La mujer perfecta (Darius x Lux)

Capítulo 12: Baile navideño I

Disclaimer: Los personajes aquí mencionados no me pertenecen. Todos son propiedad de Riot Games. Asimismo, las canciones Melodian, Abracadabra, Cadaveria, Hasta que el cuerpo aguante, Te traeré el horizonte, entre otras, pertenecen a Mägo de Oz y cada personaje representa a un integrante de dicho grupo; Sett (Jesús Hernández «Txus di Fellatio», baterista), Vladimir (Javier Domínguez «Zeta», vocalista), Ahri (Patricia Tapia, vocalista), Jayce (Carlos Prieto «Mohamed» violinista), Darius (Manuel Seoane, guitarrista), Draven (Víctor de Andrés, guitarrista), Akshan (Fernando Mainer, bajista), Ekko (Manuel Ramil, tecladista), Yone (Josema Pizarro, flautista).

El gran día había llegado. Las chicas del colegio corrían a sus casas, al salón de belleza, al centro comercial, etc. Aquello se había vuelto una locura en la academia, pues en el esperado baile, dos bandas de rock se presentarían esa noche. La chica pelirroja caminó por los pasillos para dirigirse al lugar donde se realizaría el evento y pudo observar algo diferente que, durante esa semana, no había notado gracias a la tristeza que sentía. Miró con mayor detenimiento las paredes de los pasadizos y pudo ver los carteles hechos por la misma administración escolar pegados por todos lados. Sin embargo, no entendía la emoción por ver a los estudiantes de la misma escuela tocando, le parecía extraño que se consideraran famosos e interesantes si los veían de manera constante en clases, durante el receso, incluso en los clubes. Su manera de buscar lo aburrido en las cosas que ella debería estar viviendo con curiosidad o emoción le causó molestia. Se estaba convirtiendo en su madre; una vieja resentida con la vida, amargada y preocupada por la imagen social de su familia. Quiso ignorar por una vez a su cerebro y se acercó aún más a la imagen en aquél tabloide impreso llevándose una gran sorpresa al descubrir un nuevo talento de su pareja de baile.

Tomó el enorme papel y lo arrancó de donde se encontraba para llevarlo consigo a un salón más iluminado, pues las luces de la escuela no se encontraban encendidas por la falta de estudiantes. Abrió la puerta del salón más cercano, encendió la luz del lugar y rápidamente se dirigió al escritorio colocando el póster robado. Ahí estaba él. Darius permanecía en el anuncio sosteniendo una guitarra junto con otros ocho integrantes que sujetaban sus respectivos instrumentos. Le pareció atractivo el altivo semblante de su enemigo jurado apareciendo recargado sobre la espalda de otro chico que reconoció de inmediato. Lo recordaba, porque fue gracias a él que su encuentro con el peliazul no terminó en una violación con su aparición en aquella puerta de la mansión Swain.

Dejó de admirarlo y decidió conservar como un buen recuerdo el enorme trozo de papel doblándolo en varias partes hasta obtener sólo un cuadro pequeño de éste. Seguidamente, lo guardó en el bolsillo de su falda y miró por última vez el aula donde se encontraba. Había escogido una al azar, pero tenía un gran parecido a su salón de clases y aquello comenzó a causarle nostalgia. Sus ojos se tornaron llorosos y sus manos se apretaron hasta formar puños provocando palidez en sus nudillos, ya de por sí blancos. Las lágrimas por fin salieron y sus sollozos se hicieron presentes causando eco en la silenciosa habitación. Sin embargo, su cuerpo fue obligado a permanecer en pie, por el orgullo que aún permanecía en ella. Al menos, el poco orgullo que sus padres le habían dejado luego de aquella horrible discusión en casa unos días atrás.
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Garen había llegado a casa antes que ella y les había comunicado a sus padres sobre el terrible acontecimiento que su perfecta Luxanna había llevado a cabo al besarse con el marginado hijo adoptivo de Jericho. Su hermano mayor provocó un enorme asombro en su madre y una furia inmensa en su padre. Sus progenitores la esperaban expectantes a la explicación caprichosa que la pelirroja seguramente les daría para defenderse, pero las pruebas eran claras y jamás dudarían de la palabra de su primogénito. Entonces al mirarla en el umbral del comedor, pidieron a sus sirvientes retirar la comida para impedir que Lux se sintiera cómoda con aquella delicada situación.