XV

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Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma y ese también parecía ser su caso: después de tener esa conversación con Seungmin las cosas entre sus amigos volvieron poco a poco a su estado de calma habitual. No fue de golpe, por supuesto. Los sentimientos son complicados y enrevesados, se manifiestan aun cuando no lo deseamos y no son fáciles de sanar y, tras volver a su cuarto y despedirse de Seungmin con un abrazo amargo, tuvo el tiempo suficiente para meditar en la soledad de su propia habitación.

Hyunjin era débil a las lágrimas ajenas, en especial a las de la gente a la que apreciaba, y ver caer las del estoico y mordaz de Seungmin, a quien pocas veces se le podía ver sin su máscara de ironía y burlas afiladas, le hicieron dudar de si había obrado bien durante todo ese tiempo. Sobre todo, se sintió culpable de haber forzado a su amigo hasta llevarlo al extremo de hacerlo llorar. Sus lágrimas eran algo inaudito. Lo había visto llorar en contadas ocasiones y cada una de ellas fue como cientos de alfileres arañándole el pecho. Sin embargo, esa era la primera vez que sus lágrimas eran a causa de Hyunjin y eso hizo que fuera aún más hiriente que el resto de ocasiones.

De no ser por Felix quizás Seungmin nunca se hubiera atrevido a hablar con él y, en consiguiente, nunca hubieran llegado a una solución. Y Hyunjin, cegado por su orgullo, tampoco hubiera puesto de su parte por sí mismo para arreglarlo. Habrían acabado en un ciclo sin fin y que nadie se hubiera atrevido a cortar antes de que fuera demasiado tarde. Por ello, y aunque la conversación áspera y agria fuese dolorosa, aceptó que era necesaria. Le tuvo que dar la razón a Felix y también darle las gracias, porque fue quien les dio el empujón que les hacía falta.

Los primeros días después de arreglar sus problemas fueron algo incómodos. A pesar de que el conflicto desapareció, o al menos se difuminó, volver a pasar tiempo juntos no fue tan sencillo como pensarlo. Quizás el hecho de haber estado separados y sin dirigirse palabra alguna influyera, pero Seungmin se mostraba extrañamente tímido cuando estaba cerca de él y eso no le pasó desapercibido a Hyunjin.

Puede que a lo mejor tímido no fuese la palabra exacta, aunque sí la que más se acercaba para describir la curiosa actitud de Seungmin. Huía de su mirada en el instante más insospechado y buscaba la de Felix cuando Hyunjin pegaba su cuerpo a él, bien fuera para pasarle un brazo por los hombros o para golpearlo a causa de un chiste malo. Hyunjin no era capaz de entender a qué se podía deber. Tampoco se consideraba una persona muy perspicaz, pero sí que era incapaz de dejar de pensar en algo hasta encontrara un motivo que lo explicase. Y como todo apuntaba a que en esas dos semanas en la que el grupo estuvo separado recabó más información que nadie sobre él, lo que hizo fue preguntarle a la persona más aguda que conocía:

—¿Seungmin? —dijo Felix mientras masticaba el único sándwich de pollo que iba a ser su único almuerzo. Le habían puesto una práctica sorpresa por la tarde, por lo que envió un mensaje por el grupo que tenían para que alguien le trajera algo de comer. Sus otros dos amigos todavía estaban en clase y Hyunjin estaba de camino a la facultad de Jeongin, por lo que no le costó nada desviarse un poco para llevarle algo de comida—. No te preocupes, creo que vuestra conversación fue el golpe de realidad que necesitaba.

—¿Golpe de realidad? —repitió. En lugar de explicarle eso solo lo confundió aún más. Comenzó a repiquetear los dedos contra una de las pocas mesas que encontraron libre en la cafetería a esas horas del mediodía y en la que Hyunjin se sentó para hacerle compañía hasta que terminara de comer—. No entiendo.

—No hace falta que lo entiendas. Creo que ya ha comprendido que si no te lo dice de forma directa nunca lo harás.

Hyunjin frunció el ceño. Algo en el tono de su amigo parecía querer decirle que era un tonto por no darse cuenta, aunque Felix jamás le diría algo así con palabras.

ONIROS ┃hyunin, minsung┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora