Capítulo 3: La promesa a un Crownguard

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Miró a la joven pelirroja aterrada sin saber cómo reaccionar, así como sus temblorosas piernas negándose a flaquear ante la imponente masa de músculos que él era. Decidió divertirse un poco con aquella bola de nervios frente a él colocando una de sus toscas manos en la pierna de la chica. Obtuvo entonces, una sumisa pelirroja sonrojada, pálida y extremadamente sorprendida. Le gustaba el rumbo que la situación estaba tomando así que, con la misma mano, recorrió suavemente el terso muslo de la muchacha, pasó por sus delgadas, pero firmes caderas y se apresuró a apretar uno de los pechos de la ésta. Sin embargo, quitó la mano rápidamente al sentir una especie de calor intenso y, al mismo tiempo se alejó de ella viendo cómo de su níveo rostro caían lágrimas sin parar. La había asustado. Qué persona tan patética. Quizá era una virgen nerd que no merecía su tiempo ni esfuerzo. Las mujeres como ella no iban con el tipo de hombre que era él. Ya estaba cansado de jóvenes como ella que sólo le buscaban problemas al acostarse con él siendo primerizas y exigiendo una relación seria.

- Olvidaste tu mochila... - dijo con un tono de voz lleno de molestia aventando las pertenencias de la joven al suelo - ¡ah! por cierto... estás en el baño de hombres. - agregó antes de darse la vuelta y salir del lugar con las manos dentro de sus bolsillos.

Continuó su camino sin mirar atrás. Esa chica en realidad le parecía molesta, patética e infantil. No obstante, levantó su mano y pudo percibir un suave aroma a vainilla viniendo proveniente de la misma. Olfateó con tranquilidad aquella sutil esencia y se limitó a sonreír de manera burlesca. Esa era una notoria pista de lo inofensiva que aquella chiquilla le parecía. Eso le agradaba. La deseaba como un trofeo más y se esforzaría para obtenerlo. Nada ni nadie le quitaría la idea de la cabeza.

- Esa niña será mía de cualquier forma... - decía por lo bajo mientras seguía oliendo su mano discretamente – es un bocadillo demasiado tentador.

Se dirigió de nuevo a la oficina de Fiora para obtener información de la muchacha, pues parecían conocidas. Luego de aquél suceso le sería difícil entablar una conversación interesante con la chica pelirroja, pero estaba seguro que encontraría la manera. Muchas chicas se habían quejado del trato de Darius quien sólo se dedicaba a tomar la virginidad de estas y dejarlas de lado como si de juguetes se tratasen. Podría intimidarla con hablar sobre lo que había visto y lo perjudicial que sería si mencionara algo a sus padres o cualquier otra autoridad. Aunque esto último no le preocupaba, pues ella misma le permitiría acercarse de a poco asustándola y manteniéndola bajo su control. Sin más, se dirigió a su destino y tocó la puerta varias veces, ya que Fiora le había llamado la atención en repetidas ocasiones por sus abruptas entradas cuando se encontraba en reunión con importantes padres de familia. No le importaba en absoluto, pero quería obtener información valiosa de aquella sabrosa corderita (refiriéndose a Lux).

Escuchó un rudo "adelante" por parte de la duelista, quien, bastante molesta, acomodaba sus pertenencias sobre el escritorio. Al ver la cara del chico aventó con fuerza su afilado metro junto con una peligrosa mirada asesina. Él sólo movió su cabeza a un lado para esquivar aquella arma, la cual quedó hundida hasta la mitad en la pared del cubículo frontal a la oficina. Fiora había adaptado aquel artefacto con el fin de infundir miedo y respeto a cualquiera que la retase; sin embargo, Darius era la excepción gracias al trato con su muy reconocido "protector, un tipo que, con su poder mágico y político, podía controlarla completamente. El joven estudiante se dirigió con tranquilidad a uno de los sillones para recostarse en él mientras miraba con mofa a la joven detrás de su escritorio. Sus ojos se posaron en las piernas de aquella sensual mujer y deseaba tomarla de nuevo. Desde su primer encuentro, había quedado enamorado de la directora, pero ella se burló de aquellos sentimientos insensatos hacia una mujer comprometida que sólo lo había utilizado para satisfacerse un rato. Sí, ella era la culpable de su actuar, ella le había arrebatado su inocencia, ella debía servirle hasta que se cansara de su cuerpo, ella se había aprovechado de su lastimado corazón y ella debería entregarle todos los trofeos que pidiera dentro de la academia. Su mayor escudo fue aquel hombre llamado Swain. Al enterarse de lo ocurrido, y siendo su tutor legal, amenazó a la duelista con delatar su infidelidad a las familias Laurent y Crownguard. Su reputación caería rápidamente con tan sólo una carta formal con pruebas incluidas. Las notas de sus encuentros escritas con puño y letra de Fiora serían suficientes para deshonrarla frente al Rey actual, su ahora esposo.

