El detonador

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Olivia no abandonó el apartamento. Aunque Emma decidió que tenía que ir a decírselo a Henry, dándose cuenta también de que deberían decírselo a Gold, solo ella y sus padres abandonaron el lugar quedándose allí sola con Regina que seguía en la cama. Tenía que admitir que resultaba un poco incómodo estar allí solas con ella, en una casa que no era suya, y especialmente porque Regina era todavía una de las personas que no conocía de nada allí.

De todas formas, lo que tenía claro era que no iba a irse de allí. ¿Por qué? Tenía que admitir que no estaba segura, pero quería ayudar. Quería ayudarlos contra Greg y Tamara, contra ese detonador, si es que había alguna manera. No pensaba abandonar a ninguno de allí. Ayudaría a Emma y Henry por Neal. Pero también pensó en todos los que había conocido allí: la Abuelita, Ruby, Ashley, Thomas, la pequeña Alex, Pinocho, Marco, Frederick, Abigail... 

Tenía que haber algo que pudiera hacer. Miró sus manos. Su magia tenía que poder hacer algo. Susurró una maldición. Si tan solo supiera como controlarla. Se suponía que su magia era diferente, quizá podía hacer algo más contra ese detonador y ni siquiera lo sabía. Resopló frustrada. 

Al rato, pudo escuchar a Regina quejarse y se giró para mirarla. Se estaba levantando de la cama. Olivia estuvo a punto de decirle que debería quedarse en la cama, no estuvo segura porque no dijo nada. Regina se calzó sus botas y se levantó del todo, llevándose una mano al cuello soltando un leve quejido. La puerta se abrió en ese preciso momento y Emma, David y Mary Margaret entraron junto a Henry. Henry fue corriendo a abrazar a Regina

—¡Henry!

—¡Mamá!

De pronto, un temblor sacudió todo el apartamento obligando a Olivia a levantarse de la silla y sujetarse a la encimera. Hubo algunos grititos.

—Regina, ¿eso es...? —preguntó Emma

—Si, han activado el diamante —dijo Regina. Olivia ya había aprendido que esa era la forma que tenía el detonador

—¿Moriremos todos? 

A Olivia le dolió escuchar el tono de Henry. Solo era un niño.

—Tu naciste aquí, sobrevivirás —le dijo Regina acariciándole el brazo

—Pero.. —Henry los miró a todos—, me quedaré solo

No estarás solo, quiso decir Olivia, pero de nuevo, se mantuvo callada. Mary Margaret la había invitado a quedarse allí un rato, pero aun así, se sentía tan fuera de lugar.

—Lo siento mucho, Henry —dijo Regina

—No lo permitiré —dijo Emma—. Tu lo ideaste, desactívalo

—No puedo, es imposible —dijo Regina

—¡Pues piensa! Es por tu culpa —insistió Emma

—¡Ya basta! —exclamó Henry—. Escuchad, he perdido a mi padre y no quiero perder a nadie más. Ayudémonos mutuamente

—Para ser tan pequeño, yo diría que razón no le falta —Un hombre blanco, moreno y vestido de negro acababa de entrar en el apartamento por la puerta que habían dejado abierta. Olivia no pudo dejar de notar el garfio que llevaba por mano y supo quien era.

Garfio no tuvo tiempo de reaccionar antes de que David le diera un puñetazo en toda la cara.

—Te la debía de la última vez.

—Vaya, hombre... —murmuró Garfio

—Y si no tienes interés en recibir algo más, dinos que pintas aquí —dijo David sacando su arma

—Creo que amenazar con matarme está de más dado que todos vamos a morir —dijo Garfio

—No gracias a ti, según Regina te aliaste con Tamara y Greg por venganza—reprochó Emma

Ninfa | 𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙩𝙞𝙢𝙚.​Donde viven las historias. Descúbrelo ahora