Dos hermanos y una sirena

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Que la llamada de Belle se cortara como lo había hecho le pareció a Olivia muy extraño. Miró la pantalla de su móvil confundida e intentó volver a llamar, pero le saltó el buzón de voz. Frunció el ceño. Dejó el libro que estaba leyendo sobre la mesa de la comisaría y se levanto. Iría a ver si sucedía algo. Seguramente estaría en la tienda. Así que salió de la comisaría. Trató de ir normal, pero no pudo evitar caminar con prisas. Por alguna razón, tenía un mal presentimiento.

La puerta de la tienda estaba cerrada. Trató de mirar por el cristal, a través de las persianas. Parecía vacía. Quizá por la puerta lateral... Dio la vuelta a la tienda, pero se detuvo antes de que pudieran verla por el cristal de la puerta. Al menos las ventanas estaban demasiado altas como para que la vieran por ellas. Se asomó un poco y se alegró de haber ido con cuidado. Belle y una mujer pelirroja estaban en mitad de la habitación, atadas a unas sillas.

Había dos hombres de pie. Uno de pelo oscuro, gafas y más alto que el segundo, de pelo algo más claro. Físicamente se parecían, podrían ser familia. Los dos tenían un arma en la mano. Olivia resopló. Tenía que haber cogido una de la comisaría. Aunque tampoco estaba segura de si le hubiera servido dado que nunca había usado una.

Por desgracia, no se oía nada desde fuera. Maldita sea, pensó Olivia, ¿por qué tenía que pasar eso con ella al cargo? No tenía ni idea de que hacer. Suspiró intentando tranquilizarse y se alejó un poco para llamar a Frederick buscando ayuda. Cuando no contestó, se sintió todavía más frustrada. No podía hacerlo sola. Pero tenía que hacer algo. No iba a dejar a Belle y la otra mujer a su suerte.

Se acercó nuevamente a la puerta, pero a la puerta de entrada de la tienda. No le verían venir si entraba por esa. Y ni siquiera sabía si la otra estaba abierta. Había estado practicando un poco la magia los últimos días. Por fin empezaba a salirle algo. Pero estaba tan nerviosa que no estaba segura de conseguirlo en ese momento. Se concentró acercando su mano a la cerradura. Se concentró en los engranajes que habría en su interior y entonces escuchó el click que indicaba que la cerradura se había abierto. Sonrió satisfecha, aunque sorprendida. 

Abrió la puerta despacio. Milagrosamente consiguió colar la mano y sujetar la campanilla en alto para que no sonara y alarmara de su llegada. Escuchó las voces de la trastienda.

—¿Qué dijo Rumpletiltskin sobre esta cosa? —No reconoció esa voz, pertenecía a uno de los dos hombres.

Olivia avanzaba despacio. Pero el suelo era de madera y temía que pudiera crujir en cualquier momento.

—No me asustáis ni tu ni tu pistola —esa debía ser la mujer pelirroja—, y no es porque no sepa lo que es.

—¿Se lo demostramos? —Una voz nueva. Debía de ser el segundo hombre—. La caja. Dime que es.

—Es mágica —escuchó a Belle—. Pero si vosotros solo queréis destruirla, ¿por qué os importa tanto?

—Porque nuestro jefe quiere saberlo —Ahí estaba de nuevo la primera voz

—¿Vuestro jefe? —dijo Belle—. Ni siquiera sabéis cual es vuestra misión ni para quien trabajáis en realidad...

—Para Peter Pan.

Olivia se llevó rápidamente las manos a la boca para que ningún sonido saliera de esta. Si se iba a quedar en Storybrooke debería empezar a acostumbrarse a aquellas cosas. Pero, ¿Peter Pan? Quizá lo mejor habría sido no detenerse, pero lo hizo de todos modos. Necesitaba escuchar.

—Si, sabemos bien para quien estamos trabajando —dijo el otro

—Pero Rumple dijo que Greg... —dijo Belle

—Greg y Tamara lo desconocían, solo eran... marionetas. 

¿Tamara... trabajaba para Peter Pan? La cabeza de Olivia era un lío.

Ninfa | 𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙩𝙞𝙢𝙚.​Donde viven las historias. Descúbrelo ahora