Piratas y venenos

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Había vuelto al apartamento de Neal. No tenía otro sitio al que ir. No podía volver a su apartamento con Mark, y su madre vivía en otro estado. No podía ir a ver a Tamara o alguna otra amiga, no entenderían lo que le pasaba. Y por lo que había visto y escuchado antes, sentía que Neal era el único que podría comprenderla. El apartamento todavía estaba vacío, pero ella tenía llaves. Nada más entrar, tiró su bolso sobre la mesita y se dirigió a la otra habitación, donde simplemente se tumbó en la cama.

Respiró hondo. Aun trataba de asimilar todo lo sucedido. Magia. La magia existía. Ella podía hacer magia. Era una locura. No tenía sentido. Y sin embargo, todo era verdad. Olivia estaba abrumada. No sabía que pensar. No sabía que hacer. Tampoco quería estropearle el momento a Neal con su hijo con sus problemas. Pero no podía hablarlo con nadie más. Había sopesado la posibilidad de llamar a su madre, había estado casada con su padre muchos años. Quizá sabía algo. Lo descartó rápidamente. Las historias siempre se las contaba su abuela. Su padre nunca había mencionado nada de ello. Podría ser que ni siquiera supiera nada de ello.

Sin embargo, no hubo oportunidad de hablar con Neal. Al menos, no enseguida.

Al principio, no pasaba nada. Olivia escuchó la puerta, pero no se levantó. Por las voces enseguida reconoció a Neal y su hijo. Solo se incorporó para sentarse en la cama. Enseguida escuchó a Neal mencionar que iba a bajar para comprobar a Emma y Gold, que al parecer no habían subido. Diez minutos después, la puerta se abría otra vez. Escuchó sonidos de esfuerzos y los débiles jadeos de Gold. Olivia frunció el ceño. El hombre parecía estar sufriendo por algo.

—Hemos encerrado en un trastero a nuestro pirata vengador —escuchó decir a Emma—. Estando ahí ya no causará problemas, y atentos, llevaba un mapa. Parece que ha llegado en su barco.

Pirata. Aquel día todavía conseguía sorprenderla. Olivia no pudo seguir escuchando "a escondidas", no cuando Henry se asomó a la otra habitación, solo para apoyarse en el marco del arco que separaba las habitaciones. Emma también se acercó. No hubo sorpresa por parte de ninguno de los dos al verla. Quizá suponían que se había quedado allí todo el rato, quizá la preocupación por Gold les podía más. Olivia se levanto y se asomó por detrás de Henry. Habían dejado a Gold en el sofá. Parecía tener una herida en el pecho.

—¿Qué ha pasado? —Olivia no pudo evitar preguntar—. ¿Y qué es eso de un pirata?

Emma la miró, mientras Neal trataba de ayudar a su padre. Olivia entendió que no había tiempo para explicaciones, y simplemente asintió, queriendo decir que lo comprendía.

—¿Cómo ha llegado en barco en Nueva York? —preguntó Neal

—Es invisible —respondió Emma como si fuera normal, justo antes de agacharse junto a Henry sin percatarse del rostro incrédulo de Olivia—. Tranquilo, ya no nos hará daño.

—Pero, el señor Gold... ¿se pondrá bien? —dijo Henry

—Claro —dijo Neal—, saldrá de esta

Ni siquiera el parecía convencido. En ese momento, Emma pasó por al lado de Olivia. En la otra habitación, la vio sacar su teléfono e intentar marcar, quizá para llamar a alguien, pero la pantalla no se encendió. Se habría quedado sin batería. Por eso Olivia decidió acercarse a ella y ofrecerle su teléfono

—Gracias —dijo Emma, pero no aceptó el teléfono. No quería tanto llamar como ver si tenía alguna llamada o mensaje. Así que Olivia recordó que Neal solía guardar su cargador en el cajón de su mesilla y fue a buscarlo.

—Toma, no creo que a Neal le importe. Pero, de verdad, puedes usar mi teléfono mientras tanto.

Olivia le prestó su teléfono, y volvió a la otra habitación, al tiempo que se cruzaba con Henry se metía a la habitación con su madre. Neal se acercó nuevamente a su padre, examinando la herida.

Ninfa | 𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙩𝙞𝙢𝙚.​Donde viven las historias. Descúbrelo ahora