Capitulo O7.

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"Cuando llega el día en el que en la aldea se celebra el baile en el que los jóvenes solteros eligen pareja, la madrastra, consciente de que Yeh Shen es mucho más bella que sus hijas, la encierra para que no vaya al baile.

Ella tiene un pececito mágico, bueno, las raspas del pez, porque la madrastra sabiendo que el único amigo de la niña era un pez de colores que habla, lo cocina y se lo come.

La niña guarda las espinas, que también son mágicas y con ellas convoca a los espíritus para que la ayuden. La transportan al baile completamente transformada. La magia dura poco y ella pierde un zapato. Todos admiran la belleza del zapato, que no mediría más de 10 cm, claro, la noticia llega a oídos del emperador que quiere casarse con la dueña del zapato y comienza una búsqueda para encontrar a la mujer cuyo pie entre en el zapatito.

Buscando, buscando, llegan a la casa de Yeh Shen. La madrastra corta los dedos de una de sus hijas y venda fuertemente el pie para que quepa, la mentira dura poco, ya que camino de palacio el pie empieza a sangrar. Devuelven a la chica, y esta vez la madrastra corta el talón de su segunda hija. El resultado es el mismo.

Al final Yeh Shen se pone el zapato que la queda como un guante, se casa con el emperador, y la madrastra y las hermanastras son condenadas a muerte, las tiran a un pozo y mueren apedreadas. Un verdadero final feliz."











Me levante al sentir la incomodidad de mis partes rosar la tela húmeda de mi pantalón.

Abrí mis ojos confundido, sin saber dónde estaba. Mire a ambos lados, confundido, cerré mis ojos y flashes de la noche vinieron a mi mente.

Yo con una colorada, yo dejando a la colorada, yo corriendo, yo llegando a la casa de Frank, yo besando a Frank... yo viniéndome sobre mis pantalones por la fricción de mi cuerpo y la lengua de Frank.

Me sonrojo al recordar eso y me removí un poco en la cama, quedando de costado, no queriendo levantarme y salir. Pero mi parte consiente me hacía recuerdo que había ido para saludar a la abuela de Frank, por lo que tenía que bajar.

Me frustre, agarrándome de los pelos y tirándolos un poco, me senté en la cama y me levante.

Fui hasta el baño, me cepille los dientes con el cepillo que me había comprado la otra vez la abuela de Frank, me lave la cara y salí del baño.

Fui hasta el comedor, y ahí pude ver a la Abuela de Frank con el menor, sentados y hablando, mientras el último tomaba algo de una taza.

- Buenos días cariño – me dijo la abuela de Frank cuando me vio y me sonroje un poco.

- Buenos días... - respondí, en un susurro.

- ¿Cómo? – me pregunto, con una sonrisa divertida – abrí la boca para hablar cariño...

- Buenos Días – le volví a repetir y me reí suavemente, relajándome un poco – y Feliz Cumpleaños.

- Buenos Días y gracias cariño – me respondió con una sonrisa, por lo que me acerque a ella, pasando por al lado de la mesa y Frank, y le di un beso en la mejilla - Mucho mejor, ahora toma asiento que te traigo un café – dijo, levantándose antes de que le dijera que no era necesario, aunque fuera mentira, un café era lo que más necesitaba en estos momentos.

Me acerque de nuevo hacia la mesa, ahora nervioso, y me senté al lado de Frank, que solo me miraba con su típica sonrisa en los labios.

- ¿dormiste bien? – me pregunto y yo asentí, nervioso - ¿te quieres bañar? Te puedo prestar ropa – me dijo y yo lo quede mirando por unos segundos y luego volví mi vista a la mesa, sin decir nada – no estés nervioso – me dijo y sentí su mano abierta empujarme desde los hombros y luego su hombro empujándome con un suave golpe, logrando que me riera.

No te enamores - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora