Día 18

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El tubo de oxígeno que habian colocado en su garganta tras el parto fue reemplazado por una mascarilla que sería menos incómoda en el momento en que despertara, en su brazo derecho se encontraba una pequeña aguja intravenosa que permitía que su cuerpo recibiera el suero y los medicamentos necesarios, el paciente de cabellos naranjas se encontraba en un sueño tan profundo e imperturbable que su expresión reflejaba una gran paz y tranquilidad.

El reloj en la habitación mostraba que pasaba de medio día y Nakahara continuaba dormido, sin rastro de cuando sería capaz de despertar.

- vamos Chuu, abre tus ojos por favor -

Sosteniendo una de sus manos el detective permanecía a su lado esperando pacientemente a su pareja y que durante largas horas se dedicó a hablarle sobre la pequeña niña castaña que continuaba en la unidad neonatal.

- Kouyou san esta con Fumiko, recién despertó supongo que te ganó Chuuya - no pudo evitar reír a lo bajo tras depositar un tierno beso en sus nudillos - es hermosa... y tiene tus ojos, nos mira como si supiera quienes somos aunque estoy casi seguro que cuando nacen su visibilidad es mínima, ven sombras y borroso...- hizo una pausa elevando la mirada a la gran ventana a su lado - o algo así leí en internet en lugar de trabajar en el reporte que me puso a hacer Kunikida kun hace dos semanas - su sonrisa se esfumó mientras acariciaba con delicadeza una de sus mejilla - estoy seguro que me regañarias si estuvieras despierto -

Pequeñas gotas comenzaron a descender por su barbilla hasta la mano tibia del mafioso, aquello lo llevó a reincorporarse lo más rápido que pudo para limpiarlas con la manga de la camisa que vestía, se sentía tan patético, lo educaron para no mostrarse vulnerable sin importar la situación, pasó tantos años ocultando sus verdaderas emociones, ni siquiera el día que murió Odasaku derramó tantas lágrimas, sin embargo justo en ese momento no podía evitar sentir que su alma se partía en mil pedazos, la sola idea de una vida sin Chuuya lo hacía perder toda esperanza, lo hacía anhelar la muerte más que nunca.

- no me dejes por favor, no podría continuar viviendo sin ti, si te pierdo nada tendría sentido... - bajo la mirada cerrando sus ojos con fuerza - despierta, regañame, gritame, dime que me odias por ser un mal padre, porque llegue a considerar la idea de morir sin pensar en Fumiko, porque realmente pensé en abandonarla con tal de seguirte a la otra vida -

- deja de culparte Dazai -

El mencionado había escuchado la puerta de la habitación abriese segundos antes por eso la voz detrás suyo no logró sorprenderlo.

- es normal llegar a tener esos pensamientos pero estoy muy segura que si Chuuya hubiera... - se detuvo para cambiar la oración - se que habrías cuidado de Fumiko por Chuuya y habrías hecho un gran trabajo -

- ¿eso cree Kouyou san? -

- no sólo lo creo, estoy segura de ello - bajo la mirada para ver el pequeño bulto en sus brazos - Fumiko también lo piensa -

-¿la trajiste? - finalmente el detective alzo la mirada encontrándose con la femina que traía consigo a su hija envuelta en una de las tantas mantas que habían comprado, una hermosa cobija afelpada color rosa

- si, el lugar de Fumiko es al lado de sus padres - con delicadeza se la entregó indicándole cual era la forma correcta de sostenerla, sobre todo su pequeña cabecita.

- gracias Kouyou nee -

Debía admitirlo estaba asustado, no quería lastimarla por abrazarla demasiado fuerte o dejarla caer por accidente, pero la sensación que se asentó contra su pecho en cuanto la cargo era algo que jamás creyó experimentar

- hola hija, soy tu papá -

La castaña movio sus pequeñas manitas un par de veces en respuesta a sus palabras, lo reconocía por su voz

Agosto de m-preg 2022 ☆ Soukoku  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora