Capítulo 9: Pruebas concluyentes

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La hora de encuentro era casi marcada por el reloj y Darius ya se encontraba preparado para recibir a la pequeña dama luminosa. Le agradaba referirse a ella con ese seudónimo resultado de su derrota en el coliseo. La chica había logrado captar su atención desde la primera vez que le vio en el gimnasio al lado de su hermano en la ceremonia de bienvenida. A pesar de los esfuerzos de Garen por cubrirla, él logró divisarla impresionándose por las finas facciones de la chica y su hermoso cabello rojo. Sin embargo, cuando lo encontró con Fiora en esa deliciosa situación, jamás esperó que huyera y, mucho menos, que terminara temiéndole hasta el grado de llorar en el baño con sus caricias. Sí, era una niña inocente y él se había excedido un poco, pero estaba seguro de haber sentido la mirada de esa casta palomita devorarlo de pies a cabeza sin pasar por alto su muy bien trabajado cuerpo. Sonrío con sorna y lívido en su mirada esperando conseguir el mismo efecto en la joven, pues su vestimenta constaba de unos jeans ajustados a sus musculosas piernas, pero no demasiado entubados. Asimismo, vestía una camisa blanca de botones que, como era lógico, sólo cubrían su pecho hasta la mitad dejando libre visión de sus pectorales bien trabajados y, como calzado, unos mocasines negros de color negro limpios y bien cuidados.

Las manecillas marcaban los cinco minutos antes de la hora estipulada y el joven comenzaba a desesperarse. Existía la posibilidad de que ella ni siquiera se apareciera en el lugar tomando en cuenta el sobreprotector hermano que tenía, pues tenía entendido que Garen la cuidaba todo el tiempo como si de un perro guardián se tratara. Sonrió nuevamente al imaginar la cara de su enemigo escolar al poseer los deliciosos labios de su hermanita frente a él. Una escena fantástica en la que por fin derrotaría a un Crownguard sin necesidad de dar batalla, aunque prefería partirlo en dos con su hacha en el coliseo, se conformaba con herirlo lo suficientemente profundo en el orgullo. De repente, alguien entró a la sala de estar turbando sus viles pensamientos llamándolo por su nombre y colocándose cerca del mini-bar cerca de los enormes ventanales que mostraban un hermoso atardecer.

- Darius, ¿acaso vendrá alguna jovencita a visitarte? – cuestionó el hombre que vertía vino en una copa para luego beber de ésta.

- No estoy seguro, Jericho. Es probable que no se presente. – respondió de manera gélida a su acompañante.

- Imposible. – comentó rápidamente el hombre.

- Es verdad, la chica en cuestión no está interesada en mí, sólo en unas pruebas. – comentó con molestia mientras cruzaba sus brazos y piernas para obtener una posición más cómoda en el sofá donde esperaba.

- ¿Pruebas? ¿A qué pruebas te refieres? – cuestionó curioso el cuervo bebiendo de su copa nuevamente con un pequeño brillo en sus ojos.

- Las que utilizamos para convencer a los Crownguard sobre el comportamiento de Fiora. – respondió con desinterés comenzando a mover uno de sus pies causa de la ansiedad que le provocaba la espera.

Jericho lo miró con mayor curiosidad y se acercó lentamente hacia el asiento que se encontraba frente a su desesperado hijo. El apellido Crownguard debía caer algún día y Darius podría ayudarle a conseguirlo, pues fue gracias al apoyo que le otorgaron a la mujer de Jarvan IV que su puesto como consejero real se le había despojado. Esa familia debía pagar por impedir su ascenso al trono luego de la muerte de Jarvan III, ya que él había arreglado los documentos necesarios para que el viejo firmara bajo su "propia voluntad y en pleno uso de sus facultades mentales". Intrigado por la información y ayuda que el mayor de sus hijos podría otorgarle, sonrió y continuó con la charla mostrando interés sobre la vida de éste.

- Dime, hijo... - continuó moviendo su mano en círculos mirando el vino fijamente siendo cuidadoso para evitar hostigar a Darius - ¿quién necesita esas pruebas?

La mujer perfecta (Darius x Lux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora