2. Recuerdos

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Ginny se encontraba de regreso en la granja, llevaba consigo unas grandes bolsas repletas de mercadería, objetos para la casa y herramientas de jardinería.
 Estacionó la camioneta justo frente a la casa y esperó a que James saliera corriendo a recibirla para darle allí mismo su obsequio, pero por mucho que esperara el pequeño no aparecía. 

Cuando bajó pudo intuir que algo no andaba bien, la casa estaba completamente cerrada y silenciosa, puertas y ventanas con las cortinas corridas y no se veía a Harry o al pequeño James por el jardín jugando como solían hacerlo todos los días. Algo dentro suyo le decía que mantuviera la calma, que no sacara conclusiones muy apresuradas, pero claro no era sencillo, no cuando alguien les venía siguiendo la pista y pisaba sus talones a cada segundo. 

Corrió hacia la casa y al girar la perilla notó que la puerta de entrada no llevaba seguro, eso la preocupó aún más. Se apresuró a entrar no importaba a quien se encontrara dentro Harry y James eran la prioridad, se enfrentaría a cualquier persona, inclusive si se tratase de su ex amante o el mismo Draco Malfoy. 

- ¡Harry! ¡James! ¡¿Dónde están?!
- Aquí.- la voz tranquila y quedada del omega se oyó a lo lejos.
- ¿Harry?- con cautela se acercó a la sala de dónde provenía el sonido y allí los encontró, James durmiendo en los brazos de su madre mientras Harry lo mecía en su pecho y junto a él un hombre anciano, de aspecto desaliñado, sentado en el sofá. Lo que más la descolocaba era ver el rostro hinchado y rojo de su amigo, era evidente que había llorado.- ¿Quién es usted y porqué está en nuestra casa?- su tono era amenazante.
- Ginny... tranquila, él vino a pedir ayuda...
- Estuviste llorando, lo sé por tus ojos no intentes negarlo, te hizo algo  ¿cierto? Pregunté que quien es...- estaba molesta, muy molesta.
- Oh por supuesto, no me ha dado tiempo a responder- el anciano se puso de pie con algo de dificultad, sonrió y extendió una mano en dirección a Ginny- Un placer, mi nombre es Albus, soy un vecino de esta propiedad, subiendo la colina.
- El viejo loco...- pretendía decirlo para sus adentros, pero sin darse cuenta lo pronunció en voz baja aunque el anciano llegó a escuchar, por lo que retiro su mano y simplemente sonrió incómodo. 
- Es cierto, así me conocen algunos por aquí, aunque prefiero que me llamen por mi nombre. 
- Lo siento... no quise faltarle el respeto, solo que... ¿Qué hace aquí?- se sintió mortificada. 
- Estábamos teniendo una charla de lo más estimulante, el señor Potter es un joven realmente amable y me invitó una taza de té, aunque debido al pequeño James no pudo levantarse de su asiento. Es un niño realmente encantador, no se despegó de su madre. 
- Entonces ¿Porqué llorabas?- miró a Harry pero su amigo esquivó la mirada.
- Es mi culpa, le hice revivir algunos recuerdos dolorosos y pues los ojos son las puertas del alma, no pueden contenerse de expresar lo que se siente.

Ginny se quedó en silencio esperando a que Harry dijera algo, pero este solo observaba a James y lo mecía contra su pecho. 

- Bien, la visita ha sido de lo más agradable, pero me temo que los estoy importunando, ya debo partir- se volteó para ver a Harry- Fue todo un placer señor Potter, por favor piense en lo que hablamos. Buenas tardes señora Weasley. 

El hombre pasó frente a ella, cruzó la sala y salió de la casa sin mirar atrás. Ginny aún permanecía en su sitio congelada sin poder comprender del todo lo sucedido. 

- Le dijiste tu verdadero nombre, ¿En qué estabas pensando? 
- Lo hizo James, él se lo dijo. 
- ¿Y Cómo paso eso? Dime - parecía molesta
- Es una larga historia...
- Tenemos mucho tiempo, te escucho. 

°°°

Dos horas antes

- Mi nombre es Albus... Creo haberlo mencionado cuando llegué.
- ¿Cómo sabe de nosotros? ¿Quién se cree para decirme cómo criar a mi hijo?- el omega estaba aterrado, por su mente solo podían pasar pensamientos negativos. Alguien los había descubierto. 
- Yo no se nada de ustedes joven. Y mi intención no fue decirle cómo debía criar a su hijo, yo solo soy un anciano viejo y solitario que adora a los niños, tenía muchos sobrinos, por ello estoy acostumbrado a los pequeños. El niño platicó conmigo sobre sus viajes y sobre cómo su madre siempre estaba escapando. 

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