capítulo 9

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Gabriel abrió lentamente los ojos, vio a un hombre mayor sentado al lado de la camilla.

—¿Dónde está Abigail?

El viejo con un acento alemán dijo:

—Ella despertó primero, te estamos esperando, ¡debemos irnos!

Gabriel se sentía aturdido.

—¿Qué sucedió? ¿Quién es usted?

El hombre se puso de pie, nervioso.

—Mi nombre es Vincent, estoy aquí para ayudarlos. —En ese momento entró Abigail, llevaba una bata de hospital igual que Gabriel—. Deben venir conmigo, el hombre que vieron en casa de Lorenzo es un asesino y en cualquier momento va a venir por nosotros.

—¿Qué nos pasó? —preguntó Gabriel mirando a su compañera.

—Los quisieron matar, es largo de explicar, pero en el camino les contaré todo. ¡Debemos irnos ahora! —levantó la voz el viejo.

—Él nos salvó, Gabriel, deberíamos confiar, nos sacó de los escombros —concluyó Abigail. Gabriel se puso de pie creyendo que le dolería todo el cuerpo con el movimiento, pero para su sorpresa no le dolía nada, solo sentía olor a quemado.

Salieron del hospital a pasos apurados, el viejo hablaba por teléfono en alemán dando órdenes. Salieron del hospital de Urgencias y subieron a un Audi A4 color gris oscuro. Una vez que tomaron la ruta, el viejo comenzó a explicarles.

—Bien, miles de cosas deben estar preguntándose, intentaré ser breve.

Gabriel tomó la mano de Abigail, ella se veía asustada y confundida. El viejo continuó:

—Una secta cristiana muy antigua, fundada hace 1500 años por el papa Gregorio Magno, los persigue. Ellos creen que la encarnación del mal, hijo del diablo, inicuo, hijo de la perdición o simplemente precursor del fin, nacerá del vientre de ella o sea el hijo de ambos y quieren acabar con él antes de que nazca. Esa Orden se llama Apocalypsis Christi, tienen el poder de la Iglesia católica y de 1500 años en las sombras. Es la logia más secreta que existe.

El viejo abrió la ventanilla y encendió un cigarrillo. Habían tomado la ruta camino al aeropuerto.

—Nosotros —continuó Vincent— pertenecemos a la misma Orden, pero tenemos convicciones diferentes. Estamos convencidos de que el hijo del mal ya está en esta Tierra, que lo tiene la misma Orden y se llama Laurence. Es el hombre que vieron en casa de Lorenzo y hoy nos persigue, es un ser muy especial: no puede morir. Eso lo comprobó dando su vida el cofundador de nuestra Orden. Laurence tiene más de 1500 años y es poderoso. El sistema que usa la Orden para reclutar a sus adeptos es criarlos desde niños. Buscan en las sociedades vulnerables, los rescatan, los llevan al templo y los entrenan. Nuestra Orden, que se separó de la original hace unos cuantos siglos, hace lo mismo, con la diferencia de que cuando un niño es entrenado por un maestro nuestro se les enseña la verdad. Que Laurence es el mal y que pronto acabará con la humanidad y que solo debe detenerlo la encarnación del arcángel Miguel, o sea, su hijo. Para distinguirnos usamos una pequeña cicatriz que le hacemos a los niños detrás de la oreja. —El viejo mostró un pequeño orificio detrás del cartílago auricular.

Abigail no se imaginó cómo le hacían eso a un niño. Gabriel hizo una sonrisa preguntando:

—Señor, ¿usted está bien? ¿Desde cuándo sufre estas alucinaciones?

El viejo lo miró enojado.

Von gott, sei kein idiot. —Luego detuvo el auto a la orilla de la ruta diciendo—: Bajen y les mostraré lo loco que estoy.

Lazo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora