Capítulo 39

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Cartagena

Pov Dominic

Esa maldita situación me dejo completamente agotado y no tener a Michell es enfermizo para mi ser, las conversaciones con la central de México fueron una maldita tortura, la reunión para finalizar todo fue en el helicóptero y me dejo más que tenso. El idiota estuvo a dos segundos de morir si no fuese llegado Julián y Daniel. Lo tomaron para ponerle las esposas ante su falta de aire en sus pulmones debido a que yo lo estaba matando con mis manos. Al regresar la llamada del ministro no falto para preguntarme porque mierda volé a México a atrapar un fugitivo de esa área. No le respondí mucho ya que como sea, lo quería en mi territorio y ahora lo tengo. Entrar a la casa fue como un poco oxígeno en mis pulmones, en medio de la oscuridad observe como estaban dos soldados observando hacia la cocina, se percataron de mi presencia inmediatamente.

—¿Por qué demonios no están en la alcoba de Michell? —pregunto entre dientes al ver que son los del turno.

—Señor...la señorita bajo para picar algo de comer—suspiro un poco molesto, pero con algo de alivio al saber que está bien.

—Vallan a la alcoba, yo me encargo—les digo y obedecen.

Al entrar en la cocina la veo encima del granito con una bata de seda blanca que se encarga de lucir sus curvas perfectamente. El cabello tiene suelto hacia atrás, su mano sostiene un vaso con jugo mientras se concentra en la vista que le muestra el panel de vidrio. Al escuchar de la boca de Michell como me quiere, me lleno el pecho de satisfacción y orgullo. Volví a hacerlo, por segunda vez es mía en su totalidad y esta vez no la dejare ir. Su frase dejo mi mente en las nubes, la presencia y su forma de amarme lleno todo mi cuerpo y alma en una paz que solo ella me puede entregar. En medio de la madrugada pude recordar cómo fue la primera vez que me dijo esa frase y no supe cómo responderle. Saber que me lo dijo y que yo solo le di la espalda llena de reproche toda mi mente al recordar ese momento...

" Verla enfrente mío en una lencería negra hace que mi polla se empiece engordar y que palpite ansiosa de querer enterrarme en ella. Verla de pie mientras yo estoy en la cama acostado con los brazos en la nunca observándola, ella está sin bajarme la mirada que me provoca a un más, sabe que me encanta que no tenga ningún tipo de vergüenza o pudor conmigo porque somos idénticos. Me obsesiona su cuerpo y a ella el mío. Su traje negro de encaje la hace ver como un ángel demoniaco, el elástico que se une con las medias del mismo color hace que sus piernas se vean aún más grandes y su culo más respingo.

—Dominic...—susurra mientras hunde sus rodillas y pone sus manos encima de la cama para apoyarse, siento como mi polla me exige que me ponga atrás para embestirla hasta el cansancio, pero decido quedarme ahí para apreciar el espectáculo. Cuando levanta la mirada hacia mí de nuevo sé que sucede algo.

—¿Qué pasa?, nena—le pregunto y ella retrocede hasta estar de pie de nuevo, por instinto me levanto hasta estar cara a cara con ella. Se que algo pasa, quiero que me lo diga ya porque no puedo esperar más para estar dentó de ella.

—Te pregunte algo—le ordeno y levanto su mentón ya que su mirada estaba en el suelo.

—Dominic...yo—tartamudea y no me impaciento—Es difícil para mí decir esto— me dice con los ojos en los mío y veo miedo en ellos.

—Habla—le digo entre dientes ya que no me gusta esperar y estoy muy ansiosa por hacerla gemir.

—Te amo—la respiración se me detiene de golpe jamás me espere esto de ella, pese a que mi cabeza repetía que solo era sexo. Mentiría si le digiera que no he pasado momentos buenos con ella, pero no creo poder decirle lo mismo.

MI NECESIDAD OSCURA [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora