Prologo

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Se puede ver a dos jóvenes practicando boxeo. Uno, relativamente pequeño, de cabello negro, lanza un swing rápido hacia la cabeza de su oponente, mostrando un gran juego de pies, casi profesional, a pesar de ser solo un estudiante. Enfrente, su contrincante, un joven más alto y de cabello rubio, devuelve golpes sueltos, carentes de técnica.

(Lo tengo, solo un poco más. Esquivo su gancho y le lanzo un golpe abierto a la cabeza. Esta vez lo voy a vencer...)

—¡Lo tengo! ¡Toma!

Sin embargo, de manera inexplicable, el joven de cabello negro resbala, quedando a merced de su oponente, quien le lanza un golpe que, aunque no parece tan fuerte, lo derriba, dejándolo noqueado.

—¡El combate ha terminado! ¡Wallace es el ganador!

—¡Allen! —grita una estudiante que corre hacia el chico caído.

—Tranquila, Mika, solo lo noqueé. No es nada grave. Sabes que Allen está acostumbrado. Además, así seguirá practicando y mejorando en el futuro. —(¿Por qué te preocupas tanto por ese mob? Se supone que yo soy tu novio. Peor aún, después de todos los rumores que difundí sobre él, ¿todavía le tienes aprecio?)

—Es cierto... Pero, ¿cuántas veces Allen se ha esforzado hasta el límite? Ya sea en esgrima, arquería o cualquier deporte, siempre termina así.

—Tienes razón... —Wallace hace una pausa y sonríe—. Pero dime, ¿qué te parece si, después de nuestra cita, vamos con Allen al cine para animarlo?

—Sabes que Allen odia perder el tiempo en algo que no lo mejore.

—Bueno, entonces, ¿qué les parece si vamos al teatro? Es cultural y entretenido.

En ese momento, Allen, que sorprendentemente ya se ha recuperado, se acerca a la pareja.

—Está bien, pero será después de su cita. Además, el entrenador seguramente me quiere decir algo. Por cierto, Wallace, ¿es cierto que estás en consideración para el equipo olímpico? Escuché que un ojeador vino a vernos.

—Así es. Espero que también hayas impresionado, Allen.

—Espero haberlo logrado. Bueno, no les quito más tiempo. Diviértanse.

Momentos después, en un salón apartado, el entrenador se acerca a Allen.

—Lo siento, Allen. El ojeador de la selección no quedó satisfecho con lo que vio.

—Entiendo.

—No comprendo qué ocurre. Lo haces bien en los entrenamientos, resistes los golpes... pero caes noqueado con tanta facilidad.

—Supongo que siempre seré torpe para estas situaciones. (Tal parece que la diosa fortuna no sonríe a personas como yo.)

En ese momento, unas sombras parecen observar a Allen desde lejos, con muecas distorsionadas y burlonas.

—No te desanimes. Ya te recomendé como sparring en un gimnasio local.

—No se preocupe, entrenador. Me enfocaré más en los estudios.

—Ya veo... una pena.

Allen recoge sus cosas, se ducha y se prepara para irse. Mientras camina, observa a Wallace y Mika, quienes acaban de terminar su cita.

(Ah... Me pregunto si, tal vez, si fuera como Wallace, todo me saldría bien. No, no pienses así. Solo es una mala racha. Todo va a mejorar, solo necesito esforzarme más.)

De repente, Allen ve un camión saltándose todas las luces rojas. Al mismo tiempo, Mika y Wallace cruzan la calle sin prestar atención.

—¡Mika! ¡Wallace!

Reencarnado en un villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora