Tamara

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—¿Estás loco? ¡No puedes invitar a Tamara aquí! —apuntó Olivia incrédula

—¿Por qué no? Tu te auto-invitaste —dijo Neal

—Por una razón —dijo Olivia—, aunque aun no lo entienda del todo. Pero, no creo que Tamara vaya asimilar todo tan fácilmente

—Puede que si —dijo Neal—. Olivia, es mi prometida, y si voy a arreglar las cosas con mi padre, ellos deberían conocerse, y debería conocer a mi hijo

—¿Estás seguro de esto? —dijo Olivia—. Yo creo que solo le harás daño

—No le voy a hacer daño —protestó Neal

—No me refiero físicamente —dijo Olivia—, pero, vamos, Neal, tu sigues enamorado de Emma

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó Neal, aunque no parecía exactamente ofendido o sorprendido por la acusación

—Neal, te conozco —dijo Olivia

—Mira, aunque así fuera, dudo mucho que ella quiera tener nada que ver conmigo —dijo Neal—, no después de lo que le hice

—¿Tan seguro estás de eso? —preguntó Olivia

—Si —afirmó Neal, y Olivia no pudo dejar de notar un cierto deje de tristeza en su tono—, ahora estoy prometido con Tamara y ella ya está en camino

Olivia suspiró. Seguía pensando que era un error, pero no insistió.

—Está bien, si crees que es lo mejor, te apoyo —dijo

—Gracias —dijo Neal—. He quedado en un rato con Henry abajo, ¿te quedas?

—No, iba a ir a la biblioteca —dijo Olivia—. Puede que allí encuentre algo

Neal asintió. Ambos amigos bajaron juntos las escaleras del hostal, y mientras Neal se entraba a una pequeña pero acogedora salita de estar del hostal, Olivia salió por la puerta de este y comenzó a caminar dirección a la biblioteca. Suspiró. La conversación con Neal no había ido exactamente como ella quería. Ella quería hablarle de August, sabiendo que el también lo conocía. Ya iban tres días que ella había estado yendo al bosque, a su caravana, para estar con él un rato, hablar. Le había caído bien, y no quería dejarlo solo todo el día allí.

Olivia se estaba acostumbrando bastante bien al pueblo. Le gustaba estar allí, Ruby y su abuela eran de lo más agradables, y el ambiente en el pueblo era muy bueno. Mucho mejor que el ajetreo de la ciudad de Nueva York. Llegó a la biblioteca. Las persianas de los cristales de la puerta estaban echadas, pero según el horario que tenía abajo estaba abierta. Puso la mano en el manillar y empujó. Nada. Estaba cerrada. Frunció el ceño, y lo intentó una vez más, como si se fuera a abrir por parte de magia.

—Esta cerrada —dijo una voz entonces por detrás de ella

Olivia se giró para encontrarse a una joven rubia, no parecía mucho mayor de veinte años. En sus brazos llevaba una pequeña niña también rubia, de no mas de un año.

—Belle, la bibliotecaria, está en el hospital —explicó la joven

—Oh, vaya —dijo Olivia—. Espero que se recupere pronto. Soy Olivia, por cierto

—Ashley —dijo la rubia—, aunque puedes llamarme Ash, o Ella.

—Ella... ¿Cenicienta? —preguntó Olivia

—La misma —dijo Ashley risueñamente—. Y esta es Alex

—Hola, Alex —dijo Olivia cogiendo la mano de la pequeña, que solamente se río y saludó levemente con la otra mano

Ninfa | 𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙩𝙞𝙢𝙚.​Donde viven las historias. Descúbrelo ahora