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18. Celos

El centro comercial era un lugar realmente grande, repleto de tiendas, galerías, jardines, juegos y hasta un cine. Era uno de los puntos comerciales más visitados de la ciudad, la gran diversidad de comercios, junto a la buena ubicación y la variedad de precios lo volvían el sitio perfecto para ir de compras, pasar el día o simplemente perder el tiempo. 
No era raro escuchar por los altavoces en repetidas ocasiones a padres desesperados buscando a sus hijos perdidos. Draco se sentía como uno de esos padres. 

Aún no se había desesperado lo suficiente cómo para correr hacia el altavoz, pero si estaba preocupado. Con siete meses de embarazo cualquiera esperaría que se volviera más lento y cuidadoso, pero ese no era el caso de su esposa. Tan solo unos minutos de descuido y ya le había perdido el rastro. Al ser tan pequeño y escurridizo era fácil que se perdiera, únicamente lograba encontrarlo cuando distinguía una enorme barriga entre la multitud. 

La verdad era que Harry estaba mucho mejor ahora, al pasar el primer trimestre todas las nauseas, el cansancio, los meros y la ansiedad se habían desvanecido. En cambio parecía que el Alpha estaba comenzando a volverse más hormonal, se angustiaba con facilidad si no lo tenía cerca, lo impregnaba de sus feromonas todo el tiempo para marcar territorio, lo seguía a cualquier sitio e incluso le hacía escenas en frente de la gente. 

Habían decidido ir al centro comercial a comprar cosas para James y la bienvenida de los  mellizos, tan solo faltaban dos meses para su llegada y aunque estaban preparados Harry quería hacerles un último regalo. Esa había sido la excusa perfecta para salir de casa, su marido se había vuelto muy controlador y no lo dejaba salir solo, había tenido que dejar su trabajo ya que trabajar con tantos niños era riesgoso para el embarazo en una etapa avanzada y no tenía otra excusa para salir más que visitar a su suegra, retirar a James del colegio o hacer las compras, siempre acompañado de alguien. 

Aunque entendía porque su esposo hacía todo ese alboroto, se sentía algo sofocado, no quería ser tratado como un niño pequeño al que no se le puede perder la pista, sin embargo no podía culparlo, comprendía sus miedos e inseguridades y es por ello que cada día se esforzaba por demostrarle que nada del pasado se repetiría. 

Mientras Draco posaba su mirada en unos libros Harry divisó a lo lejos una heladería y de manera automática sus pies se pusieron en marcha. Su apetito había aumentado considerablemente, ya no comía por dos sino por tres. Su obstetra ajustó su dieta varias veces para dejarlo conforme. 

Llegando a la heladería se percató de que su esposo no sostenía su mano y se volteó para buscarlo con la mirada, fue ahí cuando se encontró con un Alpha preocupado con cara de perro abandonado buscándolo por todas partes. En ese momento su teléfono comenzó a sonar. 

- ¿Harry y ahora dónde te metiste?
- Mira al frente cielo- agitando una mano llamó su atención, como Draco ya caminaba en su dirección, decidió entrar por su helado. 

- Buenos días, bienvenido... 
- Buenos días
- ¿Qué puedo ofrecerle a un chico tan lindo?- Harry se sonrojó levemente, era obvio que le estaba coqueteando. Era invierno y al llevar un tapado tan grande era posible que el beta que atendía en la heladería no se hubiera percatado de su vientre. 
- Me gustaría pedir uno de Melón por favor 
- Claro lindura, ¿Un cono?
- ¡Un kilo! por favor...- agregó apenado por la rapidez de su respuesta. 
- Pfff debe gustarte mucho el helado de melón, enseguida.- le giñó un ojo y se volteó a preparar el pedido. Harry solo pensaba en el helado y en la paliza que recibiría aquél muchacho si no dejaba de coquetearle. Era obvio que había visto su sortija de matrimonio y su anillo de compromiso, aún así parecía el tipo de chico al que no le importa jugar sucio. 
- ¿Eres de por aquí? Supongo que no, habría recordado un rostro tan bon...- por alguna extraña razón el heladero sintió que había cometido un grave error al fijarse en ese omega.