Parte 18

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Family Tree: Capítulo 18


Llevo mi mano a los labios y lo primero que se me pasa por la cabeza es que es imposible, los vampiros simplemente no nos podemos reproducir, pero ¿los licántropos? ¡Maldito híbrido!Grito en mi cabeza mientras me muerdo la mejilla interna. Trago con dificultad y me quito la mano rápidamente de la boca. No sé cómo llegó ahí.

Mis ojos viajan a Klaus y luego a Hayle y me produce repulsión imaginármelos juntos, imaginármelos juntos en la misma cama en la que me acosté con Klaus.


Un hijo.


Un hijo de Klaus.


Tomo aire llenando mis pulmones tratando de bloquear todas las preguntas que se me vienen muy rápido a la cabeza haciendo que me sienta mareada. Bajo la vista llena de vergüenza y recojo mi ropa esparcida por la habitación y sin decir nada más comienzo a caminar con paso firme hasta la puerta.


No tengo nada más que hacer aquí.


Con el hombro choco a Hayle y ella se ríe fuerte y en realidad, está bien, siempre nos hemos odiado, pero...


Me doy cuenta que tengo los ojos llenos de lagrimas y que una se escapa. La seco rápidamente con el dorso de mi mano.


-Caroline, espera –dice Klaus con la voz apretada. Yo cierro mis ojos y siento que sus palabras se clavan hondo en mi corazón.Jamás debí dejarlo entrar, jamás debí creer en el malo.


Giro un poco mi cabeza para observarlo y de verdad parece afectado, sus ojos están duros fríos y su clavícula está tensa. ¿Pero a Klaus cuando le ha importado alguien?


-Yo soy quien sobra en esta habitación –le digo y comienzo a caminar decidida por un pasillo mientras mis ojos se comienzan a inundar más y más de lagrimas y sé que dentro se está magnificando todo, que esto que siento por Klaus, está creciendo y el dolor aumentando por el simple hecho de que soy vampiro. Me llevo la mano al estomago, mientras mi vista se nubla por completo ¡estúpidas lagrimas Caroline Forbes no llora, no por Klaus!


Corro los últimos pasos y bajo la escalera a velocidad vampira. Quiero salir lo más rápido de esta casa, de Nueva Orleans, alejarme lo más rápido y lo más posible de Klaus, de todo lo que él significa, de su estúpida manera de arruinar todo lo que es bueno en su vida, todo lo que puede llegar a ser verdadero, lo que puede llegar a su corazón ¿pero de verdad tiene algo más que un estúpido órgano que solo sirve para bombear sangre?

Cierro la puerta de la mansión de Klaus y me doy cuenta que tampoco trató de seguirme y es como si más pedazos de mi corazón se trisaran. En este preciso momento me doy cuenta de que se clavó hondo en mí y yo no lo noté. Quizás solo lo ignoré y le di un doble significado a sus "muestras de humanidad" hacia mí.


Yo no soy nada para Klaus.


Tan así que no merecía su respeto para algo tan básico.


Me llevo ambas manos tratando de ponerle línea a mis emociones y frenarlas, tratar de controlarlas pero la opresión del pecho me esta consumiente haciendo que me salga un llanto horrible, lleno de necesidad, lleno de un dolor profundo.


No  te humilles más. Me dice mi conciencia y tiene razón, me pongo los zapatos de taco alto y bajo los diez peldaños para salir de una maldita vez de su maldito lugar, de su casa, de la casa de Hayle y la de su futuro hijo.


No sé bien hacia donde caminar, así que decido ir derecho, donde sea que me lleve, no me importa en este momento.


Me pongo la chaqueta sobre los hombros mientras las imagines comienzan a pasar por mi cabeza, atormentándome de recuerdos con él, de sensaciones, recordándome como me sentí cuando estábamos juntos bailando, cuando me sentí la jodida mujer más especial al abrir la caja con el vestido azul.


Otra ola de lágrimas hace que se nublen mis ojos, me muerdo el labio sintiéndome estúpida y miserable.


¿Creías que Klaus un hibrido de mil años, perteneciente a la familia Original, mostraría amor y respeto por ti Caroline, cuando ni siquiera su familia se ha salvado de que él mismo le clave una espada de plata porque se interpuso en sus planes? Me susurra mi conciencia.


Era demasiado bueno para creérselo.



-Cuidado preciosa –me dice un moreno alto cuando choco con él. Abro los ojos y alzo la vista. Él me sonríe mostrándome todos sus dientes. Me despejo y vuelvo a la realidad y no sé cuánto tiempo camine pensando en el imbécil de Klaus, no sé en qué momento llegué al centro de Nueva Orleans- Eres nueva...-me dice extendiéndome su mano. Yo asiento tratando de no parecer tan estúpida al ir llorando en medio de la calle. Por un segundo me imagino mi aspecto, una polera ancha con olor a hibrido sensual, tacos, una chaqueta, pelo de casi-recién-follada y los ojos rojos e hinchados por sufrir por alguien que definitivamente no merece ni una lágrima- Marcel –me dice dándome una más espectacular. Me parece simpático y no me genera esa sensación de miedo como cuando llegué a Nueva Orleans. Sus ojos me dan una confianza poco creíble pero sincera-



family tree #wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora