𝐓𝐖𝐎 𝐂𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐈𝐄𝐒

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Amaia junto todas sus cosas rápidamente, mirando el reloj de su muñeca. Se le estaba haciendo muy tarde para llegar a sus turnos en el hospital. Tomo las llaves de su apartamento mientras se apresuraba a salir. Cerro con llave antes de bajar por el ascensor.

En un recuento de los últimos dos siglos. Ella vivió entre humanos y ocasionalmente se encontraba con los hermanos de Sueño. Adalet volvió al reino del balance tras las muerte de su padre uno de los encargados del palacio. No la había vuelto a ver.

Después de todo debido a su castigo no podía acercarse al palacio o tener contacto con el personal. Extrañaba bastante a su doncella, así que se las apaño sola desde hace 137 años.

Hasta hace un siglo, dejo de tener noticias de Morfeo y mentiría al decir que no se preocupó por el. Quiso preguntarle a Muerte pero ella solo dió excusas. Tal vez se había cansado de buscarle y ahora le odiaba como acostumbraba hacer.

Sus cosas cayeron al suelo debido al choque de un desconocido.

—¡Lo siento!— la voz de un hombre llamo su atención, era un humano.

—No, no te preocupes— sonríe amablemente la azabache agachándose para recoger sus cosas—. Estaba despistada... Muchas gracias.

Amaia levantó la vista. Se encontraba un humano de cabello castaño con el rostro delgado muy apuesto.

—Soy... Soy el nuevo vecino— señala la puerta torpemente—. Asher Thompson.

Extendió la mano para que la arcangel la estrechará. Ella lo hizo con rapidez metiendo las cosas y las llaves.

—Un gusto, soy Amaia y lamento no poder darte la bienvenida correctamente pero debo irme, igual nos veremos seguido.

—¡Nos vemos otro día! ¡Ten cuidado!

—Si, claro—Acomodo su bolso saliendo disparada lejos del humano. La expresión del joven se volvió más sombrío mirando por dónde se iba la muchacha.

Dado a qué vivir en un solo lugar era conflictivo, Amaia optó por cambiar su apariencia constantemente para seguir asentada en un solo lugar.

—Localice el objetivo— abrió la puerta de su apartamento entrando.

En un pequeño apartado del lugar se podía ver a fotos conectadas como una línea del tiempo. Fotos de Amaia a lo largo de estos siglos, con los cambios de físicos de la mujer. Seguía siendo la misma esencia y los mismos artículos sobre ella.

Amaia saludaba a todo el que se le cruzaba, se había dedicado a muchas cosas pero la medicina le parecía fascinante. Aunque siempre la gente cuestionaba su edad, por su apariencia como de la una adolecente.

(...)

Otra de las cosas que más le gustaba era su arte, sus pinturas e incluso su música. Visitaba museos como un pasatiempo, le gustaba ver la creatividad plasmada era como estar cerca del reino de los sueños.

Miraba las pinturas detenidamente, con las manos detrás de su espalda. Había tratado de hacer su mejor esfuerzo por dominar su cabello. llevaba un vestido blanco con unos zapatos de tacón no tan alto.

—¿Amaia?

Atendiendo el llamado giro la cabeza encontrándose con su nuevo vecino.

—¿Thompson? ¿Verdad?— pregunta.

—¿Tan rápido te olvidaste de mi nombre? Eso duele, Amaia— bromea el muchacho de cabello castaño poniendo una cara sería mirando el cuadro frente a ella.

Entrecerró los ojos, estaba muy metido en su papel, incluso la trataba como si tuvieran un amistad bastante cercana

—Lo siento mucho, debido a mi trabajo no suelo estar atenta a mi vida social o a mi vida exactamente— sonrió como disculpa, volviendo la vista a la pintura.

𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎- 𝐓𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐝𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora