𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎- 𝐓𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐝𝐦𝐚𝐧

𝐂𝐀𝐋𝐋𝐈𝐎𝐏𝐄

La Ensoñación estaba particularmente armoniosa ese día. Demasiado, para el gusto de Amaia. Generalmente las pesadillas solían ser bastante revoltosas. Había estado reposando los últimos días, ya que había restaurado los desajustes multiversales que causó su furia.

Amaia era conciente de que sus emociones le jugaban en contra por su poder tan inmenso, no sé podía tener todo en esta vida. Por ello siempre tratan de ser lo más tranquila posible, no es que no quisiera enojarse.

Claro que lo quería, pero las consecuencias podían ser irreversibles en ocasiones. Así que mantenía una actitud más positiva y tolerante, hasta que llegó a su límite como con la situación con Sanniel.

Suspiró cansada llegando sus manos al vientre tratando de dormir. Pero le resultaba imposible. Así que se dió la vuelta. Sin resultados. Estuvo rodando por la cama tan grande en busca de una exelente posición para descansar.

Había algo que la inquietaba. Y no era la repentina tranquilidad de Ensoñación. Cerro los ojos con fuerza.

—Amaia...

Frunció el entrecejo confundida, reincorporándose lentamente. No había nadie en su habitación.

—¿Morfeo?— pregunta confundida.

—Te llamo a tu, ángel caído... Aquella que representa la justicia y el balance... Cuyo nombre alguna vez fue Raguel... Te suplico que atiendas mi llamado.

Estaba sorprendida, claro que aún había gente que usaba su nombre anterior en rituales de exorcismo cómo Johanna Constantine. Pero está era diferente, era una invocación.

De alguien lo suficientemente fuerte como para hacerla sentir ansiosa al no atender a esta. Tal vez se trataba de algún dios o diosa.

¿Pero por qué a ella?

Haciendo memoria había escuchado una conversación entre Lucienne y Morfeo por la mañana, pero estaba lo suficientemente cansada para no prestarle mucha atención.

—Calliope— recordó.

Su esposo había pedido información sobre su ex esposa. Pero había una razón, Morfeo le había dicho a Lucienne. Trato de forzar su memoria pero no lo recordaba.

Tal vez era una coincidencia que fuera llamada luego de la conversación de Morfeo sobre Calliope. Así que decidió quitarse las dudas. Convocó una vestimenta mundana antes de encontrar el lugar de donde le invocaban y llegar hasta el.

Al llegar supo que tal vez no era una coincidencia. Parada frente a la ventana se encontraba la más pequeñas de las musas, con un simple camisón e incluso estaba descalza.

—Pensé que no atendería mi llamado...

—¿Por qué llamarme a mi?— pregunta la azabache.

—No tenía a quien recurrir— responde con sinceridad—. Se que es extraño... Pero realmente necesito ayuda.

Amaia noto el miedo de su temblorosa voz. Avanzo unos pasos pidiéndole a Calliope su mano, sin dudarlo se la da. Quería conocer las intenciones de la musa y que mejor que leer su alma.

De inmediato supo la razón por la que le había llamado. Contrajo su expresión a una de preocupación genuina. Había pasado por tanto.

Y no podía evitar sentirse furiosa.

—Estás cautiva por las leyes— menciona Amaia tomando las manos de la más joven—. Yo no puedo liberarte.

—Pero tal vez puedas manipularlo... No sé— titubeó —. Para que me deje ir.... Yo sé que... Ayudar a la ex esposa de tu pareja suena...