Sacrificio

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—¿Y qué tengo que hacer? —preguntó Regina

De nuevo fuera de la cripta, tocaba sopesar las opciones. La cosa estaba clara, Pan no debía lanzar aquella maldición o en todo caso, había que detenerla antes de que alcanzara a todos.

—Debes destruir el pergamino —respondió Gold—. Para que queden anulados ambos hechizos, pero se consciente de que habrá un precio. Un alto precio.

—¿Qué sugieres que haga? —dijo Regina

—Qué en lugar de ir a por Pan lo atraigas hacia nosotros con un maleficio que devuelva a Pan y Henry sus propios cuerpos —dijo Gold

—Si recupero mi cuerpo, podré recuperar el pergamino —dijo Henry—. Os lo podría traer

—Exacto, Henry —dijo Gold

—Tu no eres lo bastante poderoso como para conjurar tan maño maleficio —dijo Regina

—Con el utensilio apropiado, si que podría —dijo Gold

—La varita del hada negra —intervino Campanilla—. Una de las hadas más poderosas que han existido. Avezada en magia negra. El hada azul la exilió, más antes le arrebató su varita.

—Supongo que la difunta madre superiora la escondió en su residencia —dijo Gold

—¿Y a qué esperamos? Vayamos al convento —dijo un decidido David

—¿Os acompaño? Quiero presentar mis respetos a Azul —dijo Campanilla

—Todo arreglado —dijo Gold—. Los demás volvamos a mi tienda a preparar a Henry para el hechizo.

Olivia sin embargo decidió que necesitaba un respiro. Una vez salieron del cementerio, ella se dirigió sola en dirección al hostal de la abuelita. Poco tardó en darse cuenta de que Belle la acompañaba

—Olivia, ¿estás bien? —preguntó la castaña

—Si.., si, no te preocupes, Belle —respondió—. Estoy...

—No lo estás —dijo Belle con una leve sonrisa—. Puedes decírmelo

—No lo se.. —dijo Olivia—. Es que... he sido secuestrada, me han apuntado con un arma... Llevo aquí solo algunas semanas y he tenido más acción que en toda mi vida. Y encima lo del hada...

—Se que fuiste quien la encontraste... —mencionó Belle

—No solo eso, pude haber hecho algo —dijo Olivia—, pero me quedé paralizada... Podría haberla salvado.

—Olivia, no fue tu culpa —Belle puso una mano en su hombro—. Si alguien tiene la culpa, ese es Pan.

—Lo siento, creo... que esto me está superando —dijo Olivia—. Ahora mismo solo quiero volver a mi vida en Nueva York, antes de saber de todo esto. ¿De que me va a servir tener magia?

—Olivia, nos has ayudado mucho —dijo Belle—. Nos ayudaste a Ariel y a mi en la tienda, y creo que ayudaste a salvar el pueblo con Emma y Regina.

Olivia sonrió un poco, agradecida de haber encontrado una amiga como Belle. No sería una amistad de mucho tiempo, pero durante los días que los demás habían estado en Nunca Jamás, podía decir que se habían vuelto bastante unidas. Resulta que pasarse días entre los archivos del pueblo buscando la identidad de una persona juntas unía mucho a las personas.

—Iba a ir a la biblioteca, a ver si puedo encontrar algo para ayudar, ¿por qué no te vienes? —preguntó Belle

—La verdad, me apetecía irme a descansar un rato —dijo Olivia—. Pero creo que si lo hago, solo conseguiré quedarme a solas con mis pensamientos y solo lo hará peor. Vale, te sigo

Ninfa | 𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙩𝙞𝙢𝙚.​Donde viven las historias. Descúbrelo ahora