capítulo 17

5 3 4
                                    


Bajaron del avión, Vincent hablaba en alemán, nervioso, por teléfono caminando de aquí para allá. Gabriel observaba los ademanes del viejo, él estaba tranquilo, su bebé estaba en paz, y eso era lo único que le importaba. Mientras el viejo cortaba y llamaba de nuevo, una y otra vez, Gabriel intentó llamar a Yamila, debía estar preocupada. Quería contarle que estaban bien, que su hijo había salvado a todos, que era alguien muy especial, que no solo parecía un ángel, sino que lo era, y más, un arcángel. Pero no, debía detenerse ahí. No sabía quién era ella. ¿Y si su espíritu científico le ganaba a lo que pudiera sentir por ellos y la llevaba a entregar al niño a horribles experimentos? Quitó esa idea de la cabeza con una sacudida. El sonido de espera del teléfono fue interrumpido por la voz de Vincent.

—Gabriel, ven, subamos... En unos minutos despegamos.

Gabriel cortó su teléfono y subió nuevamente al avión.

—¿Qué sucedió?

—Lo hizo de nuevo, la bomba explotó a unos 8000 km en el Atlántico, todas las organizaciones del mundo están detrás de la noticia, pero por suerte no corremos peligro. Fue de gran magnitud, pero sobre el agua, parece que venían en algún barco. Estarán en alerta máxima las agencias ambientales, pero por lo que me dijeron desde la ONU no habrá peligro en suelo firme.

—¿Hubo mucho daño?

Vincent lo miró seriamente.

—Fue una bomba termonuclear, calculan de unos 8 o 7 megatones, ni idea lo que significa, pero si hubiese estallado en suelo me dijeron que hubiese matado todo ser vivo en 100 kilómetros. Se sabrá más en estos días. Lo que sí, es un daño ecológico grave.

—¿Y ahora qué haremos?

—Tienes destino en Brasil.

—No quiero ir allá. Volvamos, él —señaló al bebé— me dijo que estaría todo bien.

Vincent lo pensó unos minutos. Luego concluyó:

—Bien, haré que cambien el plan de vuelo. Es mejor que estés allá, es mejor tener bien vigilada a esta chica. ¿Cómo se llama?

—¿Qué chica? —Se hizo el sorprendido Gabriel como un adolescente frente a sus padres.

—No te hagas el tonto conmigo. Yamila, trabaja para el CONICET, y sin querer ha estado investigando para la Orden. Ella dio datos geográficos indicando hasta dónde llegan las anomalías que el niño provoca en el ambiente.

—¿Ella sabe quién es Ángel?

—No, creo que no, ella solo entregó los datos que le pidieron de arriba, pero debemos tenerla vigilada.

Gabriel se sintió atrapado, al viejo no se le escapaba nada. Por un lado, odiaba que supiera tanto de sus vidas, pero a la vez le agradecía, por miedo o amor, protegía a su hijo con la vida, y eso era bueno. Aparte de las aparentemente ilimitadas influencias en el gobierno. Sin Vincent hubiesen estado perdidos.

—Gracias —dijo al fin.

—No..., no debes agradecerme, lo hago por mi señor.

Gabriel cada vez más sorprendido por la postura del hombre frente al niño preguntó:

—¿Por qué le temes tanto a mi hijo, si en realidad es el mayor bien de la Tierra?

El viejo abrió grande los ojos, y mirando al niño dijo:

—No es temor, es respeto. Ignoras muchas cosas, joven Gabriel. Tú lo ves como un niño indefenso y en pañales, pero dentro de esa cáscara, se encuentra uno de los seres más poderosos del universo y si entendieras, aunque sea un poquito de su poder, lo tomarías con pinzas.

Lazo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora