La reunión estaba a punto de empezar cuando Jeongin entró al club de teatro. Hyunjin se dio cuenta justo en el instante en el que lo hizo, ya que no dejó de mirar a la puerta cada cinco segundos desde que llegó y no lo vio allí dentro. Los nervios le revolvieron las tripas en cuanto lo vio aparecer. Estaba tan concentrado en él que se sobresaltó cuando Felix colocó una mano en su rodilla con calma al percatarse de su intranquilidad. Le palmeó dos veces la pierna y asintió mirándole a los ojos, como si le estuviera diciendo sin palabras que todo iba a salir bien. Él le sonrió, aunque la sonrisa le flaqueaba por momentos.
Aun así, Hyunjin siguió observando los movimientos de Jeongin desde su asiento en la otra punta de la habitación y con el corazón batiéndole con fuerza. Jeongin dio un vistazo rápido a la sala del club meditativo e inseguro y, tras un rato, se dirigió a uno de los pocos asientos vacíos que quedaban en la fila de sillas que habían dispuesto en línea recta, no muy lejos de donde se encontraban Hyunjin y sus amigos. Dejó la mochila que llevaba a la espalda colgada en el respaldar de la silla para después sentarse en ella. Los estudiantes sentados a su alrededor lo saludaron animadamente, si bien Jeongin fue menos locuaz y solo asintió con la cabeza.
Sus ojos ni siquiera se encontraron, pero aun así Hyunjin sintió que los latidos de su corazón resonaban en sus oídos a todo volumen. Volvía a llevar una sudadera ancha y oscura como la primera vez que lo vio y que daba la sensación de que lo hacía desaparecer en la silla, tragándole. Se ajustó la capucha que tenía como si se la quisiera poner, pero solo se quedó jugueteando con los cordones que le colgaban a los lados.
—Ahí está —el codazo de Jisung se le clavó en las costillas y lo sacó de sus pensamientos. Dejó escapar un quejido adolorido. Apartó la vista de Jeongin para mirar mal a su amigo y susurrarle un discreto «ya lo sé». Jisung fue el último en darse cuenta, pero también el que más llamó la atención de quienes se sentaron cerca de ellos, quienes se giraron para ver qué era lo que estaba sucediendo. Le echó un vistazo a Jeongin para saber si él también se había percatado, pero de un momento a otro había sacado el teléfono móvil y estaba perdido en lo que estaba leyendo en la pantalla—. Pues ve y dile algo, no te quedes sin hacer nada. Seungmin, deberías ir con él, que para algo es tu compañero de cuarto y lo conoces. Haz de intermediario.
—Estás de broma, ¿no? —bufó. Puso mala cara en cuanto Jeongin entró en la habitación y se recostó sobre la silla con los brazos cruzados y expresión molesta—. Si me acerco a él lo único que vamos a conseguir es que me den ganas de pegarle un puñetazo.
—¡Pero bueno! Qué violento —se quejó mientras hacía un mohín con los labios.
Hyunjin los escuchaba a lo lejos, como si la conversación entre sus amigos no estuviera sucediendo justo a su lado, y sin querer hacerles mucho caso. Al fin y al cabo, era incapaz de quitarle los ojos de encima a Jeongin, queriendo que con su mirada fuera capaz de llamarle la atención.
Y, de alguna forma, lo hizo. Jeongin alzó un poco la cabeza y, entonces, se percató de su mirada puesta en él. Achicó un poco los ojos y ladeó la cabeza con intriga, abriendo los labios en una pequeñísima circunferencia. Como si se estuviera preguntando la razón por la que lo estaba mirando tan fijamente. De repente, en la habitación hacía un calor terrible. Hyunjin apartó la mirada a toda velocidad, azorado, y se tapó los ojos con la mano mientras se hundía en su silla.
Felix volvió a apretarle la rodilla para que se fijara en él. Esa vez tampoco le dijo nada, pero volvió a leer el ánimo en sus ojos. Le sonrió débilmente con agradecimiento, aunque los nervios todavía le estuvieran devorando.
—Vamos a empezar ya —la voz de Chan se alzó sobre el ruidoso gentío. Los últimos estudiantes que todavía estaban de pie se apresuraron a buscar un sitio libre donde sentarse y empezaron a dejar de hablar entre ellos poco a poco. Chan y Changbin volvieron a colocar la pizarra en el centro de la sala y se situaron a ambos lados de ella con un rotulador en la mano—. En primer lugar, quiero dar la bienvenida ya de manera oficial a nuestros nuevos compañeros de club: Jeongin, Yuna y Heeseung —un pequeño aplauso llenó la habitación y que murió a los pocos segundos—. Creo que hablo por todos al decir que nos alegra muchísimo que al final os hayáis decidido por el club de teatro.
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ONIROS ┃hyunin, minsung┃
Fanfiction➽ Desde hacía años en los sueños de Hyunjin aparecía un misterioso chico de piel pálida y mirada triste. No sabía su nombre y, aunque sabía que no eran más que fantasías producto de su imaginación, eso no le impidió que se acabara enamorando de él:...