Darius no pudo evitar soltar una carcajada llena de descaro al recordar que su querida directora había sacrificado su respeto en la God-weapon Academy para ser la mujer más poderosa y rica de Durandal. La verdad él era discreto y, en ocasiones, pensaba retornar esa libertad a su ahora esclava sexual, pero era demasiado pronto, debía pagar un poco más el sufrimiento que había causado a su yo joven, inmaduro y enamorado. Volteó su mirada a la indiferente muchacha y preguntó sin más por aquella inocente jovencita.

- ¿Qué quieres con ella? – respondió de manera fría hacia su visitante.

- Nada, sólo quiero saber quién es y porqué te llamó tía – alegó olfateando su mano nuevamente.

Fiora lo miró extrañada, pues nunca lo había visto interesado en mujeres como su sobrina Lux. Continuó observándolo durante un instante y recordó aquello que una vez prometió a los padres de la chica. Con el actuar de la directora, Darius se sintió satisfecho y formuló de nuevo la pregunta esta vez levantándose del asiento para acomodarse detrás de ella y acariciar sus piernas con sus enormes manos.

- ¿Cómo se llama? – preguntó el estudiante luego de acercarse a su oído derecho abrazándola hacia él.

- Luxanna... - emitió la joven luego de soltar un suave suspiro.

Sonrió satisfecho al notar que aún causaba nerviosismo y excitación por parte de la duelista, pero ese no era su objetivo por el momento. Se alejó un poco girándola hacia él para mirarla a los ojos y exigirle mayor información.

- Luxanna, ¿y su apellido? – interrogó curioso sin dejar de acercar a Fiora a su cuerpo.

- Crownguard... - atinó a responder desviando la mirada.

Al escuchar esa última declaración, Darius se alejó bruscamente y se sentó en el sillón más cercano. Parecía un mal chiste. Ahora entendía la forma de actuar de la chica inocente al ser tocada por el enemigo de su hermano mayor. Estúpido Garen, siempre se cruzaba en sus planes. En realidad, esperaba aprovechar esa valiosa joya y, ahora, su familia sería un gran impedimento.

- Será difícil, pero nada me alegraría más que quitarle la inocencia a la hermana de ese estúpido...- aseguró entre dientes mirando a Fiora con picardía.

La joven duelista quedó en shock al escuchar sus intenciones con Lux y, antes de reaccionar, el patán había salido de la oficina para idear un plan. Obtener ese trofeo sería aún más satisfactorio que los otros y, con un premio así, estaba seguro que obtendría la admiración de todos en la escuela. No importaba lo que costara, él se encargaría de convencer a Swain para proteger sus intereses y estaba seguro de que a su protector le fascinaría la idea de juntar a ambas familias para hacer crecer su poder y fortuna. Esa chica patética era la llave para obtener bastantes beneficios dentro de las estirpes grado élite. Y, entonces, se le ocurrió una idea magnífica: hacer a Luxanna Crownguard no sólo su mujer, sino su esposa.

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Mientras tanto, Fiora lo entendió todo, no necesitaba que él le explicara las cosas. Había fallado a los que alguna vez la consideraron parte de la familia. Su promesa de proteger a su querida sobrina se había roto, pero aún podía hacer algo. Le avisaría a Garen sobre los planes de Darius antes de que fuera demasiado tarde y, quizá, sólo quizá, le perdonarían sus aventuras con ese estudiante. Sí, los Crownguard sabían de sus infidelidades, pero estaban seguros que su promesa hacia Lux permanecería a pesar de lo ocurrido. Estaba dispuesta a cometer una locura antes que perder la confianza y el amor de su pequeña luz, la única que había creído en ella, la única que merecía su protección.

La mujer perfecta (Darius x Lux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora