extraña le sonrió con amabilidad y le extendió una mano, que Minho dudó si aceptarla o rechazarla, pero tanto era su miedo, que la tomó sin pensarlo mucho.

Al tomarla, sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, y sus mejillas ruborizadas debido al llanto se intensificaron. Aún caían lágrimas de sus ojos, que fueron limpiadas por las suaves y pequeñas manos de la desconocida frente a él, que le regaló una bonita sonrisa al chico, que se convirtió en su perdición.

— Quién soy no tiene importancia, el que hago aquí es para ayudarte — Respondió a las preguntas antes dichas por el chico. — Soy Kim Ha-ri, y desde ahora, yo te voy a proteger, Minho, para siempre.

Y pese a que no sabía quién era ella, por fin en 15 años, podía sentirse bien. Podía sentirse feliz de tener a alguien a su lado.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


🤍┆𝙄 𝙇𝙊𝙑𝙀 𝙐  ─── 𝘓𝘦𝘦 𝘒𝘯𝘰𝘸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora