𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐘 𝐎𝐅 𝐔𝐒

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Tan pronto habían nacido los bebés de Amaia, ella había perdido la vida. Y dado a qué era un arcángel poderoso su muerte provocó una onda de poder, de no tener al creador y a Michael cerca.

Seguramente esa onda de poder hubiera destruído Ensoñación y millones de universos sin reparo.

El creador abandonó el reino, inmediatamente evitando demostrar su furia contra el hombre que había alejado a su hija de el. Y tampoco deseaba ver a los niños.

Michael se quedó un par de días, con la incubadora mágica los niños estaban creciendo bastante rápido y sanos dentro de ella. Luego de no haber tenido hijos a lo largo de su matrimonio.

Amaia dejo tras su partida unos gemelos. Un niño precioso y una niña encantadora.

El producto del amor entre un eterno y un arcángel. Futuros herederos legítimos de Ensoñación y el palacio del balance. No eran niños normales.

Así que crecían rápidamente, saliendo de su incubadora pronto.

Morfeo cerro el libro sentando en el trono. Giro la cabeza mirando las cunas que se habían puesto entre los dos tronos.

—Okey, ya tuviste a los niños mucho tiempo, me toca— aplaude Michael entrando a la sala del trono—. Vine por ellos.

El pelinegro frunció el ceño, estirando su mano para acomodar los mechones negros sobre sus rostros regordetes y adorables.

—A penas pasaron cinco minutos, Michael.

—Si pasas más tiempo con Altair y Adhara serán iguales a ti no solo físicamente, lo cual sería tragedia.

—¿Que tengo de malo?

Michael abrió la boca mientras subía los escalones de piedra. Visualizando pronto a sus sobrinos, durmiendo plácidamente ajenos a todo lo que había sucedido estos últimos días.

—Prefiero no responder a tu pregunta, Sueño— confiesa Michael—. Crecen rápido... Muy rápido a decir verdad...

—Son hijos de un eterno y una arcángel— dijo Morfeo—. Por eso no quiero dejarlos.

—¿Y si los llevas al mundo humano?— Morfeo hace un gesto confundido—. Para hacer una sesión fotográfica y...

—No lo hagas— detiene Morfeo al ver al rubio tratar de sentarse en el trono de Amaia.

—¿Hacer que?

—Ese es el trono de mi esposa, nadie tiene permitido sentarse en el.

Morfeo movió su mano creando una silla detrás de la cuna del bebé. El arcángel se sentó en ella, dándole un vistazo al eterno.

Incluso si no podía verlo, podía sentirlo, esa capa de tristeza que cubría a Morfeo desde la muerte de su hermana. Cuidando a sus pequeños hijos cómo los más grandes tesoros.

—¿Por qué Altair?— indaga el gemelo de Lucifer.

—Altair es la estrella más brillante de la constelación Aquila— responde tranquilamente el hombre esbozando una sonrisa cuando su dedo índice fue atrapado por las pequeñas manitas de sus bebés.

—¿Y por qué no la llamaste Aquila?

—Ella le puso el nombre— indico. Michael asintió—. Dijo que serían el recuerdo de nosostros— explica —. De nuestro amor.

Los infantes tenían los cabellos negros y unos ojos azules, parecían una copia exacta de su padre. Si Amaia viviera estaría encantada de tenerlos.

—Ya que lo dices...— Michael sonríe—. Reiteró mi sugerencia de ir al mundo humano...

𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎- 𝐓𝐡𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐝𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora