15. Mi amor

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Si alguna persona había logrado tocar el cielo y volver a tierra seguramente entendería cómo se sentía Draco en ese momento.

Su cuerpo era una fuente de placer, sin importar dónde lo tocara Harry todo se sentía cómo un golpe de éxtasis. Todos sus sentidos estaban a flor de piel y adormecidos a la vez. Varias veces tuvo que pellizcarse a si mismo para comprobar que era real y no un sueño lo que estaba sucediendo.

Tener a su omega rogando por su amor, completamente desnudo, bajo su cuerpo. Jadeando y llorisqueando por él, era una completa locura. Ni en sus sueños más eróticos había logrado ver a su pareja de esa manera. Sentía que su celo llegaría pronto si no lograba calmarlo cuanto antes. Era suficiente con un omega perdido, un Alpha sería demasiado. 

Harry estaba fuera de sí, no parecía ser él mismo, ni siquiera parecía que estuviera consciente de sus acciones. Se comportaba de una manera tan vulgar, tan infantil y sexy. Demandaba atención, amor, pasión, lo quería todo.

Sus hermosos ojos eran de un violeta intenso, más intenso de lo que Draco jamás había visto en todos los años que estuvieron juntos. Verlo directamente era como perderse en una galaxia, sumamente profundos, hermosos y peligrosos.

Draco había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le había hecho el amor a su pareja, en los últimos tres días amó cada centímetro de su omega, no había sitio dónde sus labios no hubieran dejado un rastro de besos húmedos, no había piel que no hubiera probado sus caricias. Le había entregado su cuerpo entero, su amor, su lealtad, su corazón.

No importaba cuantas veces lo tomara simplemente no era suficiente, quería más, quería quedarse para siempre dentro de él, reclamarlo como suyo, unir sus cuerpos de por vida, sentir la calidez del omega envolverlo por completo. Lo tomó en todas las posiciones posibles, lo marcó una y mil veces haciendo que el cuello del omega se pusiera rojo e hinchado, clavó sus colmillos con deseo en los muslos blancos de Harry para dejar un rastro por toda su pálida piel. Era suyo, nadie lo apartaría de su lado.

Sin importar cuantas veces Draco intentara detenerse a si mismo para comprobar el bienestar de su pareja, Harry arruinaba sus planes provocándolo, haciendo que perdiera la cordura y se abalanzara sobre él nuevamente.

- ¡Si! ¡Si! Ah Ahg Cariño... más ¡MÁS FUERTE! ¡No parares, no te detengas!
- Lo que tu me pidas bebé...
- Métela más profundo... AHG ¡¡AH!!- sus gemidos y súplicas inundaban la habitación, y aunque su hogar no era a prueba de sonido los vecinos no se atrevieron a molestar.
- Te encanta que te tome por la cola bebé... Eres un pervertido...- el omega lejos de ofenderse o sentirse cohibido, empujó a su Alpha para poder montarse sobre él.
- Si, así que dámelo- tomó la gran erección de Draco y la alineo en su entrada para sentarse de un fuerte golpe y dejar que entrara por completo en él, abriéndolo totalmente hasta estar profundamente en él. 
- ¡AHH! ¡¡Draco!!- sus gritos de placer hacían que su cuerpo apretara aún más a Draco.
- ¡Carajo! no... no hagas eso.. ahg.. Te harás daño...
- Si... Me encanta tu verga... Me llenas por completo...- tenía la mirada perdida, los ojos llorosos, de su boca caían hilos de saliva y su perfecta piel blanca estaba marcada por innumerables mordidas y chupones.
- ¡¿Qué Mierd..?!- de un rápido movimiento tumbó a su pareja en la cama boca abajo y levantó su trasero hasta alinearlo con su pene.- Te voy a castigar por ser tan atrevido...
- Si... Soy un omega pervertido... Hazlo Alpha, castígame por querer tanto que me tomes...- su trasero se restregaba en la erección de su pareja, suplicaba que lo penetrara con fuerza.

La cordura de Draco tenía límites y creía que ya los había rebasado todos, no entendía cómo su dulce, inocente y puro omega podía volverse una persona completamente diferente durante su celo. Decidió no pensar y simplemente disfrutar el momento.

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