Prólogo

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El frío cala en cada uno de mis huesos, mis pies se hunden en la blanquecina nieve que se pinta de escarlata con cada movimiento

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El frío cala en cada uno de mis huesos, mis pies se hunden en la blanquecina nieve que se pinta de escarlata con cada movimiento.  El cuerpo me pesa y obligo mis piernas a seguir moverse, el aire ruge y las heridas me arden.

—¡Morgan!

Me arden los ojos.

Mis pasos temblorosos se convierten en zancadas y me veo corriendo tras los troncos caídos buscando un escondite.

No es mi territorio.

El pecho me sube y baja con brusquedad, la mano me tiembla y me aferro al mango de la única cosa que podría salvarme. Abro el tambor y el metal brilla, son cuatro balas.

El ladrido me pone alerta, pego mi cuerpo a la madera y escucho los pasos contra blanco suelo. Me inclino tratando de no llamar su atención, rebusco en el interior de mi bota y un cosquilleo me llena el pecho al sentir el cambio para el arma.

Once balas. Cuatro actuales y siete de cambio.

Giro y logro ver la figura que se mueve con metralleta en mano, mis ojos buscan al resto. Tan pronto me vean... vendrán por mi.

Elevo el arma soltando el tiro certero que le perfora la cabeza, el canino que lo acompaña huye y me apresuró tomando el silenciador que llevaba encima.

Esquivo el golpe que va a mi cabeza, el hombre con pasamontañas trata de tomarme y le doy pelea pese a estar herida. Golpea mi abdomen, pierdo el aire y mi cuerpo reacciona al recordar los entrenamientos.

Lo desarmo y me le voy encima tratando de romperle el cráneo. Su cabeza golpea las piedras y me desespera al punto que suelto dos tiros que acaban con el.

—¡Esta aquí! — gritan y corro sintiendo el latido en mis oídos.

La pantorrilla se me humedece cuando uno de los proyectiles me roza la piel, trago el dolor. Los árboles parecen manchas deformes a mi alrededor, me palpita la cabeza.

Necesito distraerlos, me oculto tras los árboles húmedos y arremedo contra el primer hombre que pasa a mi lado. Soy rápida al romper su cuello y tomar el proyectil que oculta en el traje.

Lo activo y lo lanzó esperando la detonación que de inmediato atrae a los encapuchados. El humo los ciega y suelto la tanda de disparos que me da ventaja.

Queda una bala.

El terreno se convierte en hielo y me veo sin salida al ver el final del camino, el sonido del agua cayendo por las rocas me detiene.

Llevo la mano al brazalete que adorna mi muñeca. Están a metros y no voy a ser su maldito juguete de caceria.

Salto sintiendo de inmediato el hielo romperce ante mi peso, el agua me envuelve y por segundos pierdo la conciencia.

La corriente me mueve y lo permito al verme libre de los hombres. Mis dedos están rojos y me aferro a las ramas que cuelgan a las orillas del río. Impulso mi cuerpo y gimo por el dolor en mi pierna.

Me recuesto sin fuerzas dando bocadas de aire que me ponen a arder el pecho. Apoyo las piernas tratando de levantarme y caigo soltando un siseo.

El cuerpo me tiembla a cada paso, la tela se me pega por la humedad empeorando el frio. El abdomen se me pinta de rojo gracias a la herida que dejo el hielo.

La barbilla me tiembla y me causa molestia el castañeo de mis dientes.

El rugido de un motor hace que gire logrando ver la camioneta que se acerca con velocidad. Perdí el arma en el agua.

El auto se detiene y maldigo. 

—¡Capitana Morgan!

La voz del castaño llega como melodías a mio oídos.


(...)



—¿Como te sientes?

Hago una mueca al enderezarse, el castaño y se acerca con rapidez. Niego y rechazo la ayuda.

—Estoy bien.

Las vendas llenan mi abdomen y brazo derecho.

—No lo parece.

Giro encarando una ceja. Cierra la boca y me mira de la misma manera que lo ha hecho desde que ascendió a teniente.

Traga y parece dudar si hablar.

—Yo...— suelta un pesado suspiro — Su padre se entero — mi cuerpo se tensa, mi cabeza va de un lugar a otro.

—Fuera.

—Cam...

—Le di una orden teniente — lo interrumpo

Boquea pero asiente bajando los ojos al suelo.

—Con permiso Capitana.








Beasts 「 Antoni Mascherano 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora